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miércoles, 13 de noviembre de 2019

Trump: 187 medidas aprobó su gobierno para hostilizar a Cuba

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Trump por 187 / Por Atilio A. Borón * / Prensa Latina


La obsesión norteamericana por lograr el anhelado ‘cambio de régimen’en Cuba recrudeció hasta extremos otrora inexplorados bajo la presidencia de Donald Trump.


Si la necesidad de incorporar la isla rebelde a la jurisdicción de Estados Unidos se remonta hasta 1783, fecha de la famosa carta enviada desde Londres por John Adams a las autoridades de las apenas independizadas Trece Colonias urgiéndolas a actuar en consecuencia, el paso del tiempo no hizo sino exacerbar tan maligna pretensión. 

Máxime cuando el Primero de Enero de 1959 Fidel y sus compañeros consumaron la derrota del sanguinario peón a quien la Casa Blanca le había encomendado el manejo de Cuba como una cercana y muy conveniente posesión de ultramar, un lugar en donde el poder corporativo, el gobierno de Estados Unidos, la clase política y la mafia podían reunirse para urdir sus planes a cara descubierta y a salvo de las leyes y los ojos de la opinión pública estadounidense. Todo esto fue retratado con maestría en el libro de Mario Puzo, El Padrino II, y en la estupenda versión cinematográfica de su libro.

Pero ‘en eso llegó Fidel’ y todo aquello se vino abajo. Desde ese momento el gobierno de Estados Unidos no cesó de conspirar un minuto contra la Revolución Cubana. La isla ‘era de ellos’ y no toleraron que se la hubieran arrebatado. 

La frustración y la agresividad fueron acumulándose a medida que la revolución avanzaba y se consolidaba, a escasas noventa millas de sus costas. Para colmo de males era (y es) un pésimo ejemplo porque demuestra que si un país subdesarrollado y escasamente dotado de recursos naturales se libera del yugo imperialista, sus lugartenientes locales pueden ofrecer a su población derechos de exigibilidad universal (a la salud, la educación, la seguridad social) que en Estados Unidos son mercancías muy costosas y que no están alcance de todos. 

Año tras año las tasas de mortalidad infantil de Cuba, comparables sólo a las de los países de mayor desarrollo social en el mundo, son una bofetada a la arrogancia de Estados Unidos y una prueba irrefutable de la inequidad del capitalismo. La osadía cubana, para decirlo con pocas palabras, es inadmisible e intolerable y urge acabar con ella.

Donald Trump -un niño setentón, maleducado, caprichoso y violento- seguramente que ‘oyó voces’ que le decían que esa era su misión en la historia. Fiel a esa alucinación ha lanzado un ataque sin precedentes en contra de Cuba, en un vano intento de retornar la isla a su condición neocolonial. 

Sueña con una nueva ‘Enmienda Platt’, el escandaloso agregado a la Constitución de Cuba impuesto luego de la ocupación norteamericana que legalizaba su absoluta sumisión a Washington, y pasar a la historia con una quimérica ‘Enmienda Trump’ que consagre la definitiva anexión de la isla a la jurisdicción de Estados Unidos. 

El pobre no sabe con quién se ha metido. Rodeado de hampones y de menos que mediocres consejeros piensa que redoblando la agresión contra Cuba hará que su pueblo caiga de rodillas y le jure fidelidad a un personajillo como él. Gyorg Lúkacs decía que un conejo parado en la cima del Himalaya seguía siendo un conejo. Sentado en el trono imperial este animalito también seguiría siendo lo que es. 

Lo mismo pasa con Trump. Furioso porque es consciente de que la declinación del poderío estadounidense es lenta pero irreversible, y porque sabe que en menos de 10 años China superará económicamente a su país (como ya en parte lo ha hecho, con la ventaja que conquistó en la estratégica tecnología 5G).

Impotente para poner en vereda al gigante asiático y a Rusia y para jugar un rol arbitral en Oriente Medio luego del fracaso de la aventura imperial en Siria; irritado por la tímida pero creciente desobediencia y vacilaciones de sus aliados europeos que lo perciben como un déspota impredecible y veleidoso; fastidiado con sus lacayos latinoamericanos que no logran extirpar al ‘populismo’ (Vargas Llosa dixit) de sus países o de presidentes ineptos para sostener el modelo neoliberal sin amenazantes turbulencias (Piñera en Chile, Moreno en Ecuador, o Macri en Argentina).

Necesitado de los votos de la Florida para la próxima contienda presidencial se ha lanzado con enfermiza inquina en contra de Cuba.Nada menos que 187 resoluciones aprobó su gobierno para hostilizar a la isla, decretando la activación del Capítulo III de la Ley Helms-Burton que ningún presidente de Estados Unidos había considerado conveniente implementar, hasta una serie interminable de sanciones económicas y restricciones destinadas a sumir a los cubanos en penurias y privaciones con la esperanza de que éstas desatarían un estallido social que pondría fin a la Revolución. 

La lista sería interminable: limitación de los vuelos de aerolíneas estadounidenses exclusivamente a La Habana sin poder llegar a otras ciudades; sanciones para los buque-tanques que lleven petróleo a Cuba o para los mercantes que transporten mercancías desde o hacia la isla, luego de lo cual durante seis meses no podrán amarrar en ningún puerto de Estados Unidos.

También prohibición de hacer tierra en cualquier puerto cubano a los numerosos cruceros que surcan el Caribe; sanciones a los bancos que intermedien en el comercio exterior de la isla; limitación a las remesas que los cubanos residentes en EE.UU. puedan enviar a sus familiares; bloqueo selectivo a la importación de medicinas y alimentos; interdicción para alquilar a Cuba aviones que tengan más del 10 por ciento de tecnología o insumos originarios de Estados Unidos y presiones sobre las líneas aéreas para que reduzcan o eliminen de sus itinerarios cualquier ciudad cubana. 

Todo esto ante la complicidad de los gobiernos de los países europeos, de la Unión Europea, supuesta reserva moral de Occidente y heredera de la tradición kantiana de la paz y fraternidad universales que admiten, cual si fueran republiquetas de cartón pintado (en realidad lo son) la extraterritorialidad de las leyes estadounidenses y la agresión del ‘Gorbachov americano’ -como un muy lúcido amigo cubano lo bautizara- contra todos quienes se opongan a su prepotencia, llámese Cuba, Venezuela o Nicaragua, en Nuestra América. 

Seguramente que por su ignorancia Trump desconoce la historia de David y Goliat. Los cubanos resistieron sesenta años de bloqueo del Goliat del norte, y resistirán sesenta años más. Aprenderá esta lección en carne propia cuando, en no mucho tiempo, emprenda su viaje sin retorno por el inodoro de la historia.


*Sociólogo, politólogo, catedrático y escritor argentino. En 2009 recibió el Premio Internacional José Martí, de la UNESCO.


Granma presenta a sus lectores un resumen, en orden cronológico, de las agresiones de Estados Unidos contra Cuba desde el 16 de junio de 2017


16 de junio de 2017: Principales cambios anunciados por Trump respecto a su política hacia la nación cubana

– Incremento de las restricciones a los viajes de estadounidenses a Cuba al restringir las categorías permitidas para visitar Cuba con licencia general sin necesitar un permiso específico del departamento del Tesoro. La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) confirmó que el presidente instruyó el fin de los viajes pueblo a pueblo individual, que permitían a los estadounidenses viajar a Cuba por su cuenta sin necesitar el auspicio de una organización.
– Encargó también efectuar revisiones oficiales a los viajeros para determinar si se mantuvieron en los marcos del permiso otorgado. La medida supone el riesgo de ser sancionada para quienes tienen interés de conocer Cuba.
– Los cambios buscan impedir los negocios de compañías estadounidenses con empresas vinculadas a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y los servicios de inteligencia y seguridad, que son de propiedad pública, producen bienes y servicios de alto valor agregado, al tiempo que sus ganancias se revierten en la mejoría de la calidad de vida del pueblo cubano.
– Ordenó el recrudecimiento del bloqueo a partir de lo establecido en la Ley Helms-Burton de 1996.
– Estados Unidos se opondrá a cualquier iniciativa internacional que condene esa política de agresión contra Cuba. En la última votación en Naciones Unidas, Washington se abstuvo ante la resolución cubana que va a poner fin al bloque económico político y comercial.
– Deroga la anterior directiva presidencial del presidente Barak Obama del 14 de octubre de 2016. La misma, aunque contenía elementos injerencistas declarado bloqueo como “una carga obsoleta para el pueblo cubano y ha sido un impedimento a los intereses estadounidenses”.
  Elementos de las relaciones que se mantienen:
– Se mantienen las relaciones diplomáticas reestablecidas en 2015 y las embajadas en Washington y en La Habana.
– Tampoco serán afectados los viajes familiares y las remesas que envían los cubanos residentes en ese país.
– Se mantiene el acuerdo migratorio alcanzado en enero pasado que eliminó la política de pies secos-pies mojados y el Programa de Parole para Profesionales Médicos Cubanos.
– Hasta el momento se mantienen en vigor también las más de dos decenas de memorandos y acuerdos alcanzados entre los dos países en distintas áreas, desde la protección del medio ambiente hasta la cooperación en materia de seguridad.
– La directiva política de Trump incluye excepciones para permitir el funcionamiento de los vuelos regulares y los cruceros.
– Aclara el departamento del Tesoro que los anuncios de Trump no tendrán efecto hasta que se emitan las nuevas regulaciones, lo cual se llevará a cabo “en los próximos meses”.

