
Por Omar Pérez
Salomón / En los últimos tiempos se ha incrementado la tendencia a
tergiversar la historia de Cuba,
sobre todo la anterior a 1959. Por
ejemplo, en la Enciclopedia Wikipedia, FulgencioBatista fue un militar, político y dictador; pero en ningún lugar se dice
que fue un criminal involucrado en el asesinato y desaparición de miles de
cubanos con la complicidad del gobierno de Estados
Unidos.

La naturaleza de este personaje fue muy bien identificada por el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, en su histórico alegato “La historia me absolverá”, cuando dijo refiriéndose a Batista:
La naturaleza de este personaje fue muy bien identificada por el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, en su histórico alegato “La historia me absolverá”, cuando dijo refiriéndose a Batista:
“Dante dividió su infierno en nueve círculos: puso en el séptimo a
los criminales, puso en el octavo a los ladrones y puso en el noveno a los
traidores. ¡Duro dilema el que tendrían los demonios para buscar un sitio
adecuado al alma de este hombre… si este hombre tuviera alma!”
Pretenden venderle a la juventud cubana y de otros países la idea
que la Cuba pre revolucionaria era
un paraíso, cuando en realidad era lo contrario en todos los sentidos. Datos
reflejados en el libro ¿Por qué la
Revolución Cubana?, publicado por la Editorial
Capitán San Luis dan cuenta que durante el gobierno de Batista, Cuba vivió un clima de terror como nunca antes en su
historia republicana.
“Eran utilizados
Instrumentos para sacar ojos, uñas, picanas eléctricas, fustas, palos para
romper huesos, todo un arsenal del crimen, que demostraba la barbarie inaudita
de los hombres que le sirvieron.
“La juventud
universitaria alzó su protesta enérgica contra la dictadura y lo pagó con vida
y sangre generosa. Se peleó duro contra los cuerpos represivos del ejército. El
resultado fue cabezas rotas, brazos fracturados, camisas manchadas de sangre y
la muerte de muchos jóvenes del pueblo.
“Aparecían cadáveres
tirados cada vez en cifras más numerosas, en campos desiertos, al borde de las
carreteras, colgados de los árboles o simplemente abandonados, con huellas de
torturas, en cualquier lugar público. Cientos de ellos serían enterrados sin
acta de defunción. Algunas víctimas de la represión permanecían en las neveras
del Necrocomio por espacio de varias semanas, más tarde se enterraban en una
fosa especial en el cementerio de Colón, en el grupo de los desconocidos.
“En 1956 el gobierno
batistiano suprime el escaso apoyo financiero al Ballet de Cuba, y le inicia a
Alicia Alonso un expediente en el Buró de Represiones de Actividades Comunistas
(BRAC) y en el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), dos de los órganos más
represivos del régimen”.
En el orden socioeconómico, el 85%
de los pequeños agricultores cubanos estaban pagando renta y vivían bajo la
perenne amenaza del despojo de sus parcelas; más de la mitad de las mejores
tierras de producción cultivadas estaban en manos extranjeras; el 90% de los niños del campo estaban
devorados por parásitos; la capital del país, con el 22% de la población, disponía del 65% de los médicos; solamente había entonces un hospital rural con
apenas 10 camas y sin médico; el
acceso a los hospitales del Estado, siempre repletos, solo era posible mediante
la recomendación de un magnate político que le exigía al desdichado su voto y
el de toda su familia; la mortalidad infantil superaba los sesenta fallecidos
por mil nacidos vivos; el 23,6% de
la población mayor de 10 años era
analfabeta y existían más de un millón
de personas que no sabían leer y escribir; en las escuelas públicas de cada 100 niños que matriculaban solo 6 llegaban al sexto grado y más de diez mil maestros estaban desempleados.
[1]
Jamás en la historia se vio un apoyo estatal al juego como en la Cuba de Batista. El propio Estado era el impulsor principal del vicio, y
sostenía la Lotería Nacional y el
juego ilícito; las recaudaciones del juego llegaron a penetrar al Palacio Presidencial. El tirano
controlaba las recaudaciones por concepto de juegos y apuestas clandestinas
ilegales, recibiendo alrededor de 730
000 pesos mensuales por ello.
El gobierno de los Estados
Unidos de la época realizaba importantes entregas de armas y equipos
militares a la dictadura batistiana para reprimir al pueblo cubano. En febrero
de 1955 Batista recibió al
vicepresidente de Estados Unidos Richard Nixon y en abril de ese propio
año al director de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA), Allan Dulles, que representó un espaldarazo de la
Administración estadounidense al régimen represivo batistiano.


El presidente Obama
pretende que los cubanos olvidemos ese estado de cosas para que regrese, quizás
multiplicado. Pero se equivoca, los
jóvenes de este país saben muy bien qué significa en términos de
soberanía e independencia borrar la memoria histórica. Un amigo septuagenario que vivió en carne propia
las calamidades que existían antes de 1959 me decía recientemente que, está
seguro que las nuevas generaciones no permitirán jamás que se repitan escenas
como la de aquellos marines norteamericanos que en 1949 orinaron la estatua del héroe nacional cubano, José Martí, ubicada en el parque
central de La Habana. Numerosos
jóvenes, entre los que se encontraba el entonces estudiante de Derecho Fidel Castro, realizaron una
activa protesta frente a la sede diplomática estadounidense. ¿Cinismo
o ignorancia la del señor presidente que
días atrás nos pedía que nos olvidáramos del pasado?
[1] “¿Por qué la
Revolución Cubana?”. Editorial Capitán San Luis. La Habana, 2010.
Fuentes:
http://guayacandecuba.blogspot.com/2016/04/la-historia-no-contada-que-obama.html
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