Cuba es un país que ha mostrado una inmensa capacidad de lucha y negociación. Por Pablo González Casanova
Fragmento del texto del autor “Cuba y el futuro de la humanidad” en La Jornada
Advertir las posibilidades concretas que el proyecto cubano tiene, y reconocer en él la realización universal de un anhelo histórico que respete la diversidad de creencias, de ideologías, de razas, sexos, inclinaciones sexuales y edades y que con la Justicia social e individual hermane la Libertad, y haga de ambas sus principal valor y meta, será reconocer lo nuevo en la dialéctica de la historia o la nueva dialéctica de la historia.
Cuba es un país que ha mostrado una inmensa capacidad de lucha y negociación, sin que en ningún momento de la lucha o la negociación haya renunciado a sus valores y objetivos centrales. La nueva dialéctica parece indicar que en el futuro se darán fenómenos de lucha y negociación y que en ellos, lo no negociable será el socialismo democrático y la justicia social e individual y lo que habrá de negociarse serán las alternativas y la transición a un mundo capaz de preservar la vida, la justicia, la libertad y la soberanía de pueblos, trabajadores y ciudadanos.
Sobre el camino de la resistencia y lucha de Cuba por mantener su proyecto emancipador nada puede ser más acertado que recordar aquellos discursos pedagógicos y revolucionarios de Fidel cuando en los inicios de laRevolución Cubana, durante horas y horas, en la Plaza de la Revolución hablaba a los guajiros y a su pueblo para que acrecentaran su voluntad, su conciencia y su conocimiento de los valores y metas de la Revolución. Hoy, cuando el analfabetismo ha desaparecido y la escolaridad es universal y alcanza los más altos niveles, cuando los contingentes del pueblo cubano están organizados a lo largo y ancho del país, y compenetrados en su inmensa mayoría de los valores de la revolución, y cuando a sus conocimientos, su conciencia y su voluntad añaden su capacidad para tomar decisiones cruciales en el gobierno de la Isla, como ha ocurrido en numerosas ocasiones en que Cuba mostró claramente la imposibilidad de que una guerra internacional o civil lograra destruirla, nada mejor para ganar la nueva lucha que plantean las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, que hacer efectivas las palabras del reciente discurso que Fidel ya no pronunció ante los campesinos y los guajiros sino ante los hijos de los mismos que lo escucharon en la Universidad de la Habana, al lado de jóvenes provenientes de esos sectores medios que se perfilan en la sociedad cubana según Fernando Martínez Heredia.
De las palabras de Fidel se deducen, con la mayor claridad, tanto la estrategia a seguir por la juventud y el pueblo de Cuba en el mundo actual, como la que seguirán los representantes del complejo–militar–empresarial–mediático y político de Estados Unidos y otros gobiernos y corporaciones del mundo capitalista, si se atreven a conocer la verdad y optan por una política que asegure la vida en el Planeta. Semejante camino, lejos de ser increíble, corresponde a una realidad que se expresa aquí y allá en el largo discurso, con expresiones y palabras como las siguientes sobre nuestra propia fuerza actual y potencial: “poseemos armas nucleares en virtud del poder invencible de las armas morales”. Esas palabras son exactas: la estrategia de la resistencia del pueblo cubano y otros pueblos está en el poder de sus armas morales y en la demostración que hagan de ellas contra la política de colusión, de cooptación, de corrupción, de intimidación que llevó a la restauración del capitalismo en el llamado campo socialista; “los jóvenes de hoy deben luchar –dijo Fidel– con las armas morales por encima de las ideas de su clase”, como han luchado a lo largo de la historia de Cuba y del Mundo, y como empezó a luchar Fidel, “hijo de terrateniente”. Y agregó: Todos los “hombres de pensamiento” leen y leerán a Martí, el que hizo de la moral un concepto revolucionario invaluable.
Y ya pensando en la Tierra, en el Planeta, Fidel exaltó “la brevísima historia de la especie humana buscando una sociedad justa… frente a un repugnante sistema” como el actual, e hizo ver que “estamos frente a una gran batalla, que debemos librar, que vamos a librar y vamos a ganar, que es lo importante”. En la lucha incluyó una y otra vez a los parásitos y sinvergüenzas que comercian en los mercados escondidos y que se encuentran entre los enemigos principales de una sociedad justa. “Estamos envueltos en una batalla —dijo textualmente—contra vicios, contra desvío de recursos, contra robos, y allí está esa fuerza con la que no contábamos antes de la batalla de las ideas, diseñada para librar esa batalla”.
“En esa batalla no debe haber tregua con nadie” –añadió–. “Cada cosa se llamará por su nombre” y “se apelará al honor de cada sector”, sin que la autocrítica se quede en autocrítica, sino se sancione el inmenso daño que hacen “los sinvergüenzas”. Son las palabras que empleó. Y a ellas Fidel añadió ese tipo de resistencia en lucha frente a lo que el imperialismo usa como un arma poderosísima: elindividualismo, la traición al proyecto emancipador por interés personal o familiar, o de grupo y clientela, y que atendiendo a ese interés limitado hace un daño inmenso al interés general de la liberación, de la emancipación, de la revolución. Y también recordó una experiencia personal muy importante para la acción ecuménica de Cuba, en que habiendo pasado del comunismo utópico al marxismo, cuando había ido a Chile en l971 había confirmado que a su respeto de las ideas religiosas, era necesario añadir, con la Teología de la Liberación, “la idea de unir fuerzas y luchas” y a ese respecto trajo nuevamente a cuentas la moral como fuerza. Dijo: “los valores éticos son esenciales, sin valores éticos no hay valores revolucionarios”.
Muchas otras líneas de conducta para la estrategia de la resistencia y la lucha por la justicia, la libertad y la vida se deducen del texto; pero quiero limitarme a los problemas que Fidel plantea a todo el mundo con la siguiente pregunta: ¿”Pueden o no impedir los hombres… puede o no impedir la sociedad que las revoluciones se derrumben”? Y él hace ver que si se lucha con honestidad, con seriedad, con disciplina, con trabajo incansable, y si se reconoce que no se sabe cómo va a ser todo el proceso histórico que viene, ni todo lo que vamos a ir descubriendo, y si se reconoce que estamos decididos a enseñar y aprender, y se recuerda que no puede uno confiar en el imperialismo y que hay “millones de cubanos preparados para la guerra de todo el pueblo”, y si se logra “la ausencia total del miedo”…. no sólo se preservarán los logros de la revolución sino “se podrá decir en la voz de millones o de cientos de miles de millones: “¡Vale la pena haber nacido! ¡Vale la pena haber vivido!”.
Y con esas palabras termino las mías seguro de que Cuba y la Humanidad alcanzarán la justicia y la vida en la tierra.
Artículo completo de:
Cuba y el futuro de la humanidad. Por Pablo González Casanova
Publicado por: David Díaz Ríos
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