29 de junio de 2017: Estados Unidos impone cuarta multa en 2017 para arreciar bloque contra Cuba  

– El departamento del Tesoro norteamericano impuso durante el 2017 cuatro multas a empresas de su país y foráneas por supuestas violaciones al bloque económico, comercial y financiero contra Cuba. La última víctima de esa política fue la compañía estadounidense de seguros American Internacional Group (AIG), cuya penalidad fue de 148 698 dólares. Según la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de dicho departamento, la entidad se involucró en 29 aparentes violaciones del cerco al proveer de cobertura de seguro varios envíos de mercancías hacia o desde Cuba, o relacionados con la isla.
28 de septiembre de 2017: Advierte Cuba sobre politización de supuestos incidentes con diplomáticos de Estados Unidos en La Habana
-A pesar de la falta de evidencias y las opiniones contrariadas de los especialistas, las hipótesis de un “ataque acústico” que abría incluido el uso de sofisticadas “armas sónicas” contra los funcionarios norteamericanos que laboraban en la capital cubana está presente en los medios estadounidenses desde que la historia salió a la luz pública.
A partir de eso varias figuras de la extrema derecha anticubana de Miami se han pronunciado a favor del cierre de la embajada de Estados Unidos en La Habana y el fin de los nexos entre varios países.


4 de octubre de 2017: Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores     

-El 29 de septiembre de 2017, el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Rex Tillerson, anunció la decisión de reducir significativamente el personal diplomático de su Embajada en La Habana y retirar a todos los familiares, con el argumento de que se han producido “ataques” contra el gobierno estadounidense en Cuba, que les han causado afectaciones contra su salud.
-El 3 de octubre de 2017, una vez más, el gobierno estadounidense, en una acción injustificada, decidió que 15 funcionarios de la embajada de Cuba en Washington abandonaran el territorio de los Estados Unidos sobre la base de que han reducido su personal diplomático en La Habana y que el gobierno cubano no habría dado los pasos necesarios para prevenir “ataques” contra estos.  

9 de noviembre de 2017: Washington profundiza retroceso de relaciones con Cuba

Los departamentos de Estado, Tesoro y Comercio hicieron públicas, el miércoles 8 de noviembre de 2017, la implementación de las medidas implementadas por Trump el pasado 16 de junio en Miami, donde se reunió con el ala más reaccionaria de la comunidad cubanoamericana de la Florida. Entre las nuevas medidas se hizo pública una lista del Departamento de Estado con 179 organismos cubanos con los que las entidades y ciudadanos tienen prohibido hacer transacciones financieras directas. El listado incluye desde los Ministerios de las Fuerzas Armadas y del Interior, la Policía Nacional Revolucionaria, hasta empresas, sociedades anónimas, la Zona Especial de Desarrollo Mariel, las terminales de Contenedores de Mariel y La Habana, decenas de hoteles en toda Cuba, agencias de viajes y tiendas.
18 de noviembre de 2017: EE.UU. impone nueva multa por supuesta violación del bloqueo a Cuba

El Departamento norteamericano del Tesoro anunció ayer que la firma financiera American Express Company (Amex) pagará una multa de 204 277 dólares por la supuesta violación del bloqueo impuesto a Cuba hace más de 55 años.
La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de esa identidad federal dio a conocer que esa sanción está relacionada con la posible responsabilidad de la compañía belga BCC Corporate S.A. (BCCC) en aparentes infracciones a las Regulaciones de Control de Activos Cubanos.

23 de diciembre de 2017: Washington traslada a México su Oficina de inmigración en Cuba

 -La Oficina de Servicios de Inmigración y Ciudadanía (USCIS) anunció el viernes 22 que suspenderá de forma temporal las operaciones en su embajada en La Habana, ante la reducción de personal, y será la oficina de la agencia en México la que asumirá estos trámites.  
11 de enero de 2018: Estados Unidos indica a sus ciudadanos reconsiderar viajes a Cuba uno de os países más seguros de mundo

El miércoles 10 de enero Estados Unidos recomendó a sus ciudadanos reconsiderar los posibles viajes a la Mayor de las Antillas.
El Departamento de Estado cambió su antiguo sistema de alerta por un escalafón que ubica a las naciones en cuatro niveles donde el primero solo conlleva “tomar las precauciones normales” y el cuarto recibe la advertencia de “no viajar”.
Cuba, cuyos indicadores de seguridad ciudadana están entre los mejores de la región, quedó ubicada en el nivel tres, con la sugerencia de “reconsiderar las visitas” debido a que existen riesgos graves para su seguridad y protección. Venezuela, Honduras, Haití y Guatemala están entre los países latinoamericanos con la misma clasificación.

24 de enero de 2018: Estados Unidos retoma políticas fracasadas hacia Cuba

Estados Unidos creó una Fuerza de Tarea en Internet contra Cuba, anunciada el 23 de enero por el Departamento de Estado, la cual abrió las puertas al regreso a una política fracasada de la Guerra Fría, que ambos países intentaron superar, a partir del 17 de diciembre de 2014.
El terreno escogido para la nueva agresión, Internet, demostró a las claras, los verdaderos objetivos de Washington cuando reclamó “libre acceso” a la red de redes en los países que se le oponen, mientras en su territorio mantiene un sistema de rastreo y acumulación de datos sobre lo que hacen sus ciudadanos en la web.
De igual manera, a comienzos de enero el congreso de Estados Unidos avanzó en un proyecto de ley para quedar las pocas restricciones que existían para el espionaje internacional.  

Proyectos subversivos contra Cuba centrados en las nuevas tecnologías:


-ZunZuneo: Financiado por la Agencia Internacional de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), su objetivo era lanzar una red de mensajería que pudiera llegar a cientos de miles cubanos usando “contenido no controversial”: noticias de fútbol, música, parte del clima y publicidad. Cuando lograran su meta enviarían mensajes de contenido político para incitar a los cubanos para crear convocatorias en red y concentraciones masivas para desestabilizar el país.
-Piramideo: Similar a ZunZuneo, este programa estaba a cargo de la Oficina de Transmisiones a Cuba (OCB), a la que se supeditan Radio y TVMartí. El mismo proponía la creación de una red de “amigos”, ofreciéndoles la posibilidad de que una persona enviara a los miembros de su “pirámide” un SMS masivo por el valor de un solo mensaje. El objetivo era contar con una plataforma para la subversión.
-Conmmotion: Fue una herramienta desarrollada por el Instituto de Tecnología Abierta (OTI) de la New America Fundation, con sede en Washington, originalmente para uso militar, y que consiste en la creación de redes inalámbricas independientes. Aunque no se conoce su entrada en funcionamiento en Cuba, se dedicaron fondos millonarios con ese fin.
-Operación Surf: Este programa consistía en la entrada de equipamientos y software para la instalación de antenas ilegales para el acceso a Internet.

20 de febrero de 2018: Task force: La maquinaria de la infamia
Estados Unidos anunció la creación de la task force (fuerza operativa o fuerzas de tarea) contra Cuba lo que significa: regular la información, controlar para, aprovechando los avances de las nuevas tecnologías, dominar el espacio y los flujos de contenido para subvertir el orden interno en nuestro país.
  
26 de marzo de 2018: Washington libera fondos para subversión en Cuba y muro fronterizo en México
El presupuesto aprobado por el Congreso de los Estados Unidos que permitió el financiamiento del gobierno hasta mediados del2018, incluía 20 millones de dólares para la subversión contra la Cuba y 600 millones para la seguridad fronteriza con México, que el presidente Donald Trump planeaba utilizar para construir un muro. El monto de dinero empleado para promover un supuesto cambio de régimen en Cuba que se camuflajeaba con el eufemismo de “programas a favor de la democracia” contrastó con los recortes masivos aplicados al Departamento de Estado y la ayuda exterior que brinda Estados Unidos a países en desarrollo.
Los fondos para la subversión habían sido recortados por Trump en el año fiscal 2017, si bien la cifra real dedicada a las agresiones contra Cuba es mucho mayor y proviene de fuentes distintas a las del congreso.

30 de marzo de 2018: Estados Unidos cambia una vez más el proceso de visas de inmigrantes para cubanos

Estados Unidos comenzará a tramitar las visas de inmigrantes para cubanos a través de su embajada en Georgetown, Guyana. Debido a medidas unilaterales de Washington la sección consular norteamericana en La Habana se encuentra prácticamente paralizada y solo ofrece servicios de emergencia desde septiembre de 2017.
La excusa para recortar drásticamente el personal de la Embajada estuvo relacionada con supuestos “ataques acústicos” contra diplomáticos estadounidenses en Cuba, sobre los que no existen evidencias ni pruebas científicas tras meses de investigaciones.

10 de septiembre de 2018: Estados Unidos intensifica el terrorismo de estado contra Cuba a través del bloqueo

El 10 de septiembre el presidente norteamericano Donald Trump renovó por un año más la Ley de Comercio con el Enemigo, un estatuto de 1917 al que el presidente John Kennedy recurrió en 1962 para imponer el bloqueo, y que desde entonces han renovado todos los presidentes estadounidenses, aunque el mundo denuncia la arbitrariedad y la hostilidad de esta política.


18 de septiembre de 2018: ¿Quiénes están detrás del “nuevo momento americano” que diseña Washington?

