Por Arthur González / El Heraldo Cubano
En Estados Unidos se empeñan en afirmar que, a pesar de los pasos dados por ellos hacia una flexibilización del Bloqueo, Cuba no hace ningún cambio y a la vez no deja de exigirle concesiones a Washington, mientras sus autoridades aseguran que los cubanos no piensan modificar el ordenamiento legal para propiciar el impacto que, según ellos, necesitan las medidas adoptadas por la parte estadounidense.
Eso es lo que le divulgan al mundo haciéndole creer que quien entorpece el desarrollo de las actuales relaciones es la parte cubana.
Cuba lleva 54 años reclamando el cese del Bloqueo Comercial, Económico y Financiero impuesto por Estados Unidos para hacer fracasar la Revolución socialista que cambió radicalmente el panorama de su población, situación que los yanquis no soportan al no aceptar un sistema diferente al de ellos, a pesar de que hablan de diversidad de pensamiento y de pluripartidismo.
Las medidas tomadas por el presidente Barack Obama aflojan en parte las acciones contra Cuba, pero no van encaminadas a mejorar su economía, y muchos menos permiten el desarrollo del país, pues como afirma el Comunicado de la Casa Blanca del 17.12.2014, lo que pretenden es:
“…promover de manera más eficaz la implantación de cambios en Cuba y respaldar con mayor fuerza a la sociedad civil”.
Estados Unidos no se resigna a sostener relaciones normales con Cuba, por esa razón el citado Comunicado asegura:
“…la reanudación de las relaciones diplomáticas perseguirá la mejora de las condiciones en materia de derechos humanos y la implementación de reformas democráticas en Cuba”.
Entonces, ¿por qué tergiversar la realidad cuando es Estados Unidos quien sostiene una Guerra Económica, Psicológica y Subversiva, además de financiar y entrenar a los grupos contrarrevolucionarios internos y externos para derrocar a la Revolución?
La Habana no tiene que dar ningún paso a favor de los deseos de Washington, eso sería facilitarle el desmontaje anhelado del socialismo, sistema que por deseo popular existe en la Isla desde 1961.
Estados Unidos tiene que reconocer de una vez y por todas que Cuba es soberana y su población no quiere regresar jamás al pasado que le impusieron mediante la tristemente célebre Enmienda Platt, que autorizaba la libre intervención del ejército norteamericano en la Isla, y el dominio económico el país, mediante las mafias que manejaban los casinos de juego, las drogas y la prostitución, entre muchos otros negocios.
A los cubanos ya no se les puede engañar con facilidad, de ahí la responsabilidad de los medios de prensa, de Cuba y del mundo, de informar la verdad sobre cada paso que da la administración Obama, sin falsos triunfalismos ni despolitizaciones, para preparar a su población con vistas a enfrentar con mucha madurez el futuro, pero sin perder la memoria.
En Washington deben entender que Cuba no exige, solo reclama lo justo y el cese de las acciones subversivas que tanto daño le causan a su pueblo, incluida las acciones de Guerra Biológica como fue la introducción del dengue hemorrágico, la fiebre porcina africana, el moho azul del tabaco y muchas más, así como las constantes sanciones a bancos extranjeros por facilitarle pagos a sus importaciones y exportaciones.
No se puede poner en dudas que cada decisión que se tome con la sana intención de lograr una normalización en las relaciones entre los dos países, es lo acertado.
Pero también es bueno recordar que estas, antes de 1959, jamás fueron realmente normales y la primera guerra imperialista del mundo fue precisamente cuando Estados Unidos hizo volar el acorazado Maine en la bahía habanera, pretexto diseñado para intervenir en la guerra hispano-cubana y apoderarse de la isla.
Obama no ha dejado de repetir que el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba persigue el interés de renovar el liderazgo estadounidense en Latinoamérica, algo que reafirmó durante su discurso a la nación el 1ro de diciembre del 2015, cuando dijo a los congresistas:
“¿Quieren consolidar nuestro liderazgo y credibilidad en el hemisferio?
Reconozcan que la Guerra Fría terminó, levanten el Embargo”.
Todo está dicho, los objetivos de Estados Unidos son en primer lugar limpiar su imagen ante Latinoamérica, pues Cuba tiene un prestigio inigualable y piensan que, restableciendo relaciones diplomáticas, los puede ayudar a recuperar el liderazgo perdido hace años.
Como segunda prioridad, y no menos que la primera, es desmontar desde adentro el sistema socialista; razón por la cual la Casa Blanca aseguró el 17.12.2014:
“La nueva política hace que sea más fácil para las personas que viven en Estados Unidos brindar capacitación comercial a las empresas privadas cubanas y a los pequeños agricultores, además de proporcionar apoyo adicional para el crecimiento del naciente sector privado de Cuba. Se estudiarán diferentes medidas adicionales dirigidas a fomentar el crecimiento de los emprendimientos y del sector privado en Cuba”.
“Nuestros esfuerzos se enfocan en promocionar la independencia de los cubanos para que no tengan que depender del estado cubano”.
“El congreso de EE.UU. financia la programación de la democracia en Cuba para proporcionar asistencia humanitaria, promocionar derechos humanos y libertades fundamentales, y apoyar la libre circulación de información en lugares en donde está restringida y censurada”.
¿Qué país que se respete no le exigiría a quien desee destruirlo que tiene que acabar con esas políticas imperiales?
Esas y no otras son las causas por las que Cuba reclama el cese de ese empeño y que se le acepte tener el sistema político que su pueblo desea y por el que trabaja para mejorarlo.
Pero como afirmó José Martí:
“Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas en la almohada”
https://heraldocubano.wordpress.com/2016/02/01/cuba-no-exige-solo-reclama-lo-justo/
Publicado por: David Díaz Ríos / @daviddr5129 /
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