Blog_CubaSigueLaMarcha

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miércoles, 17 de febrero de 2016

Notas sobre el ciclo de la economía cubana. Por Esteban Morales




Cuba es el único país de este hemisferio que ha decursado por  tres  modelos económicos, y está en proceso  de lucha para tratar de construir el cuarto. Este último, único verdaderamente suyo, porque todos los demás en realidad,  fueron importados.

Primer ciclo: 1492-1850: España.


El férreo monopolio instaurado por la metrópolis, determinó que las producciones de la Isla se enviaran directamente a España y que sus importaciones provinieran de ese país. Las frecuentes guerras entre los países europeos, que afectaban la navegación en el Caribe,  determinaron que en algunos períodos los destinos y procedencias de su comercio exterior fueran otros.

La cercanía y ventajas del comercio con Estados Unidos, así como el interés del gobierno y los hombres de negocios de ese país, hicieron que paulatinamente, se incrementaran las relaciones económicas con el estado del norte.

Segundo ciclo: 1850-1958: Estados Unidos.


Hacia 1850,  la economía de Cuba,  era más controlada por ese país que por España y a pesar de ser una colonia española, ya era casi  una neo colonia de Estados Unidos. Ello formaba parte del proyecto de la “fruta madura” que EE.UU. no lo pudo realizar hasta finales del siglo XIX.

A partir de la creación de la República de Cuba, la isla pasó a ser una neocolonia de Estados Unidos y encontró en los presidentes de la república y sus seguidores hasta 1958, la clase subalterna que necesitaba para hacer de Cuba su “exitoso” modelo neocolonial.

Tercer ciclo: 1960-1991: URSS


La economía cubana estableció relaciones económicas con los países socialistas y especialmente con la URSS, con el que llegó a ser mayor de un 80%. Esas relaciones  se consolidaron con el ingreso de Cuba en el  CAME. El bloqueo económico y financiero impuesto a Cuba por los Estados Unidos, no solo eliminó las relaciones comerciales con ese país, sino además, determinó su minimización con los países  económicamente más desarrollados. A pesar de todo ello, la Isla logró no solo sobrevivir  y alcanzar logros significativos en algunas esferas y llegar hasta   donde ahora nos encontramos.

Cuarto ciclo: 1992- 2015:


A partir del derrumbe de las economías  socialistas y el llamado Periodo Especial de inicios de los años noventa,  Cuba comenzó lentamente  a madurar la idea de un proceso que la llevase  a la construcción de un modelo económico propio y sostenible. Se trata de no repetir las experiencias ya tenidas  sobre todo,  las copias y repeticiones de modelos  económicos que al final, no han garantizado  estabilidad económica al  proceso revolucionario  cubano.


Algunos malintencionados, incluso,  se han  llenado  la boca para decir,  que Fidel Castro es un genio político, pero que en  la economía es un “out vestido de pelotero”. Pero yo  me pregunto ¿Qué líder político de este mundo,  ha tenido que dirigir a la economía de un país y  a la sociedad toda,  bajo las presiones  con   que Fidel Castro tuvo que hacerlo por casi cincuenta  años? 
¿O es que  el bloqueo económico, comercial y financiero de la potencia más poderosa de la tierra sobre Cuba; la insistente intención de Estados Unidos por aplastarnos  y hacernos morir de hambre como nación,  ha sido  un juego de niños? 
¿Ha sido acaso  una  breve dificultad  no calculada?


En realidad, Fidel Castro  no ha sido solo un genio de la política, sino también de la economía. Ha   ideado, generado posibles soluciones, buscado  espacios de sobrevivencia,  probado, errado y vuelto a probar, para que Cuba sobreviviera. 

Por eso digo, que ha sido  además, un genio  de la economía  de la supervivencia”.

En Cuba no han muerto de hambre, ni de enfermedades miles de personas, como ha ocurrido en casi cualquier  parte del mundo, incluyendo en naciones  económicamente desarrolladas.

El camino recorrido liderado por Fidel Castro,   nos ha proporcionado la experiencia para  no copiar ni  repetir y   encontrarnos ahora en la búsqueda de nuestro  propio modelo de desarrollo económico. Si hubiéramos muerto de hambre, como ha sido el objetivo de la brutal política agresiva de los Estados Unidos, no habríamos llegado hasta aquí.

Antes de llegar a la conclusión de la necesidad de desarrollar un nuevo modelo económico,  no fueron pocos los tropiezos, comenzando a principios de los años sesenta, con  la idea de la diversificación  económica, que  provocó la eliminación  de campos de caña y en su lugar comenzaron  a  aparecer los campos sembrados de algodón.

