En su evolución, el Homo Sapiens, como ser pensante único entre millones de especies vivas, jamás tuvo idea de la naturaleza y la razón de su existencia. Dotado de la capacidad de pensar, estaba regido por severos instintos. Nada sabía del resto de su maravilloso planeta. No se conoce siquiera desde cuándo posee esa capacidad; en raros casos se afirma que hace un millón de años o un poco más, pero en general se considera que no más de 200 mil años.
Hoy se conoce que el número de planetas con apariencias similares al nuestro se eleva a miles de millones en la misma galaxia donde se ubica el nuestro, dentro de lo que se denomina universo. Espero no ofender a nadie por abordar el tema de lo que somos o creemos que somos.
Hace dos días, el 5 de octubre, el sitio web del canal de televisión Russia Today, un medio de divulgación serio, publicó que Laura Mersini-Houghton, prestigiosa profesora de la Universidad de Carolina del Norte, ha demostrado que los supermasivos agujeros negros no existen, y que la teoría del Big Bang es infundada. Esto, pienso, implica un trauma para muchas personas que convirtieron tal teoría en un acto de fe.
La mayor autoridad en este tema sería el científico británico Stephen Hawking, un hombre de excepcionales méritos por su consagración a la ciencia, a pesar de una cruel afección que lo obligó a grandes sacrificios para comunicarse con los demás, cuando era todavía muy joven.
Los científicos más conocedores de estos temas se comunican e incluso publican sus resultados en términos técnicos difíciles de comprender por los que no hemos tenido el privilegio de familiaridad alguna con esa ciencia.
Stephen Hawking se convirtió, con la publicación de la “Historia del Tiempo”, en el autor de un libro sobre el importante tema, cuyas ventas ascendieron a más de 10 millones de ejemplares. Seguramente que, aparte de su interés intrínseco, los principales compradores fueron los miembros de la comunidad de científicos dedicados al estudio de estos trascendentes temas que suman ya varios millones de eminentes investigadores. Haré lo posible por leer y comprender esa obra, cuando mi actual tarea relacionada con la producción de alimentos en cantidad y calidad suficientes es prioritaria, y en la que todavía el esfuerzo se puede traducir en un importante beneficio.
Es mucho lo que ignoramos y muy poco lo que sabemos de nuestra propia ignorancia.
El segundo ejemplar de Hawking, “El universo en una cáscara de nuez”, escrito según él en un lenguaje más inteligible para los profanos en la materia, lo leí y subrayé muchas de las ideas que más me interesaron.
Jamás en su evolución el género humano tuvo ni podía tener una idea clara de su propia existencia, porque esta sencillamente no existía, simplemente evolucionaba con el mismo ritmo de todo lo que existe. Es una realidad que no surge contra nadie ni debe ofender a nadie.
Cada día podemos aprender algo nuevo. Ayudar a los demás y ayudarnos en lo posible a nosotros mismos.
Ayer escuchaba las declaraciones del nuevo Secretario General de la OTAN, antiguo Primer Ministro de Noruega, quien desde el pasado primero de octubre, hace solo seis días, asumió el cargo. ¡Cuánto odio en el rostro! ¡Qué increíble empeño en promover una guerra de exterminio contra la Federación Rusa! ¿Quiénes resultan más extremistas que los propios fanáticos del Estado Islámico? ¿Qué religión practican? Después de eso, ¿se puede disfrutar la vida eterna en la diestra del Señor?
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