Por MSc. Ysrael Coca
Monteagudo / Profesor de Historia / Universidad Sancti Spiritus
Con la impartición de la asignatura de Historia
de Cuba voy descubriendo en mis estudiantes dudas que primero no preguntan
por temor a la burla, pero que con el decursar de las clases se van despejando
al perder el temor a que los demás se mofen de su ignorancia. Con el tiempo se
dan cuenta que más ignorante es el que se queda con dudas por despejar.
Como los
estudiantes de marras son Instructores
de Arte y deben desplegar su labor profesional en este sector, trato de
contextualizar la docencia con el perfil del egresado.
En cierta ocasión, mientras concluía el análisis de la Guerra de los Diez Años, se me ocurre explicar que pese a los avatares de la guerra, la cultura cubana dio muestras de autoctonía y de defensa de lo cubano, a través de una cultura de resistencia. Ejemplifiqué con la literatura de campaña, que tantos cultores tuvo en esta gesta heroica, e hice referencias a la obra de Fernando Figueredo, al Diario de Campaña de Máximo Gómez, y también al quehacer de Serafín Sánchez con sus “Héroes humildes” y “Los poetas de la guerra”.
Aquí es donde aparece la pregunta a la que yo no me había anticipado. ¿Qué es cultura de resistencia?
La respuesta
también llegó improvisada: es aquella expresión cultural autóctona que resiste
y sale a flote, lo mismo en los avatares del combate que ante la imposición
foránea.
Acostumbrado ya,
más por las canas que me cubren que por la sapiencia, a continuar la clase con
las cosas que más interesan, me aventuro y voy a la carga siguiendo el hilo de
lo que ha motivado la atención de mis pupilos. Aquí les van algunos retazos que
permiten constatar esa cultura de resistencia en distintos momentos históricos.
I. La Virgen del Cobre
Cuenta la historia
que en las minas de Santiago del Prado
(hoy el Cobre) existía la Virgen de Toledo, como referencia a la
protección de los herreros, según la tradición española, la que había sido
colocada por el administrador de la mina.
Poco después, hacia 1612, tres trabajadores (dos aborígenes y un negro), muestra de la simbiosis cultural que se va dando, hallan en la Bahía de Nipe una imagen a la que atribuyeron poderes milagrosos y llamaron Virgen de la Caridad, que trasladan a las minas del Cobre y la colocan en las afueras de esta. Durante algún tiempo la Virgen de Toledo se mantuvo ocupando el centro del lugar, pero poco a poco, los criollos (todavía no podía hablarse de cubanos en el sentido estricto del término), fueron adorando a la Virgen de la Caridad, quien a la postre desplaza a la Virgen de Toledo. Quiere esto decir que los criollos, se identificaron más con aquella virgen que sintieron más propia, más suya.
Es así, a grandes
rasgos, como la Virgen de la Caridad
ocupa el lugar que tiene hoy no solo en el Santuario
del Cobre, sino en el corazón de los cubanos quienes la veneran por amor o
por respeto a un símbolo de identidad.
Otro tanto se
produce en la villas fundadas, todas bajo la advocación de un santo patrono: La
villa de San Cristóbal de La Habana
tiene a su San Cristóbal, pero la
tradición fue consagrando una virgen mulata y marinera a la que hoy rinden
culto los habaneros: La Virgen de Regla
o Yemayá, como expresión de esa rica simbiosis cultural que representa la
transculturación entre africanos y autóctonos.
II.- La República
Neocolonial y los instrumentos hegemónicos
La República Neocolonial nace lastrada por una Enmienda Platt y la cultura extranjera
trata de imponer normas, costumbres, lenguaje y otros métodos de injerencia.
En esta etapa
están puestos en vigor los instrumentos de hegemonía económica (El Tratado de Reciprocidad Comercial)
y políticos (la propia Enmienda y el
Tratado Permanente) que le permiten a Estados
Unidos la supremacía sobre Cuba.
Ello implica que durante toda esa etapa se refuercen también los instrumentos
de preeminencia cultural: se forman las primeras maestras en la Universidad de Harvard, se introduce el
idioma inglés en la enseñanza, se cambian los textos de Historia de Cuba porque
debe prevalecer el criterio de que Cuba
debe su independencia a los Estados Unidos, se introducen en el lenguaje
cotidiano algunos términos en inglés (thank
you, bye).