El presidente Donald Trump designó como nuevo director de asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional a Mauricio Claver-Carone, mafioso de la Florida “defensor incondicional” del bloqueo, cabecilla del influyente Comité de Acción Política Democracia Cuba-Estados Unidos (US-Cuba Democracy PAC), un grupo de presión que tomó el relevo de la terrorista Fundación Nacional Cubana Americana (FNCA) como la agrupación del cabildeo anticubano más poderosa de Washington DC y que se dedica a recaudar fondos para mantener la política de agresión contra La Habana.
Ese comité lo integraron personajes con un pasado terrorista y de agresiones diversas contras Cuba como Diego Suárez, Alberto Hernández, Ninoska Pérez Castellón y Marcel Felipe. La mayoría de ellos tuvieron vínculos con asesinos como Luis Posada Carriles, Orlando Bosh, Pedro Ramón, José Dionisio Suárez y Gaspar Jiménez Escobedo.

12 de diciembre de 2018: Cuba: la obsesión de Estados Unidos

Cuando el mundo celebraba el Día de los Derechos Humanos, y para festejarlo el Secretario de Estado Mike Pompeo, envió supuestamente una misiva –que llegó primero a los medios que a su destinatario- al canciller cubano Bruno Rodríguez en la cual plantea su preocupación por los derechos humanos de la isla.
13 de febrero de 2019: La Constitución de Cuba la discuten y aprueban los cubanos

El Secretario General de la OEA, siguiendo el guion que le dicta el gobierno de Estados Unidos organizó una conferencia contra Cuba acerca del proyecto de reforma constitucional cubano. En esta ocasión, Cuba fue víctima de vulgares calumnias y mentiras.

18 de abril de 2019: La Revolución Cubana reitera su firme determinación de enfrentar la escalada agresiva de los Estados Unidos

El Gobierno Revolucionario rechaza en los términos más enérgicos la decisión de permitir en lo adelante que se tomen decisiones en tribunales estadounidenses ante demandas judiciales contra entidades cubanas y extranjeras fuera de la jurisdicción de los Estados Unidos y la de endurecer los impedimentos a la entrada en los Estados Unidos de directivos y familiares de las empresas que invierten legítimamente en Cuba, en propiedades que se nacionalizaron.
Repudia también la decisión de volver a limitar las remesas que residentes cubanos en los Estados Unidos envían a sus familiares allegados, de restringir aún más los viajes de ciudadanos norteamericanos a Cuba y la de aplicar sanciones financieras adicionales.
Washington llega al extremo de presionar a gobiernos de terceros países para que intenten persuadir a Cuba de que retire este supuesto e inverosímil respaldo militar y de seguridad, e incluso para que deje de prestar apoyo y solidaridad a Venezuela.

2 de mayo de 2019: Mienten para justificar otras agresiones contra Cuba

John Bolton dijo que Cuba tiene 20000 soldados en Venezuela y que estamos interviniendo en sus asuntos internos.

3 de mayo de 2019: Hemos peleado como hombres, y a veces como gigantes, para ser libres

El gobierno del presidente estadounidense Donald Trump activó el Título III de la Ley Helms Burton el de mayo, otra medida hostil contra Cuba llevado a cabo a pesar del gran rechazo internacional

14 de mayo de 2019: Marco Rubio y Bob Menéndez proponen ley para desconocer marcas cubanas en Estados Unidos  

Los senadores estadounidenses Marco Rubio y Bob Menéndez presentaron, el 12 de mayo de 2019, un proyecto de ley ante el Congreso de Estados Unidos para prohibir el reconocimiento oficial o derechos de marcas comerciales cubanas en la nación norteamericana. La legislación bipartidista y bicameral se tituló “Ninguna marca robada reconocida en Estados Unidos”

5 de junio de 2019: No podrán detenernos: viviremos y venceremos

Decisión del Departamento del Tesoro de no permitir viajes culturales y educativos de contacto con el pueblo cubano más conocidos conocido como “people to people”, y otras relacionadas a los servicios de viaje y transporte, remesas, banca, negocios de comercio y telecomunicaciones.

Decisión de los alcaldes de Miami y Healeah

6 de septiembre de 2019: Nuevas sanciones en la escalada agresiva de EE.UU. contra Cuba

En una nueva acción de reforzamiento del bloqueo comercial, económico y financiero, el Departamento del Tesoro de EE.UU. modificó el Reglamento de Control de Activos de Cuba para imponer nuevas sanciones a nuestro país.
«A través de estas enmiendas regulatorias, el Tesoro está negando el acceso de Cuba a las divisas y estamos frenando el mal comportamiento del Gobierno cubano mientras continuamos apoyando al pueblo de Cuba que tanto sufre», dijo cínicamente el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin.
Básicamente, las nuevas sanciones aumentan las restricciones para el envío de remesas y transacciones bancarias. El Gobierno de EE. UU. impondrá un límite de mil dólares estadounidenses por trimestre en el envío de remesas familiares. También prohíbe el envío de remesas a familiares cercanos de funcionarios cubanos y miembros del Partido Comunista de Cuba.
En su propósito de más de 60 años de asfixiar al pueblo cubano, Washington elimina la autorización para envío de donativos. Sin embargo, ha agregado una cláusula que autoriza tales remesas en caso de que incentive el crecimiento del sector privado cubano independiente del control gubernamental.
También impusieron restricciones a las transacciones U-turn, que consisten en transferencias de fondos llevadas a cabo a través de un banco de EE.UU., pero que no se originan ni tienen como destino este país, y en las que ni el emisor ni el receptor están sujetos a la jurisdicción norteamericana. Con la nueva regla, la Casa Blanca pone fin a un permiso previo que autorizaba estos movimientos, de forma que las instituciones bancarias estadounidenses puedan rechazar esas transacciones. 

Carta de un cubano al presidente Trump

Somos Continuidad

Carta de un cubano al presidente Trump / Por: José Francisco Echemendía Gallego / Universidad de Sancti Spíritus “José Metí Pérez”.


Señor Presidente de los Estados Unidos de América.
No hay duda alguna de que usted pretende pasar a la historia, ser alguien que se recuerde; lo que no me queda claro de esa pretensión es que si usted espera que será positiva o negativa.
Para cualquier cubano queda muy claro que los once presidentes que le han antecedido no pudieron lograr, en 60 años, el objetivo de destruir la Revolución Cubana; probaron de todo, desde un criminal y brutal bloqueo (denominador común a todos) hasta invasiones militares.
Usted que tuvo la oportunidad de ver los resultados de experiencias anteriores podía haber asumido otra actitud, coherente con la ya expuesta en su final de mandato por Barack Obama (aclaro, igual objetivo por otros caminos), pero prefirió otra cosa, optó por aliarse a la pandilla de Miami.
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De tal suerte, usted pasará a la historia como el presidente que más decisiones ejecutivas tomó para arreciar el bloqueo contra Cuba,el más recalcitrante, de eso no me cabe la menor duda; usted será uno más en esa lista (que no es más larga porque el período de mandato es de cuatro años), será el duodécimo presidente en fracasar estrepitosamente en su intento y sabrá que nadie podrá detenernos en nuestros propósitos de construir una sociedad más justa, más equitativa, más solidaria, sostenible y sustentable; hacia ese objetivo van dirigidos todos nuestros esfuerzos.https://www.prensa-latina.cu/images/2019/octubre/03/trump-impeachment.jpg
Ustedes en el norte tienen un plan, nosotros aquí en el Caribe tenemos otro, como dijo una vez nuestro Héroe Nacional: “A un plan obedece nuestro enemigo: (al) de enconarnos, dispersarnos, dividirnos, ahogarnos. Por eso obedecemos nosotros a otro plan: enseñarnos en toda nuestra altura, apretarnos, juntarnos, burlarlos, mantener por siempre a nuestra Patria libre. Plan contra plan.”
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Con respetos, aunque no los merezca,
Un cubano revolucionario.
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La defensa de la cultura significa la salvaguarda de la nación

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La defensa de la cultura significa la salvaguarda de la nación  /  Por Juan Nicolás Padrón 


