Por José F. González Curiel / Profesor de Filosofía de la Universidad de Sancti Spíritus “José Martí Pérez”
Otro pudiera ser el título de
estas reflexiones, pero me aferro a tres conceptos que de manera antinómica
expresan esencialidades en el contradictorio camino de la actualización del
modelo económico cubano y cuyo equilibrio presupone una educación distinta de
los modos de pensar y actuar de las personas, los grupos, las instituciones y
todas las estructuras sociales.
Siempre ha sido una preocupación
para la construcción del proyecto socialista la relación entre el ciudadano
concreto, las estructuras intermedias y toda la sociedad. La Revolución nos está llamando a
institucionalizar el país, que dicho de una manera más directa y entendible se
trata de que cada elemento haga lo que le corresponde dentro de todo el
entramado social. Por otra parte, el socialismo que hasta hoy hemos construido
ha mostrado enormes dosis de paternalismo, lo que se traduce en acostumbrar a
los hombres a recibirlo todo sin pedir aporte social a cambio.
Cuando se trata de resolver
tareas de las comunidades donde viven los beneficiados se pierde con ello el
carácter social de los procesos constructivistas y de la solución local a los
problemas, manteniendo la imagen de que es el “Estado” quien se debe
encargar de todos los asuntos, incluyendo los de cada familia y persona,
poniendo al Estado como algo ajeno
al sujeto y a este como un parásito improductivo e inerte.
Al socialismo no les son
antisistémicas las soluciones individuales y de pequeños grupos para resolver
las necesidades de toda índole, por ello crece el cuentapropismo y las
cooperativas, pero hay que educar más en la implicación individual del hombre
para la solución de sus propios problemas. Vienen a mi mente aquellas
proféticas palabras de José Martí en
su ensayo “La futura esclavitud”, cuando alaba la idea que le llegó del
socialismo pero critica lo que para él eran sus puntos débiles y escribía: ““Si los pobres se habitúan a pedirlo todo
al Estado, cesarán a poco de hacer esfuerzo alguno por su subsistencia” (…) Al
llegar a ser tan varia, activa y dominante la acción de Estado, habría este de
imponer considerables cargas a la parte de la nación trabajadora en provecho de
la parte páupera (…) Si los páuperos no necesitasen trabajar para vivir – a lo
cual jamás podrá llegar- se irá debilitando la acción individual”
Las experiencias de los últimos
años demuestran lo arraigada que está la tendencia heroica trascendental de
impulsos por campañas para solucionar cualquier problema comunitario, por
ejemplo las campañas de saneamiento ambiental, los planes fachadas, las
cosechas de productos agrícolas, entre otros muchos ejemplos. Es frecuente ver
cómos se apela a empresas e instituciones estatales para resolver problemas de
otras que son insuficientes en el cumplimiento de su objeto social (Higiene, Agricultura, Vivienda), lo
cual constituyen zancadillas al proceso de institucionalización y de eficiencia
empresarial, mientras que por otra parte se observan a los vecinos beneficiados
sin la más mínima implicación en sus propios provechos.
Estas tendencias manifiestan
también una peligrosa tumoración en la columna vertebral de las organizaciones
sociales y de masas, que pierden a ritmos acelerados sus capacidades
movilizativas y le van configurando un reacomodo en sus roles históricos
atendiendo a la coyuntura social actual, donde en la psicología y la ideología
del sujeto los proyectos socializadores se han transformado en proyectos
individuados y de menor alcance, con lo cual también, a decir de Martí, “se pierde el nervio nacional”.
Todas las instituciones
socializadoras de nuestra realidad local, incluyendo la propia familia, tendrán
de inmediato que reajustar sus estrategias educativas en aras de fomentar una
cultura participativa en la que se implique al ciudadano concreto en la
solución de los problemas propios y se funde desde pequeño al hombre en el amor
al trabajo como única fuente de riqueza social e individual. La madre sociedad
no puede dar más que lo que a ella se le da y ese camino pasa porque cada
persona, cada grupo y cada institución cumpla de manera suficiente el rol que
le corresponde. Lo demás serán caminos trillados de la época de “31 y más palante” que si bien resolvieron
problemas perentorios, más bien hicieron mucho daño en lo económico y en lo
ideológico a lo que verdaderamente debe ser un proyecto socialista “con
todos y para el bien de todos”.
FUENTES:
Publicado por: David Díaz Ríos / @daviddr5129 /
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