Hasta hace poco, muchos en occidente y en algunos países de la Península Arábiga calificaban a los dirigentes y hombres armados del Emirato Islámico —ahora Estado Islámico— como combatientes de la libertad. Sin embargo, en la actualidad esas mismas personas reaccionan indignadas ante las muertes, torturas, violaciones, crucifixiones y otros crímenes que estos cometen, como si no fueran similares a lo que llevan meses realizando en territorio sirio y les han valido el calificativo de defensores de la democracia.
¿Quiénes actúan en la sombra?
Cualquiera diría que el senador norteamericano John McCain, perdedor en la carrera presidencial ante Barack Obama en el 2008, es tal vez el principal adversario político del Partido Demócrata, pero la realidad es otra. En mayo del 2013 ese senador estuvo ilegalmente en territorio sirio, con la obvia autorización del Gobierno estadounidense, donde se reunió con la “crema y nata” de los jefes del terrorismo islámico organizado y pagado por los Estados Unidos, países europeos y algunos aliados árabes, para tratar de derrocar por la fuerza al Gobierno de Bashar al-Asad. En una foto publicada ulteriormente aparece McCain junto a varios de esos líderes, entre ellos Mohamad Nur, quien luego aparecería en Irak como Ibrahim el Califa, el mismo que ahora dirige el Estado Islámico. Dos años antes McCain había sido enviado a El Cairo para montar el plan que llevaría a cabo el surgimiento de las llamadas primaveras árabes en Libia y Siria. Ya habían tenido lugar las de Túnez y Egipto, en las cuales hubo sorpresas para todos, y Washington reaccionó con su usual sentido del oportunismo para sacarle provecho a aquella tendencia de democratización de los pueblos en esa parte del mundo. Los hechos en Libia y en Siria fueron, por tanto, resultados de acciones encubiertas y no hechos espontáneos como sí sucedió en Túnez y Egipto. Aunque se conoce de varias organizaciones islamistas (yihadistas) en Siria e Irak, en el terreno no parecen existir diferencias importantes entre algunas de ellas como es el caso del Ejército Sirio Libre, el Frente al Nusra y el Emirato Islámico. Sus respectivos jefes y tropas cambian de bandera según el lugar donde estén actuando y los crímenes que cometen contra las personas son casi idénticos. El intelectual e investigador político francés, Thierry Meyssant, gran conocedor del mundo islámico, aseguró en un reciente artículo que en enero del presente año el Congreso de los Estados Unidos celebró una reunión secreta en la cual aprobó —de manera ilegal según el Derecho Internacional— nuevas partidas de financiamiento para esas organizaciones terroristas en Siria, entre ellas el Frente al Nusra (miembro de Al Qaeda) y el entonces llamado Emirato Islámico para Irak y el Levante, actual Estado Islámico. Los medios de prensa norteamericanos no violaron la censura, pero la agencia británica Reuters sí reveló lo sucedido en dicha reunión secreta. Al parecer estimulada por ese nuevo financiamiento norteamericano, la televisión pública saudita Al Arabiya proclamó que el Emirato Islámico estaba bajo la tutela del príncipe de ese país, Abdul Rahman al Feisal, hermano del ministro de Relaciones Exteriores.
Divide y vencerás
A diferencia de otros grupos yihadistas, el Emirato Islámico no representa solamente una fuerza de apoyo más, sino un ejército en sí mismo con miles de mercenarios de diferentes nacionalidades en sus filas, entre ellos europeos y estadounidenses. Dispone de servicios sofisticados de propaganda y de administradores civiles bien formados. La alta calidad y profesionalidad de su sitio web levanta exclamaciones. El ataque de las fuerzas del Emirato Islámico por un lado y las del Gobierno regional del Kurdistán por el otro, ubicado este último en el norte de Irak, comenzó a principios de junio último. Las primeras ocuparon rápidamente zonas sunnitas, mientras las segundas ampliaban el territorio del Kurdistán en un 40 por ciento. Muy pronto salió a la luz pública el mapa preparado años atrás en Washington con la prevista división de Irak en tres países: uno sunnita, otro chiita y el tercero para los kurdos. Divide y vencerás ha sido una máxima imperialista.
¿Quién es el Califa Ibrahim?
Pero, ¿quién es Ibrahim al Badri, alias Abu Dua, alias Abu Bakr al Bagdadi, alias Califa Ibrahim del Estado Islámico? Pues uno de los que aparece en la foto con McCain antes mencionada. Es un mercenario a sueldo de varios países, entre ellos, Estados Unidos de América. Sobre este particular, el francés Meyssant añadió: “Todo el mundo pudo observar las imágenes de los hombres del Emirato Islámico avanzando por territorio iraquí a bordo de columnas de vehículos Humvee, tan relucientes que parecían acabados de salir de las fábricas de la American Motors Corporation que los produce, y con armamento ucraniano también acabado de fabricar”. Entonces, ¿por qué Estados Unidos y otros Gobiernos aliados que han financiado, y financian, a los jefes del Emirato Islámico han comenzado, de pronto, a calificarlo como el grupo terrorista islámico más peligroso del mundo? Parecería que desean hacernos olvidar a Al Qaeda, pero la razón, por supuesto, no es una sola. Treinta y cinco años atrás, Washington adoptó la estrategia de utilizar al islam político para contrarrestar la influencia de la extinta Unión Soviética en Asia Central y en el Medio Oriente. Anteriormente había apoyado en Egipto a la Hermandad Musulmana frente al presidente Gamal Abdel Nasser, quien por entonces se acercaba políticamente a Moscú. La intención central de aquella estrategia era propiciar una especie de revolución islámica que debía extenderse por el mundo musulmán poniendo fin a los movimientos nacionalistas vinculados a la URSS. Su primer gran éxito ocurrió en Afganistán. Sin embargo, el plan puesto en práctica en Irán tuvo resultados políticamente contraproducentes para Washington, pues el Ayatola Khomeini resultó ser, sobre todo, un hombre de pensamiento antimperialista, algo que evidentemente la CIA no supo descifrar a tiempo.
Engendro diabólico
Es casi imposible pronosticar cuál será el rumbo que finalmente asumirá el llamado Estado Islámico. De lo que sí no cabe duda es que su existencia es un engendro diabólico (otro más) de la inescrupulosa, inhumana y cínica política norteamericana que nunca ha vacilado en intentar alcanzar sus fines por cualquier medio, aunque ello implique el sufrimiento o la muerte de miles, decenas de miles o cientos de miles de personas en otras partes del mundo. Esa es, simplemente, la naturaleza del imperio. Ahora es difícil saber —como se pregunta Meyssant— si Washington realmente quiere destruir el Emirato/Estado Islámico que ayudó a crear, o si este se ha escapado (o escapará) de las manos como sucedió con Bin Laden y otros. Quizás la verdadera intención sea solamente debilitarlo y así poderlo mantener como herramienta o amenaza en la región. El Gobierno de Israel también está apoyando con fuerza al Emirato Islámico. Otra pregunta sería entonces: ¿lo hace por cuenta del Gobierno norteamericano o contra él? Es poco probable que sea en contra. Tal como ha sucedido en ocasiones anteriores, la verdad solo se sabrá cuando hayan transcurrido los años. Para lo que sí no es necesario esperar es para saber quién es el verdadero culpable de todo el horror que estamos presenciando en esa parte del mundo. Todos los dedos apuntan hacia Washington.
Por Ángel Dalmau Fernández, investigador del Centro de Investigaciones de Política Internacional
No hay comentarios.:
Publicar un comentario