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Desde los años de la presencia de José de la Luz y Caballero en la sociedad habanera, hubo claridad sobre la diferencia entreinstrucción y educación; si bien la primera se remite a la información o explicación recibida por una acción, comportamiento, método, tarea…, la segunda implica una complejidad superior. Cuando se habla de instrucción se refiere generalmente a un programa, registro o caudal de conocimientos adquiridos siguiendo reglas u operaciones técnicas o explicativas destinadas esencialmente a comunicar y nada más. Pero Luz y Caballero, polemista fecundo con una prédica pedagógica que conducía a la revolución social sin enunciarla explícitamente, sabía que el magisterio debía incluir mucho más; brilló como orador y periodista, y también atendió la traducción y escribió artículos pedagógicos, cartas y diarios, aunque lo más conocido o divulgado de su obra sean los aforismos.
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Algunos de aquellos demuestran la distinción entre instrucción y educación, así como algunos conceptos sobre la educación y elmaestro: “Instruir puede cualquiera, educar solo quien sea un evangelio vivo”; “Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para la vida”; “Quien no sea maestro de sí mismo, no será maestro de nada”; “La educación comienza en la cuna y acaba en la tumba” … No se trata, como pudiera creerse, de conceptos de la Ilustración solamente, sino de nociones que rebasan esos tiempos y demuestran el alto concepto de Luz sobre la educación y los maestros. Y más allá de los referidos estrictamente a ellos, hay también otros de carácter educativo indirecto: “Solo la verdad nos pondrá la toga viril”; “Para todo se necesita ciencia y conciencia”; “Quien aboga por una libertad, aboga por la libertad”; “Bienes comunes, males comunes”; “Hombres más que instituciones, suelen necesitar los pueblos para tener instituciones” … En ellos se revela la pasión por la verdad, se destaca la labor científica y de creación de valores de un educador que exige coherencia en la lucha por la emancipación y razona sobre la responsabilidad individual del ciudadano al relacionarse adecuadamente con las instituciones sociales.
Estas bases conceptuales de la tradición pedagógica cubana constituyen ejemplos para la formación de maestros que no han perdido vigencia. La educación es un proceso para facilitar un aprendizaje muy amplio, pues no solo incluye conocimientos o habilidades, sino también valores y creencias que van modelando los hábitos y las costumbres del individuo, la comunidad o la sociedad, una delicada misión cuyo objetivo no es solo transferir a otras personas la enseñanza, sino tributar a su formación integral. Si de manera tradicional se había asumido que la educación se producía solo mediante la transmisión de la palabra, hoy hay que incluir la imagen audiovisual. Su eficacia resulta significativa si es capaz de provocar sentimientos positivos que generen actitudes y acciones en la misma dirección. Pero para todo ello son determinantes el ejemplo y la coeducación entre profesores y alumnos, pues desde hace mucho tiempo los cambios sociales vienen transcurriendo a una velocidad en que el efecto formativo puede favorecer tanto a educandos como a educadores.
No hay por qué limitar la educación a sus espacios formales de la escuela, aunque ellos tengan un peso importante. Su estructura y formalidad debe complementarse con ámbitos informales más libres. El derecho a la educación formal debe ser reconocido por todos los gobiernos del mundo, con su correspondiente responsabilidad estatal, y no hay ningún pretexto para no hacerlo. Mas cualquier ciudadano necesita, junto a las acciones docentes propias de la escuela, desenvolverse bajo normas de cortesía, urbanidad, sentido de convivencia, respeto al derecho del “otro” aunque sea muy diferente, y en ello no solo interviene la escuela para lograrlo. Ser educado no es solo poseer conocimientos o elementales valores, sino también comportarse en sociedad con modales y consideraciones que enaltezcan al ser humano y no lo degraden, independientemente de criterios políticos, sentimientos religiosos, sexualidad, condición social, lugar de nacimiento, color de la piel o cualquier diferencia entre unos y otros. Una persona educada es distinguida, sea quien sea, y no pocas veces se ha acuñado la palabra “decente”, que implica, además, honestidad y sentido de la justicia, dignidad y calidad humana. Toda educación se completa con acciones de responsabilidad escolar, y, esencialmente, familiar y social.
Desde los inicios de su implementación, la educación ha preocupado y ocupado a familias y líderes sociales, que han transmitido habilidades y conocimientos de una generación a otra sobre la base de modelos establecidos a lo largo de la historia: en el Oriente, Confucio había tenido una perspectiva educativa al formar a discípulos que se expandieron por esos diversos territorios; en Occidente, Platón fundó la Academia en Atenas, posiblemente la primera en la región; de manera semejante, reyes, emperadores, jefes…, que eran también “maestros”, dejaron su impronta educativa en diversas sociedades del resto del mundo. En la Edad Media europea las iglesias se apoderaron de la educación e impusieron su dominación en casi todo el planeta con instrumentos ideológicos. Solo en la Ilustración estas funciones fueron transferidas al Estado, según los intereses con que se fundó cada nación. Algunos, especialmente en el siglo xx, mostraron excesivo celo por su control ideológico, y en la centuria en que vivimos, con las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, se ha puesto en crisis esa perspectiva. La educación hoy en cualquier parte del mundo debe atemperarse a las sociedades informatizadas; de lo contrario, su comportamiento es obsoleto e inoperante.
Como la educación constituye un proceso de socialización que conduce a la moderación del diálogo y al debate con jerarquías sociales y políticas, intervienen de modo complejo y multidimensional diferentes disciplinas de la ciencia y la tecnología, el arte y la literatura, la estructura productiva y la ideología de una nación. Cualquier proceso educativo se inserta en un contexto sociocultural y se establecen ineludibles contactos entre la escuela y la sociedad, especialmente la comunidad donde se ubica el centro docente. Los procesos de enseñanza-aprendizaje interactúan y no hay forma en que el ambiente estructurado de la educación formal no dialogue en mutuas interinfluencias con su medio informal sociocultural inmediato, modelando un orden ético y estético, lúdico y creativo que incentiva procesos de pensamiento y creación expresados en la vida cotidiana de la comunidad, y no pocas veces consolida la estructuración de símbolos que favorecen o perjudican la maduración de este proceso en la sociedad.
Pretender la existencia de mundos separados es un error que se paga caro. Estimular la integración, convivencia y cooperación entre estos universos, constituye una necesidad apremiante, si no se quieren perder la mejor práctica pedagógica y los mejores resultados de la educación. Muchos pedagogos en el mundo han puesto en marcha programas de educación que tributan a estas relaciones; a los educandos se les enseña a convivir en el mundo en que están y viven, y no en uno ideal. Se ha insistido mucho en el vínculo entre escuela y familia, pero menos entre estas realidades, a veces separadas por el muro de la escuela. Ni la escuela puede vivir ajena a donde se encuentra, ni la comunidad debe desconocer a la escuela como medio de facilitación social para enriquecer el proceso de convivencia sociocultural. Toda comunidad tiene su propia cultura y la educación debe contribuir a ella con las mejores experiencias docentes y culturales. He reiterado que una vez le escuché a Armando Hart, uno de nuestros ministros de Educación y de Culturamás lúcidos, que la educación es un medio para llegar a la cultura.
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Existe un estrecho concepto de cultura que estamos obligados a dinamitar: la cultura no es solamente arte y literatura, aunque exista un ministerio que se llame así y se ocupe solo de estas especialidades. Hay cientos de definiciones de cultura —de ahí puede deducirse su complejidad—, pero sería error trascendental limitarla a las llamadas “bellas artes” y “humanidades”, conceptos generalmente remitidos a la “alta cultura”; se trata de términos peligrosamente neocolonialistas, pues la cultura incluye conocimientos, saberes, creencias y conductas, desde el punto de vista material e ideológico, de cualquier grupo humano que genera una matriz simbólica, y de acuerdo con la posición, intereses e intencionalidades de esos grupos, será de dominación o de emancipación. Cultura viene de “cultivo”, y aunque se refiere a la profundización o refinamiento de la sabiduría, desde el siglo xx se asoció a la antropología y fue incorporando elementos de la sicología y la sociología, disciplinas con escasa o interrumpida tradición en Cuba, a veces por graves prejuicios heredados de las nefastas políticas del estalinismo en el pensamiento de la izquierda. Lacultura es plenitud de integraciones dialécticas y rasgos distintivos de la materialidad y la espiritualidad que caracterizan a una nación.
Si bien la cultura es el resultado de las relaciones de producción, un fenómeno vinculado estrechamente al modo de producción de una sociedad, también se debe atender el proceso de hegemonía por el cual un grupo dominante se legitima ante sus dominados. Hoy no se puede desconocer que la cultura forma parte de las relaciones históricas entre un grupo humano y su medio ambiente, un proceso que comprende industrias culturales trasmisoras de expresiones en las que pesa su valor comercial pero también su intencionalidad ideológica. Hay un gran interés por parte de no pocas industrias culturales poderosas por hacer desaparecer peculiaridades y fortalezas de culturas tenidas por “periféricas”; no se trata de transculturación, sino de deculturación. Es un peligro real y una lucha actual como estrategia esencial de dominación.
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Durante un tiempo, y sobre todo a partir de la Ilustración, se reforzó una clásica oposición entre naturaleza y cultura, vinculada al concepto de civilización, que sirvió para justificar una nueva esclavitud capitalista que en el presente pretende resurgir. Los pensadores de una Alemania fragmentada creían que la unificación podía resolverse mediante la política; no pocos dirigentes soviéticos suponían lo mismo partiendo del modelo de la URSS: ambos casos demostraron su ineficacia. El factor que más une a cualquier pueblo es lacultura, crisol al que se incorporan historias, tradiciones, pensamiento, acción, valores, moral, Derecho, creencias… que con orgullo nacional marcan un derrotero y un destino, por muy pequeña que sea la nación. A veces, algunas se mantienen resistiendo en el concierto mundial frente a otras culturas poderosamente depredadoras.
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Hoy la defensa cultural de esos pueblos pequeños como el de Cuba, significa la salvaguardia de su nación, forjada desde una identidad común y único idioma en una isla de singular historia de lucha por la justicia social y con la cazuela abierta a un ajiaco dispuesto a asimilar infinitas diversidades basadas en el respeto al “otro”. Nuestra educación revolucionaria es definitivamente el mejor medio para llegar a una cultura inclusiva y de la emancipación, bajo el apotegma martiano de “con todos y para el bien de todos”. 
Imagen de portada: Cocotaxi, obra de Maykel Herrera, de la serie Príncipes enanos.

“Progresismo” en Cuba y memorias del subdesarrollo

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“Progresismo” en Cuba y memorias del subdesarrollo / PorKarima Oliva y Vibani B. Jiménez


Una resultante perversa es la absurda posición del intelectual como “conciencia crítica de la sociedad”—otra vez el intelectual fuera de la realidad— en vez de la conciencia y la actuación crítica de los revolucionarios sobre su sociedad.
Fernando Martínez Heredia. El corrimiento hacia el rojo.

