Este momento es el de la barbarie más ominosa del imperialismo contra nuestros pueblos. El secuestro y desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa en Guerrero, México, el endurecimiento del genocida bloqueo estadunidense contra el pueblo cubano y la acometida golpista de la derecha venezolana expresan la aspiración imperial de consolidarse en nuestro subcontinente con ayuda de la indiferencia global.
La desaparición forzada de estudiantes normalistas en Ayotzinapa Guerrero, el 26 de septiembre, puso a México en el centro de atención de organismos internacionales. A cuatro semanas del suceso, los familiares siguen en vigila en la Normal. Están cansados, esperan noticias y una voz de aliento sobre el destino de sus hijos. Apenas prueban bocado de arroz, frijoles y tortillas mientras hablan entre sí para escapar de la ansiedad de la espera y hablan entre sí de sus hijos y sus ansias de escapar de la pobreza.
Naciones Unidas calificó ese acto como el suceso más terrible de los hechos terribles y llamó a quienes retienen a esos jóvenes a respetar su integridad. A su vez, desde Washington, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, giró orden de medidas cautelares al gobierno mexicano por ese hecho. Pero eso no ayuda a las víctimas.
Los secuestrados eran campesinos cuya única opción para salir de la vida miserable del campo mexicano era ser maestros. En el New York Times, Randal Archinbold narra que Leonel Castro de 19 años, el mayor de 7 hermanos, aspiraba ayudar a su familia cuando se graduara, también describe las habilidades informáticas de Abraham de la Cruz, de 23 años. Bernardo Flores (El Cochi) era un alumno ejemplar que desapareció hace más de 20 días tras ser secuestrado por la policía de Iguala, un cuerpo controlado por el crimen organizado de México, refiere Juan Diego Quesada en El País.
El hallazgo reciente de fosas comunes consigna que la violencia en Guerrero se oxigena desde las llamadas fuerzas del orden y el narcotráfico, que desde 2007 han causado más de 70 mil muertos en aquella entidad, según dijeron representantes del Centro de Derechos Humanos de la Montaña de Guerrero a la agencia Ria Novosti. Esos testimonios confirman que el caso Ayotzinapa es la parte visible de la exclusión sistemática de miles de personas por el capitalismo depredador.
Y esa avaricia imperial es la que hace más de medio siglo se dio un tiro en el pie al imponer al pueblo cubano el bloqueo comercial, científico y educativo. Al violar el libre comercio – puntal capitalista- hundió a los empresarios estadunidenses que históricamente vivían del comercio con la isla que en medio de la crisis piden a su Gobierno un cambio de política. Ese es el sentido del editorial: Obama debería terminar con el embargo a Cuba, del New York Times (NYT) del 12 de octubre.
El texto del equipo editorial, no por prestigiadas figuras del medio como bien señala Fidel Castro en sus Reflexiones, comienza así: Al revisar un mapa del mundo, al presidente Obama debe darle un sentimiento de hundimiento cuando contempla el deprimente estado de las problemáticas relaciones bilaterales que en general mantiene su administración. Él debería ser inteligente para dar una mirada fuerte hacia Cuba, donde una política de gran alcance girara hacia una exitosa y significativa política exterior.
Enseguida describe la exitosa red de relaciones multilaterales que Cuba ha tejido en medio siglo de bloqueo para intentar superar la política de segregación y neocolonialismo de Washington. Para el líder cubano, el artículo del NYT busca el mayor beneficio para la política estadunidense en una situación compleja, cuando los problemas políticos, económicos, financieros y comerciales se acrecientan.
Además recuerda que la reflexión del NYT ocurre a unos días del 28 de octubre, cuando los 193 miembros de Naciones Unidas reunidos en la Asamblea General se pronunciarán sobre el proyecto de resolución que reitera, una vez más, la necesidad de levantar el ilegal bloqueo estadunidense contra Cuba. Estamos seguros de que una vez más, el rechazo al bloqueo genocida de la potencia estimulará el reclamo de los afligidos empresarios y productores estadunidenses a su Gobierno.
Mientras el capital busca regenerar su ciclo en el Caribe, hacia el sur apuesta a la desestabilización. Hace una semana el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, diputado Diosdado Cabello, recordaba que la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) mantiene su política de aportaciones de fondos a Organizaciones no Gubernamentales (ONG) que contribuyen a subvertir el orden sociopolítico encabezado por la Revolución Bolivariana.
Esos recursos nutren las operaciones desinformadoras a través de redes sociales, instigan al golpismo a través de federaciones estudiantiles y conceden premios económicos y becas a destacadas figuras de la desestabilización como Maria Corina Machado. Una de las acciones fascistas más reprobables fue la que lanzaron varios tuiteros con burlas sobre el asesinato de Robert Serra.
El diputado del Partido Socialista Unido de Venezuela era más joven de la Asamblea y un político comprometido hasta fue asesinado en una artera conspiración por ocho sicarios en su propia casa junto con su compañera. En la red, la reacción del fascismo contra ese ataque confirmó su baja calaña : “Ya que él era agresivo y desafiante, cosechó lo que sembró”. “Como el Gobierno no se compadece de la muerte de los opositores, éstos debían hacer una fiesta cuando muere un chavista”, “La oposición debe estar contenta porque hay un contrario menos”.
Ese es el nivel del odio y exclusión que anima el neocolonialismo para los jóvenes guerrerenses mexicanos, la agobiada población cubana por medio siglo de bloqueo y la población bolivariana de Venezuela. No obstante, ese endémico ciclo de terror puede cambiar en el momento actual. Hoy las naciones reúnen fuerza para revertir la exclusión contra sus instigadores, saben que el tercer lustro del siglo XXI no perpetuará la barbarie imperial.
Fuente: teleSUR
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