Por Daniel Chavarría / Sí, eso mismo quiere decir burocracia: poder del buró.
Si mal no recuerdo mis lecturas sobre San Ignacio cuando establece los criterios de la estructura organizativa piramidal para su Orden, lo que hoy llamaríamos trabajo de buró, está justificado por la necesidad de transmitir órdenes y procedimientos entre el nivel que toma la decisión y los niveles que la ejecutan. Se le atribuye al propio Iñigo de Loyola la concepción de los Estados Mayores en los ejércitos modernos, creados a imagen y semejanza del que ideara para la Compañía de Jesús, reconocida como muy eficiente.
En eso de transmitir órdenes y procedimientos, entramos en un lenguaje muy cotidiano: objetivos y metas bajan; informes de cumplimiento suben; orientaciones y metodologías bajan; dudas y solicitudes de presupuesto suben. Y así por el estilo. La lista es larga.
Entonces, si los que hacen el trabajo de buró se limitan a luchar por alcanzar los objetivos y metas que les indican, si cumplen orientaciones y siguen metodologías, ¿de dónde sacan su poder?
La sabiduría popular lo ha señalado de modo intuitivo en muchos programas de Cuba dice y otros similares: el poder de la burocracia sale de la desesperación que genera la lentitud de los trámites, de la cantidad de veces que necesitamos volver a una oficina, de los varios días de trabajo que debemos perder para realizar ciertos trámites. Pues sí, la burocracia tiene poder sobre el tiempo; sobre nuestro tiempo.
Poseen el tiempo de las personas; y eso lo evidencian frases como “el compañero que atiende eso está en un despacho o en una reunión (o fuera de provincia o del país)”; o “la semana pasada tuvimos conexión muy pocas veces”; o “cambió el horario de atención al público”; o “ todavía no se han podido firmar los papeles”. En fin, se parapetan tras muchos pretextos. La lista es larga. Hasta existen funcionarias cariñositas que te tratan de mi amor ymi vida, y te recomiendan no desesperarte, o lo que es igual: seguir esperando.
Pero los burócratas no sólo tienen poder sobre nuestro tiempo; también lo tienen sobre los equipos a su alcance. Y ahí es donde aparecen los préstamos a sus amigos o a otros funcionarios. Que si un camión de volteo esta tarde para Fulanito; que si la grúa para levantar el tanque del agua de Menganito; que la computadora para que Zutanita termine e imprima un trabajo. Sobre esto hemos visto muchos comentarios en los noticieros.
Como decían las abuelitas, el tiempo es oro. Y como repiten muchos ahora: time is money. De nuevo la televisión ha señalado el problema, con spots donde aparece alguien que atraviesa una larga cola, deja un paquete en el buró de la recepción y entra como Pedro por su casa. Otros reportajes hablan con toda claridad acerca de cuánto pagan algunos por ciertos servicios gratuitos. Y eso, queridos lectores, es lo que yo llamaría corrupción: cobrar lo que no tiene precio. El caso más divulgado fue la venta de exámenes de ingreso a la universidad. Otro día escribo sobre eso, o me cuentan ustedes.
Por desgracia, los burócratas no sólo posean el tiempo. Además, muchos son dueños del espacio y ejercen su mando sin piedad: “el local está cerrado hasta nuevo aviso (sin otra explicación y sin disculparse)”; “en esta zona no puede haber nadie de pie (y está claro pues no hay donde sentarse)”; “no se puede atravesar esta área (aunque esté vacía y sin uso). Otra larga lista.
¿Se acuerdan de la teoría de la relatividad del tiempo y el espacio? Las complejidades augurales de Albert Einstein iban destinadas a sus colegas físicos y matemáticos de altísima sapiencia. Qué bien nos vendría otro Einstein capaz de vislumbrar los intríngulis de la aristocracia burocrática y enseñarnos a impedir que se sigan apropiando de nuestro tiempo y espacio.
Si la burocracia se caracteriza por trabajar con información, mi esperanza y consuelo es que una pronta y progresiva informatización de esta sociedad justiciera y humanitaria elimine las trabas, papeles, informes, membretes y cuños que generan burócratas y les permiten su inside trade y tráfico de influencias. Y creo antever que el cumplimiento de las nuevas directrices económicas del país y la sostenida simplificación de sus estructuras, reducirán el lamentable colchón de los niveles intermedios, y el necesario trabajo de buró se ponga en función de los seres humanos.
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Publicado por: David Díaz Ríos
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