Intelectualismo “progresista” y sus referentes


La clase que en la sociedad moderna, burguesa, da su coloración política al poder es la misma que domina material, económicamente. Y su dominación política está destinada, en definitiva, a mantener y reproducir las condiciones generales en que se lleva a cabo su explotación económica; es decir, las relaciones capitalistas de producción.
Adolfo Sánchez Vázquez. Entre la realidad y la utopía. Ensayos sobre política moral y socialismo.

Algunos medios digitales “independientes” de corte periodístico o académico, ganan protagonismo en Cuba, en especial, entre determinados sectores de la intelectualidad cubana, presentándose como plataformas “plurales” y “alternativas” de deliberación pública sobre el presente y el futuro del país. Quienes publican en estos espacios van construyendo una narrativa “progresista” que asume como hilo conductor un discurso de descrédito y, en ocasiones, marcadamente resentido, respecto al sistema político cubano. A pesar de su pretendida “pluralidad”, es difícil que encontremos posturas identificadas con el curso del proceso revolucionario en las últimas décadas, ni siquiera desde una perspectiva crítica. Los mismos autores son quienes publican en unos y otros de estos medios, se citan entre sí, y van creando una red que busca posicionarse dentro del escenario mediático en torno a Cuba. Tratan de ejercer influencia en la opinión pública, acumulando un capital intelectual que en algunos casos ya es redituable, y uno político que quizás, en algún momento, pudiese llegar a serlo. Intentan socializar una forma particular de interpretar la realidad cubana, que se torna cada vez más popular dentro de sus redes, sin que exista claridad de su alcance efectivo.
Hay matices en el discurso de los autores que pueden considerarse dentro de esta corriente. Algunos de ellos están más interesados en el desarrollo económico y defienden el libre mercado, mientras otros abogan con más fuerza por el empoderamiento de la llamada “sociedad civil”. A grandes rasgos, se pudiera decir que el gradiente va desde quienes anhelan la liberalización definitiva de la economía cubana, pasando por los que sin declarar posición ideológica alguna se presentan como defensores de la prensa independiente, la libertad de expresión, otros derechos civiles y determinadas causas sociales; hasta quienes tienen la mirada puesta en la posibilidad de una inflexión en la institucionalidad jurídico política cubana hacia un “socialismo democrático”, que sea heredero de la tradición republicana más pura.
A pesar de esa variedad, distinguimos un centro en torno a cinco aspectos fundamentales que marcan los intereses dentro de esta corriente de pensamiento “progresista”, con un signo mucho más homogéneo que plural:
Primero, la defensa de determinados derechos acotados dentro de la sociedad cubana actual, relacionados con limitaciones a la propiedad privada y la acumulación de riqueza, la libre asociación, manifestación y expresión, la pluralidad política, el voto directo y la libertad de prensa.
Segundo, las narrativas se caracterizan por la denuncia de las condiciones de vulnerabilidad que viven determinados sectores de la población, es decir, situaciones de pobreza, insalubridad, violencia de género, entre otras problemáticas susceptibles de ser presentadas mediáticamente como “causas sociales” que despierten gran sensibilidad.
Tercero, su juicio sobre el sistema político cubano se basa en responsabilizarlo en términos absolutos, tanto de las limitaciones en materia de derechos, como en materia de desarrollo económico y condiciones de vida de los sectores vulnerables.
Cuarto, la discusión sobre ciertos derechos, o se realiza pasando por encima del carácter socialista del sistema, como, por ejemplo, la necesaria intervención estatal sobre los procesos de distribución de la riqueza y la propiedad; o se realiza de manera descontextualizada, en la medida en que se omite la influencia del bloqueo económico y el asedio político, militar y mediático estadounidense, que delimita las condiciones de posibilidad para la realización de estos derechos y para la superación de las dificultades económicas existentes. Esta discusión, además, pareciera desconocer o, al menos, trata como una obviedad, la amplia plataforma de derechos efectivos que disfruta la población cubana en condiciones de equidad, algunos de ellos, incluso, con carácter universal e inalienable, situación que habla a favor de una clara y sostenida voluntad política del sistema cubano de dignificar la vida en la isla.
Quinto, finalmente, aunque estos discursos no usen la misma jerga política de la derecha norteamericana contra Cuba, se sostienen sobre los mismos pivotes de apertura al libre mercado, de crítica irónica de la ineficacia de una economía socialista bloqueada y defensa de un puñado de derechos específicos tradicionalmente enarbolados por las democracias liberales, lo que hace a este tipo de alegatos muy susceptibles de ser absorbidos o cooptados por intereses externos y sus asalariados en la isla, así como por el resto de la disidencia cubana. Como parte de esta corriente de pensamiento “progresista”, se destacan algunos intelectuales cubanos que se autodefinen como representantes de la “izquierda”. Se pronuncian en defensa de un “socialismo democrático”, con nostalgia de la tradición republicana presente en otras etapas de la historia de nuestro país y, desacreditan, en general, el proceso revolucionario socialista en Cuba. A pesar de su postura, escéptica a veces, claramente hostil otras, respecto a la institucionalidad cubana vigente, y aunque en ocasiones terminan asumiendo posiciones alineadas o, al menos, convenientes, para la derecha internacional que agrede al país, y sus activistas políticos dentro de la isla, sería difícil identificarlos como integrantes de la abierta disidencia. Ellos son intelectuales formados en Cuba, con dominio de un importante acervo cultural, que parecen auténticos cuando se declaran altamente comprometidos y preocupados por un mejor destino para su país.
Nunca los veremos pronunciarse en los términos de la derecha miamense, propaganda gastada de la que ellos se desmarcan: el calibre de su discurso es otro; es un discurso, de hecho, difícil de calibrar, en un primer acercamiento. Su retórica resulta atractiva, pero sin afiliación clara a ningún proyecto, ni otra declaración de principios que no sea la de su fe en los ideales de la pureza republicana y algunas de sus categorías formales. Para la mayoría de sus seguidores en las redes, basta el hecho de sentirse identificados con ellos, cuando confiesan su dolor por una patria separada debido a la migración; se colocan como mártires de un Estado que los acosa; halagan la abundancia de Miami y lamentan las carencias de Cuba; o se sientan provisionalmente al lado de algunos grupos sociales a llorar lo que ellos presentan como su infortunio dentro del sistema. Símbolos muy oportunamente usados en artículos de opinión cargados de resortes emocionales, dirigidos a fibras del corazón de una nación, que aún después de seis décadas del más importante proceso revolucionario anticolonial de la historia contemporánea, sigue luchando por resolver, en sus modos de producirse subjetivamente, su principal contradicción histórica, la misma desde octubre de 1868, esa tensión entre el deseo de ser ella misma o el de ser a imagen de un amo. Porque debemos reconocer que hay sectores importantes de la población en Cuba identificados con los valores que representa el proyecto socialista y que desean realmente su continuidad, pero hay también algunos sectores identificados con los valores del capitalismo y su pregonada falacia de abundancia, democracia y libertad.
En principio, nadie podría estar en contra de lo que desea públicamente una parte del intelectualismo “progresista” en Cuba: una institucionalidad jurídico política que garantice mayores libertades, derechos y oportunidades de participación real para el pueblo. Sin embargo, el problema surge cuando proponen como camino hacia mayores cuotas de democracia y derechos, el surco trillado de las fórmulas de la institucionalidad burguesa, en un momento histórico en el que las categorías que defienden, han devenido ya probados eufemismos que no resuelven las crisis estructurales de derechos y democracia en las sociedades capitalistas.
Se puede alegar que los principios republicanos de mayores derechos y libertades no tienen por qué ser exclusivos de las sociedades burguesas, esto dependerá siempre de los referentes desde donde sean construidos. En ese sentido, aunque una parte del “progresismo” en Cuba se declara afín a la izquierda, sus discursos y referentes parecen mucho más cercanos a las socialdemocracias. A estas alturas de la historia es sabido que la llamada “tercera vía”, no está en guerra contra el capitalismo propiamente, sólo contra su expresión más salvaje. Es decir, esta concepción se encuentra mucho más ajustada a la tolerancia de un sistema basado en relaciones de explotación, acorde a la ingenua o interesada idea de que existe un capitalismo “bueno” y un capitalismo “malo”. Sin embargo, no hay una moral intrínseca al capitalismo que pueda controlar y autocorregir voluntariamente los procesos de explotación y acumulación, para crear un modelo amable con la humanidad y la naturaleza. Esta noción de un lado noble del capitalismo omite la lucha de clases como elemento fundamental en el interior de un sistema que utiliza todos los medios posibles para reproducirse, y en su reproducción ilimitada contiene la negación de la humanidad y, al mismo tiempo, la necesidad de la rebeldía.
La implementación de frenos, en determinados momentos y contextos, al capitalismo, sólo ha sido el resultado histórico de las luchas populares frente al sistema. Las concesiones, en términos de reivindicaciones sociales, que se han podido arrancar al mismo, deben defenderse perpetuamente, a riesgo de ser borradas de la historia, pues no forman parte de la lógica de sus procesos de acumulación. Esto, porque los derechos sociales, en realidad representan elementos disruptivos que restan oportunidades de lucro, por lo que pueden ser perfectamente prescindibles e irrelevantes dentro del funcionamiento “saludable” del sistema económico de acumulación capitalista, como ha quedado ampliamente demostrado en las latitudes devastadas socialmente por los intereses del capital.
Por lo tanto, el desmantelamiento total de los derechos sociales en algunos lugares y la existencia de concesiones arrancadas al sistema en determinados contextos a base de lucha y sacrificios colectivos, son dos caras de la misma moneda: el único carácter brutal del sistema. Es por esto que, en lo que respecta al socialismo en Cuba, los derechos relacionados con la libre asociación, libertad de prensa y manifestación, conceptos que tanto defiende el “progresismo*” cubano, tomados en abstracto, sin considerar las condiciones objetivas y las realidades concretas a las que se enfrenta la isla desde enero de 1959, son susceptibles de ser coaptados por grupos de poder económico externos e internos a la isla para imponer una agenda privada y privatizadora de acuerdo a sus intereses de clase, que incrementaría las periferias que ya existen y las tornaría inimaginablemente cruentas. Cuba no entrará, por la amplia alameda del modelo de democracia burguesa que defiende el “progresismo” cubano, sin que se resquebraje su libertad como nación y el proyecto de una sociedad para los humildes. El voto directo en esos países cuyas constituciones pone de ejemplo el “progresismo” en Cuba, no garantiza necesariamente que los intereses de quienes votan estén representados. La insistencia de los “progresistas” en la “pluralidad política”, que pudiera traducirse en pluripartidismo y abrir un espacio para la presencia real de corrientes políticas de “centro” y de “derecha”, en el marco de un proyecto social donde no puede haber más lugar que para la profundización del socialismo, a riesgo de ser destruido cualquier proyecto autónomo como nación, conduciría al reposicionamiento de una burguesía en el poder, que no dudará ni demorará en restablecer los mecanismos de dominación de clase afines con sus intereses económicos, lo que implicaría la liquidación del socialismo.