Por otra parte, la
imagen de los Estados Unidos como
paradigma de la modernidad se fortalece con los adelantos introducidos en el
país y con la tecnología que llegaba del norte: construcciones con nuevos
materiales, el fomento de los colosos azucareros y su urbanización colindante
con las casas de madera machihembrada, el tranvía eléctrico, el alumbrado
público, la introducción de bailes típicos de aquella nación, la práctica de
novedosos deportes en los clubes aristocráticos, y otras muchas maneras que
fueron permeando la cultura y la vida cotidiana, y que también, en la práctica,
fueron actuando como mecanismos de hegemonía cultural.
En contraparte en
los años 30 comienza a aparecer el tema negro en la literatura y se alza Nicolás Guillén con sus versos mulatos,
José Zacarías Tallet compone su
poesía “La Rumba”, Rita Montaner inmortaliza “El Manisero” al tiempo
que “Mamá
Inés” también se identifica con lo nuestro.
III.- Los años 40 y 50 del siglo XX
Los años entre 1940 y 1944 (primer gobierno constitucional de Batista) fueron propicios para la política de guerra a la vez que Cuba entra en el concierto de mejorar su economía y política doméstica. En este sentido echan a andar las producciones de caucho con capitales norteños como es el caso de los neumáticos Goodrich, a la vez que en La Habana, lo más aristocrático de la llamada burguesía cubana construye sus palacetes en el Nuevo Vedado imitando al american way of life y se echan a andar, en el comercio interno de Cuba, los Tent Cents, los Minimax, Sears y otras denominaciones, todas tomadas de la cultura norteña.
Eso no fue
obstáculo, sino más bien acicate, para que la cultura auténticamente cubana se
desarrollara y fortaleciera mostrando su originalidad y autoctonía pues, a
partir de los años 40, ya la intelectualidad cubana estaba inmersa en los
debates de la sociedad consolidando la obra trascendente de los años 20,
mientras nuevas generaciones irrumpían en defensa de lo cubano con autores como
Samuel Feijóo, Onelio Jorge Cardoso,
a la vez que en la historiografía se imponía el pensamiento marxista, tanto en
el ensayo como en la poesía, con Julio
Le Riverend, Carlos Rafael Rodríguez, Sergio Aguirre, José Antonio Portuondo,
Mirta Aguirre y otros exponentes. El Grupo
Orígenes salía a la luz pública con poetas, ensayistas, narradores y
dramaturgos como José Lezama Lima,
Cintio Vitier, Fina García Marruz, Virgilio Piñera y Eliseo Diego.
Uno de los hechos
de mayor trascendencia cultural en esta etapa lo constituyó la fundación del Ballet Alicia Alonso en 1948.
Tanto la Revista Orígenes que duró hasta 1956,
como Nuestro Tiempo, que permaneció
hasta 1959, plantearon en sus páginas las inquietudes de la sociedad,
el papel de los intelectuales, así como la identidad y universalidad de lo
mejor de nuestra cultura.
La plástica
remarcaba lo contemporáneo y lo cubano en las obras de Mariano Rodríguez, René Portocarrero, Wifredo Lam y Amelia Peláez, entre otros pintores.
En la música, el rock and roll de los años 50 continúa invadiendo nuestros espacios, pero en la misma medida Benny Moré asimilaba, de forma melódica y creativa, nuevos formatos del jazz; Dámaso Pérez Prado incluía el mambo entre los nuevos ritmos, a la vez que el Cha cha chá, de, inundaba los espacios bailables y traspasaba las fronteras.
Frente a las
influencias de la cultura globalizadora expresada en imposición de costumbres,
prácticas deportivas exclusivistas en los yat
clubs, formas de asociaciones y de recreo cada vez más aburguesadas y
alejadas de la realidad cubana, y hasta en un idioma español permeado por
locuciones, vocablos y expresiones en inglés, las cada vez más diversas
manifestaciones de la cultura cubana asimilaban estos ingredientes en un
perfecto ajiaco para seguir resistiendo en defensa de lo cubano.
Estas son algunas
de las hojas sueltas, retazos, o como quiera que le llaméis, solo que ya no
están tan sueltas, pues no deben ser solamente para los que forman parte del
mundo del arte. El conocimiento de nuestra cultura y su impronta debe ser parte
del acervo cultural de los contadores, juristas, agrónomos, veterinarios,
ingenieros informáticos y, más que todo, de los que se forman como maestros y
profesores en nuestras aulas universitarias.
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Publicado por: David Díaz Ríos / CubaSigueLaMarcha.blogspot.com
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