Pareciera que esta concepción del “progresismo” cubano, en defensa de derechos y libertades en abstracto, no logra mirar que, en el espacio político formal de las sociedades capitalistas, en realidad no existe una diferencia efectiva entre el “centro” o la “izquierda”, ya que la política en turno se subordina a los intereses del capital, sea cual sea, su signo. La izquierda verdadera regularmente lucha por fuera y abajo, al margen y contra toda la institucionalidad impuesta. El pluripartidismo se transforma en la práctica en grupos de poder económico y político en pugna por los recursos de sus países para lucrar, despojando a amplios sectores sociales de oportunidades para la satisfacción de sus necesidades básicas. En países con constituciones que reconocen la libertad de expresión se reprimen violentamente las manifestaciones sociales cuando afectan los intereses de las élites económicas y se asesinan periodistas y defensores de derechos humanos con impunidad. En este sentido, la institucionalidad jurídico política burguesa se caracteriza por enunciar derechos formales y libertades relativas subordinados en última instancia a los intereses del capital. ¿Qué derechos están garantizados para los más pobres en muchos países en los que las constituciones hablan de democracia, derechos humanos y libertades políticas en los mismos términos que exige el “progresismo” cubano que defina la constitución en Cuba?
Ningún derecho. Porque no se trata de conceptos formales, se trata de crear condiciones de posibilidad reales en el contexto de determinado proyecto de sociedad. Por lo tanto, no reconocemos el orden conceptual de derechos y libertades que pregona el intelectualismo “progresista” como contraposición al socialismo en Cuba (“pluralidad política”, “derechos humanos”, “libertad de expresión”, “libertad de prensa”, “libertad de asociación”, libertad de manifestación”, “democracia”), no porque sean en sí mismos conceptos burgueses, porque en realidad no tienen necesariamente que serlo sino, sobre todo, porque no son susceptibles de realizarse plenamente dentro de los modelos de sociedad capitalista que el “progresismo” ocupa como referente, es decir, existe una contradicción inherente a ese sistema entre, la enunciación formal-retórica de derechos y libertades, y su concreción real-práctica. Y, porque, para enarbolarlos, los “progresistas” pasan por encima de la historia de Cuba, aunque se declaren acreedores de ella; pasan por encima de las condiciones geopolíticas que enfrenta un proyecto en transición socialista y de sus circunstancias económicas; pasan por encima de los logros sostenidos de la revolución en materia de derechos y libertades, a pesar del hecho de encontrarse el país en medio de un asedio militar, económico, político y mediático que dura ya más de seis décadas. Pasan por encima del espacio donde libertades y derechos se encuentran en pugna, es decir, la confrontación de dos modelos antagónicos de sociedad, un modelo que tiene como fundamento el lucro y la ganancia, a partir de la explotación del trabajo al servicio de la acumulación del capital en una minoría, y otro que tiene como fundamento la distribución y la equidad al servicio de la sociedad entera.
Siendo así, criticamos, la forma como son utilizados estos conceptos de libertades y derechos por el “progresismo” cubano, a imagen y semejanza de cómo son utilizados permanentemente en el orden discursivo que la institucionalidad burguesa impone para legitimarse, sin que necesariamente se realicen en la práctica, pues están siempre l imitados por el marco estrecho de los intereses de clase de la elite dominante, o sea, siempre acaban siendo derechos y libertades para una minoría. Su única posibilidad de realización universal efectiva es dentro de una sociedad que trascienda el orden establecido por el modelo burgués y los desarrolle desde un marco nuevo, superando las limitaciones impuestas en la sociedad capitalista. Es decir, donde la libertad no se reduzca a las oportunidades de lucro para unos cuantos, la democracia no se limite al imperativo de los intereses de quienes tienen el dinero, la libertad de prensa no se reduzca a la opinión de los dueños de las corporaciones mediáticas en representación de los dueños del capital, la libertad de asociación no sea exclusiva de los privilegiados, y la libertad de expresión no esté circunscrita a lo tolerado por los intereses del mercado.
La enunciación en términos abstractos de cada uno de estos conceptos, utilizando como referente modelos de sociedades capitalistas basadas en derechos formales y libertades relativas en beneficio de los intereses de una minoría, difiere de lo que pueden llegar a ser realmente esos mismos conceptos en un modelo de sociedad socialista que aspira a la realización efectiva de los derechos y libertades plenos para todos. En este sentido, mientras que los discursos “progresistas” en Cuba importen como referentes los conceptos de libertades, derechos y democracia desde las dinámicas de la institucionalidad burguesa (caracterizada por regular relaciones de explotación para la reproducción de una sociedad dividida en clases), con el propósito de juzgar un proyecto en transición socialista (que, por el contrario, aspira a la supresión de las relaciones de explotación y eliminación de las clases sociales), podemos hablar con justicia de la utilización de conceptos burgueses o del uso burgués de los conceptos.
Cuando el discurso “progresista”, que se autodefine como de “izquierda,” apela como modelo y referente a elementos de la estructura, ideología e institucionalidad de la sociedad capitalista que deben ser superados en el socialismo, se le puede identificar con claridad como corriente conservadora del pensamiento intelectual, completamente antagónica a una auténtica posición de izquierda. Lo que hace es recrear híbridos subdesarrollados de la cultura institucional burguesa cubana anterior a la revolución. Por lo tanto, es labor del pensamiento crítico revolucionario, desenmascarar este tipo de juegos retóricos del pensamiento conservador disfrazado de “progresismo” o de “izquierda”.
Si hay algo que debe combatirse en una revolución socialista, es también la apropiación burguesa de conceptos fundamentales para el desarrollo de su carácter democrático, cada uno de los conceptos y valores que sirvan a la profundización de la democracia socialista deben socializarse y radicalizarse en el proceso. Posibilitando así la emergencia de nuevos modos de ser del trabajointelectual , desplazando la figura de los intelectuales como conciencia crítica de la sociedad, tan bien aprovechada por las tendencias conservadoras, y asumiendo el pueblo revolucionario la actuación crítica sobre su sociedad (Martínez, 2001).
Por lo demás, el capitalismo y su institucionalidad jurídico política han demostrado con creces su fracaso para la realización de los mencionados derechos y libertades en cada rincón del mundo. Ahí donde el capitalismo ha triunfado estrictamente, su triunfo ha representado para la mayoría de los pueblos, explotación, devastación, despojo y exterminio, es decir, la destrucción de culturas y sociedades enteras. Los “progresistas” cubanos siempre podrán decir que no necesariamente Cuba tendrá el mismo destino que los del sur, y que incluso, a todos los del sur no les ha ido igual de mal. Y justamente ahí, se estarán equivocando nuevamente, pensando que el capitalismo tiene un lado “bueno” y otro “malo”, mirando a occidente con la esperanza de que a Cuba pueda irle tan bien como a las élites de las potencias coloniales, mientras el mundo entero se desmorona.
Las históricas potencias coloniales siempre son puestas como referentes de lo bueno que puede l legar a ser el sistema capitalista y las socialdemocracias. El pensamiento liberal, de que a ellos les va bien porque han sabido desarrollar un capitalismo benevolente y al sur le va mal por las grandes cuotas de corrupción existentes, es un pensamiento altamente difundido entre sectores importantes de las sociedades en el sur. Muchos intelectuales progresistas en América Latina ponen como buenos ejemplos los avances sociales alcanzados en algunas de estas sociedades capitalistas desarrolladas económicamente. Pero los logros positivos en materia de derechos y libertades al interior de esas sociedades, son precisamente gracias a los frenos que por razones históricas (Estados de Bienestar) se han impuesto al modo de acumulación capitalista. Aunque no es posible olvidar que para mantener su hegemonía económica, las élites de esos gobiernos, al exterior aplican los mismos modos salvajes de explotación e implementan los mecanismos característicos de dominación capitalista sobre la política de otros países, usando incluso la violencia para suprimir derechos y libertades de otros pueblos. El capitalismo es un sistema global en un mundo unipolar, por lo tanto, es el sistema responsable del orden de cosas a las que estamos asistiendo en nuestro planeta. La riqueza que ostentan las sociedades más desarrolladas económicamente descansa hoy en un sistema que para reproducirse está arrasando con la mayor parte de la población mundial y con la naturaleza. Vivamos donde vivamos no podemos estar de espaldas a esa realidad.
El “progresismo” en Cuba se hace eco de un pensamiento claramente colonial, olvida de qué lado de la historia debemos estar y que, con los pobres, porque eso somos, debemos echar nuestra suerte. Con la misma ilusión los anexionistas cubanos deslumbrados miraban al Norte en la época en que Martí confesaba haber conocido cuán revuelto y brutal podía ser y cuánto nos despreciaba, horas antes de morir, y ya sabemos en qué acabó ese capítulo de la historia de Cuba.
Sabemos que el “progresismo” ahora quiere reescribirla, y contar que la república burguesa fue tan buena, a pesar de sus males, porque fue república, pero junto al reconocimiento de los avances relativos que representó, nunca podremos olvidar, que luchando contra las formas efectivas en que se consolidó esa república, perdieron la vida los jóvenes cubanos rebeldes más valiosos de la época.
Al final, no están haciendo, a su manera, algo que la narrativa de la derecha internacional no haya hecho antes respecto a Cuba y no siga haciendo: una lectura del socialismo cubano, bajo el prisma del orden de racionalidad emanada de las democracias liberales. A pesar de autodefinirse como exponentes de un pensamiento de “izquierda”, reiteramos que representan una línea conservadora dentro del pensamiento intelectual cubano contemporáneo, abiertamente en contradicción con las nuevas formas de organización de la vida social que se experimentan en Cuba desde el triunfo de la revolución y que tendrán que seguirse reinventando, porque el socialismo, a diferencia del capitalismo en todas sus variantes, es un sistema por construirse todavía.
Respecto a Cuba, no se trata de defender un gobierno como fin en sí mismo, ni los intereses de un grupo en el poder. Se trata de salvaguardar las condiciones de posibilidad para que se efectivice un proyecto de sociedad socialista que garantice los derechos del pueblo, o lo que es lo mismo, defender la soberanía e independencia de una nación, que, aunque quieran obviarlo, enfrenta un asedio permanente, precisamente por no rendirse ni claudicar en ese empeño. La guerra contra la Revolución Cubana ha sido el precio que se ha tenido que pagar simplemente por el hecho de ser libres y consecuentes. Si algún grupo llegara a poner en riesgo la soberanía de la nación, estando en el poder o no; si en algún momento los verdaderos derechos de los que disfruta el pueblo fueran pisoteados en interés de una minoría; si el despojo, la explotación, el desprecio por el valor de la vida humana, la humillación, el anexionismo, la subordinación al poderoso del norte, pretendiesen imponerse como norma en el poder y la revolución fuera así traicionada, habrá que salir a las calles, ahora sí, lo permita o no la constitución, a retomar el curso de la historia; no el curso de la historia de dominación y represión que comenzó en 1901, aunque hubiese república, sino la historia de soberanía nacional y dignificación de la vida humana, que comenzó en enero de 1959.
Sin duda, el socialismo cubano tiene que radicalizarse, tiene que hacerlo hacia la profundización de la equidad social y el mejoramiento de los mecanismos de participación política, pero tiene que crear sus propias formas de conseguirlo. Es cierto que en ese intento hay ejemplos hacia dónde mirar, pero no son los de las democracias liberales. Los movimientos de izquierda anticapitalista en América Latina, por ejemplo, están haciendo mucho en ese sentido, por qué no mirar hacia allá, cuando ellos miran a Cuba.

“Progresismo”, influencers cubanos y capital intelectual redituable


El imperialismo, que en este preciso campo de la cultura ha sido muy hábil, ha tratado de sembrar la confusión, de apropiarse de la terminología de la izquierda, de presionar sobre las vanidades más vulnerables y los temperamentos más cómodos, de comprar actitudes con otra moneda (becas, viajes, éxito, posibilidades de publicaciones, etc.) que no sea el del dólar constante y sonante.
Mario Benedetti, Cuaderno Cubano.

Dentro del “progresismo” en Cuba y gracias a su presencia en los medios digitales y las redes sociales, hay voces que se van configurando como influencers. La llegada a Cuba de las redes sociales no sólo ha permitido la emergencia de los llamados youtubers cubanos, que van ganando cada vez más subscriptores, en su mayoría, documentando novedades, singularidades y atractivos sobre la isla, para un público que suele ser bastante diverso, fuera y dentro de Cuba. En el mundo académico hay quienes también han visto en el fenómeno de las redes sociales, como Facebook, twitter, blogs y algunos medios digitales, una oportunidad de posicionarse, ganar visibilidad e ir acumulando capital intelectual redituable. No habría nada negativo si, en este caso, no capitalizasen problemáticas y causas sociales como sus cartas de presentación. Se comportan como una especie de influencers académicos.
De modo general, los influencers digitales, son un fenómeno que ha ganado presencia y fuerza en las últimas décadas a raíz de la irrupción de internet como red de redes en todos los escenarios de la vida cotidiana y el cambio de modelo de consumo de medios de comunicación a dispositivos móviles. Por lo general, se trata de jóvenes que van ganando gran presencia y protagonismo en las redes, tratando un tema específico, hasta convertirse en una referencia, marcar un estilo y poseer un poder de influencia considerable. Hay influencers que devienen una celebridad y llegan a contar con millones de seguidores. Es claro que, detrás de este nuevo escenario de influencia mediática se mueven importantes capitales de poder económico y político.
Desde la misma óptica, los influencers académicos, son aquellos investigadores, docentes o especialistas, que van ganando popularidad gracias a los entornos digitales en los que transmiten sus conocimientos y puntos de vista sobre determinados temas, convirtiéndose en líderes de opinión, con capacidad de influir en la forma de pensar de los sectores que los siguen y ser un apoyo en la promoción de determinadas narrativas. Qué distingue a los influencers académicos cubanos.
Primero, eligen y se especializan en un tema susceptible de enlazarse con la vida social en Cuba que cotice bien en los escenarios mediáticos, esté de moda o sea fácilmente vendible. Este es un aspecto que favorece que se apliquen los mismos criterios que se esgrimen en otras realidades, para juzgar a la sociedad cubana, de forma descontextualizada y en sintonía con las narrativas en boga. ¿Cuáles son estos temas? Temas en torno a los que las universidades, fundaciones, organizaciones civiles, gubernamentales u ONGs, incluso, grupos de poder político externos, invierten capital, destinan recursos, financian proyectos, eventos, congresos, salario de investigadores, conferencias, publicaciones, etc. Como aspecto importante, estos temas tienen que ser susceptibles de presentarse como “causas sociales”, despiertan gran sensibilidad en el público de modo general y, al mismo tiempo, son convenientemente polémicos. Los intelectuales que tratan estos temas fácilmente se convierten en apasionados defensores de “causas nobles” y conectan con sectores de la población cubana afectados por las problemáticas que abordan. Por lo general, son temas vinculados a los derechos humanos y contemplados en las agendas de importantes organismos internacionales y centros de poder político y mediático.
Segundo, están en la búsqueda de los últimos datos, acontecimientos o hechos sobre los que puedan escribir artículos de opinión, apelando, más que al análisis crítico riguroso (es decir, sistémico y estructural), a los resortes emocionales de los lectores. Presentándose como intelectuales críticos o de “izquierdas” aparecen ataviados de la narrativa “progresista” posmoderna. Enarbolan principios formales que gozan de prestigio en los circuitos narrativos de las democracias liberales, como, sociedad civil, ciudadanía, derechos humanos, democracia, etc. de forma abstracta, sin tomar en cuenta las condiciones históricas, sociopolíticas y socioeconómicas de las realidades y los grupos sociales sobre los que escriben.
Tercero, actúan en red, es decir, su presencia en las redes responde a una estrategia mediática, a través de la cual, amistades, colegas y/o los medios digitales con los que colaboran contribuyen a promocionar una imagen favorable de ellos y atacan a todo el que emita un juicio crítico. Lo incisivos que pueden ser contra las opiniones contrarias lo justifican por la gravedad de los temas que tratan, bajo la bandera de defender los derechos de los grupos que dicen estar salvando con su labor. Hacen, por lo general, un manejo profesional de las redes sociales, a los fines de ganar visibilidad, auto promocionarse e i r construyendo un CV virtual que pueda devenir en el establecimiento de cierto liderazgo de opinión. Incluso, son reconocidos en algunos contextos como voces autorizadas y líderes de opinión sobre determinados temas de la realidad cubana o “cubanólogos”.
Cuarto, el capital intelectual que van acumulando es redituable y por eso los veremos viajando alrededor del mundo como voceros de las “causas nobles”, en estancias académicas, intercambios, colaboración con fundaciones, prestigiosas universidades, sobre todo, en países como Estados Unidos, algunos países latinoamericanos o europeos; son beneficiarios de becas, son invitados a determinados círculos académicos acreedores de un gran capital intelectual, cultural, económico y político.
Quinto, el beneficio de estas alianzas con determinados centros de poder, es recíproco, a la vez que usan estas alianzas para afianzarse en el escenario académico y mediático internacional, todo lo cual, puede ser interpretado como acumulación de capital intelectual y político altamente redituable, estas organizaciones se benefician al usarlos como cara de presentación de sus narrativas y del orden de racionalidad hegemónico que quieren sostener, son sus “embajadores de buena voluntad”. En definitiva, sus narrativas son lo suficientemente críticas como para resultar atractivas y lo suficientemente conservadoras como para no representar un peligro para el status quo burgués.
Y así, el “progresismo” cubano va encendiendo cada vez más las redes, convirtiéndose en voces autorizadas para hablar de Cuba en el tercer entorno; y, mientras acumulan likes, van siendo, en definitiva, cada vez más influencers; van viajando cada vez más al norte; van acumulando un precioso capital intelectual y político que colateralmente se torna redituable, mientras las causas sociales y un proyecto de nación del que dependen millones de cubanos, son usados como plataforma para su gloria.

Pensamiento crítico y socialismo en Cuba


Y si la contradicción entre democracia formal y democracia real es insuperable dentro del sistema social vigente, aunque puede suavizarse, entonces se trata de superar el sistema mismo, y esta superación tiene un nombre: socialismo. De ahí que la lucha por la democracia, cuando es consecuente como proceso de ampliación y profundización de ella, es inseparable de la lucha por el socialismo.
Adolfo Sánchez Vázquez. Entre la realidad y la utopía. Ensayos sobre política moral y socialismo.

El socialismo en Cuba encuentra las bases de su democracia en la revolución popular que se nutre de una de las expresiones del pensamiento crítico más radicales de la historia, el marxismo, que en su corriente transformadora plantea objetivos mucho más profundos que los que se discuten en los espacios “alternativos” del “progresismo” en Cuba, es decir, va más allá de a crítica formal al ejercicio del poder político en el marco de las sociedades burguesas. Propone eliminar, como punto de partida para acabar con las formas antidemocráticas del ejercicio del poder político, las relaciones sociales de explotación que sostienen a la sociedad capitalista dividida en clases. Este es uno de los principios más radicales y quizás entraña también una de las críticas más fuertes del marxismo al pensamiento liberal. Es también desde donde la Revolución Cubana lanza uno de los mayores desafíos a las democracias liberales: la posibilidad de construir un verdadero poder popular basado en otro tipo de relaciones sociales como fundamento de una democracia real.
Mientras las relaciones de dominación sostenidas en la explotación del trabajo determinen las relaciones sociales en su conjunto, no hay posibilidad de consolidar una auténtica democracia desde el poder político, ya que estará siempre acotada por los intereses exclusivos de la clase económicamente dominante, y no por el bien común como principio fundamental del pueblo hecho poder. En este sentido, la sociedad cubana en transición socialista se coloca a la vanguardia en la construcción de una auténtica democracia, ya que en primer lugar ha conquistado la libertad necesaria para construir y, de ser necesario, rectificar, a partir de su experiencia histórica, l os referentes propios que le permitan mejorar las prácticas democráticas desde el ejercicio del poder popular, siempre susceptibles de perfeccionarse, en la medida en que el poder político profundice su socialización en el proceso revolucionario. Aunque l os retos en ese aspecto, y las limitaciones por superar, aún sigan siendo muchas.
El desmantelamiento de las relaciones de explotación del trabajo, así como la socialización de los medios fundamentales de producción son un punto de partida ineludible para construir la democracia, representan, en primer lugar, la posibilidad de superación de una democracia formal que sirve a una minoría para permitir la emergencia de una democracia real que sirve a la mayoría, en este sentido socialismo y democracia son conceptos interdependientes. El debate sobre la democracia en Cuba no puede reducirse a los términos abstractos como el “progresismo” lo plantea. Sino que debe tomar como plataforma dos cuestiones que resultan fundamentales: la continuidad del socialismo revolucionario cubano, que al mismo tiempo es su garantía, y las condiciones histórico sociales en que este debe defenderse. Sólo a la luz de éstas dos cuestiones claves es que pueden discutirse también con rigor determinados derechos y libertades, su viabilidad y las condiciones de posibilidad que estarán delimitando los márgenes de su realización.
En la Revolución cubana no hay opción para regresar a etapas previas, caracterizadas por la acumulación de riqueza en manos de una clase que se sirve del poder político, como ocurre en la mayoría de los países capitalistas del mundo.
En este sentido, es claro el planteamiento del gobierno revolucionario sobre el hecho de que en Cuba sólo puede haber lugar para la continuidad y profundización del socialismo en un proceso de carácter irreversible.
Es desde la congruencia con los sólidos principios de la revolución socialista cubana, y no desde el pensamiento liberal burgués, como se puede seguir creando una sociedad nueva. Es desde la continuidad como se puede profundizar la democracia socialista, desde el combate radical de las relaciones de explotación; la lucha sin tregua por la justicia social; el mejoramiento de los mecanismos de participación política del pueblo; el perfeccionamiento de las organizaciones de formación ideológica y política de base; el combate de las brechas sociales existentes en un contexto económico adverso; la implementación de los mecanismos necesarios para evitar la acumulación de riqueza y garantizar su distribución cada vez más equitativa; la salvaguarda de los derechos sociales efectivos; la profundización del protagonismo de los trabajadores en la organización de la economía local y nacional, junto con la promoción de nuevas formas socialistas de organización de la producción que amplíen los alcances de la participación democrática en la toma de decisiones dentro de cada uno de los rincones de la sociedad, es decir, la optimización de los diversos mecanismos existentes de socialización del poder político que la revolución exige. Todas estas actividades implican el protagonismo y participación directa del pueblo en la política a través de la toma de decisiones en lo local y lo nacional, representando al mismo tiempo la continuidad del proceso revolucionario, la profundización del socialismo y el mejoramiento de su democracia. Para estas tareas no existen fórmulas, la revolución socialista es una obra de creación propia y singular, que en el contexto mundial actual se enfrenta con múltiples adversidades, también es la esperanza de un mundo mejor para todos, que ya es, en parte, una realidad en Cuba.
Algunos intelectuales cubanos “progresistas” afirman que se les critica desde posiciones extremistas, radicales y ortodoxas, para desacreditar el disenso, la diversidad y pluralidad. Se olvidan que es solo dentro de la revolución socialista donde ha podido expresarse verdaderamente la diversidad en Cuba, ya que se han superado las formas de dominación que en otras partes del mundo suprimen históricamente con violencia el disenso y la diferencia. Y es precisamente también el ejercicio libre del pensamiento crítico desde de la revolución, el que permite reivindicar el socialismo cubano y exponer la manipulación mediática de las corrientes intelectuales “progresistas” en Cuba.
No es tan difícil desenmascarar el pensamiento conservador detrás de la retórica “progresista”, basta identificar la ideología detrás de la mirada. Para esto es importante reconocer no sólo desde dónde se mira, sino hacia dónde se mira.
Quienes miran hacia arriba y sobre todo a la derecha, como es el estrecho espectro de la mirada del pensamiento conservador, en su afanosa búsqueda del “progreso” dentro de los modelos de institucionalidad burguesa, con sus libertades relativas y derechos formales, sólo encontrarán en realidad los dictados de los poderosos del mundo que administran el sistema y no se cansan de tratar de imponer para Cuba un pasado indeseable dentro de la pesadilla actual a la que condena el sistema capitalista al mundo entero.
Quienes miran abajo y a la izquierda, verán en su amplio espectro el empeño necio de crear algo diferente, los sueños de los pueblos, es decir, las luchas por un mundo donde quepan muchos mundos. Estimarán el valor de sus logros y retos, los aprendizajes que enseña el camino de la resistencia, podrán reconocer el desafío triunfante que representa la Revolución Cubana ante el poder global hegemónico, su significado y trascendencia. Pero, sobre todo, podrán apreciar quela revolución no navega sola, que la acompaña en el empeño de crear mejores formas de convivencia en el mundo la inmensa marea de la izquierda anticapitalista global. Encontrarán también solidaridad y reciprocidad por lo mucho que ha dado la revolución a esas luchas con su sola existencia y congruencia, reconocerán l as rabias ante la injusticia incluso en los rincones más olvidados del mundo, donde también podrán mirar resistencia frente a la destrucción, rebeldía ante la dominación y, sobre todo, dignidad.
Cuba es algo más que el extendido y verde caimán del Caribe. Es un referente cuya experiencia será vital para los pueblos que luchan, sobre todo en los tiempos de oscurantismo que se viven ahora y se alargarán todavía algún tiempo. En contra de los calendarios y geografías de la destrucción, en Cuba hay un calendario y una geografía de esperanza.
Subcomandante Insurgente Marcos, Ni el centro ni la periferia.
*El progresismo en Cuba se entiende en este ensayo como una corriente de pensamiento que delibera sobre el presente y futuro de la isla. Sus exponentes se proyectan como conciencia crítica de la sociedad cubana, reivindican determinados derechos civiles utilizando como referente el modelo liberal de la institucionalidad jurídico política de las sociedades capitalistas y, al mismo tiempo, juzgando y desacreditando el socialismo cubano.
(Publicado originalmente en Cuba Socialista)
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