Por suerte y genialidad de la dirección revolucionaria,  aquella  negativa experiencia  no duró mucho tiempo. Se descubrió  finalmente  que la diversificación no era acabar con la producción azucarera, sino más bien aprovecharla como pivote  para el desarrollo de la nueva construcción económica socialista.

La producción azucarera, que a pesar de que era parte inalienable de nuestra cultura e identidad nacional, se había considerado durante muchos años, un símbolo de la explotación, por las duras condiciones a que eran sometidos los trabajadores encargados del corte y tiro de la caña y había suscitado en muchos un sentimiento de odio y rechazo hacia esa actividad, se vio entonces como un factor importante para la supervivencia y desarrollo del país y se dieron pasos importantes para humanizar las tareas de  zafra.

Así  decursó un largo periodo de experiencias, entre mediados de los  años sesenta, hasta llegar a los intentos de  producir  diez millones de toneladas métricas de azúcar en 1970,  meta que si bien no se logró,  permitió obtener la mayor producción azucarera de la historia de Cuba y el  proceso de rectificación de los errores cometidos entonces,  generó  un  crecimiento (1971-1985) del PIB,  que no había sido alcanzado nunca antes.

Sin embargo, coincidente casi con el comienzo del derrumbe socialista de  Europa del Este, en Cuba se inició un periodo en el que se rompió con  la línea de la rectificación que se había reafirmado en el  Primer Congreso del Partido de  1975 en el que se  había reafirmado la aplicación del nuevo,  único  e integral Sistema de Dirección y Planificación  Económica (SDPE).

Fue entonces, como ya he dicho con anterioridad, que como decían mis abuelas, “compramos pescado y le cogimos miedo a la cabeza”.

 Comenzaron a adueñarse de nosotros, las preocupaciones, en mi modesta opinión infundadas, de que se estaba revitalizando  al capitalismo o como se dijo entonces, nos habíamos convertido en “aprendices de brujo” y se interrumpió la aplicación del SDPE y con ello el período más exitoso de la economía cubana, que fue el transcurrido entre 1971 a 1985.

Esclarecer esta parte de la historia es muy importante, porque de ahí salieron los errados pensamientos que no nos ayudaron a avanzar después.

A partir de mediados de 1986 la economía comenzó a mostrar un comportamiento preocupante, que desembocó en la crisis económica del 1989-1994, provocada en lo fundamental por el derrumbe  de los  aliados socialistas y el CAME  que había comenzado a finales de la década de los ochenta y que tuvo como colofón la desaparición de la URSS en 1991. 
Se sucedieron en Cuba,  los peores años económicos  de la segunda mitad del siglo XX: 1992-1993 y recordábamos con nostalgia los años anteriores, en que el nivel de vida de nuestra población había logrado ser más alto que nunca antes.

Fueron esos años de crisis, los años de los apagones, de casi 24 horas, las industrias casi paralizadas,  la inflación galopante, la disminución de los 30,000 viajes de ómnibus en La Habana  hasta   1,200, que hizo necesario el uso de las bicicletas como casi único medio de transporte, sin poder  reponer las energías que en ello se gastaban,  la carencia de alimentos y otros bienes imprescindibles como el agua, provocadas por la falta de electricidad, los bolsillos llenos de dinero sin nada que comprar. A todo esto y según algunos como consecuencia del deterioro de la alimentación del pueblo, se añadió la epidemia de neuritis.

Lentamente, gracias a las medidas adoptadas, se fue saliendo de esa crisis y ahora, aunque a precios  altos, especulación y hasta alguna corrupción, la oferta de alimentos y otros productos se ha recuperado.

Se ha producido además un aumento de las  remesas que aunque no benefician a todos, aunque por un efecto de derrame beneficia también en algo a los que no la reciben. Se ha producido cierta mejoría del transporte y la autorización a particulares para transportar pasajeros en distintos medios,  constituyen un alivio a la insuficiencia de ómnibus.

¿Qué hicimos bien o mal durante el periodo que se inició con el primer congreso del Partido? Es hora de recordarlo y no tratar ahora de descubrir,  ni de  inventarlo  todo, pues no hace falta. Aquí están las capacidades y  experiencias  y muchos  de los que las hemos vivido, tanto en la práctica económica como desde   la academia cubana. No hace falta apartar a nadie. No hace falta desperdiciar ninguna potencial capacidad, ninguna  experiencia, aunque se trate de personas que ya no están donde antes estaban.

Hace falta reunir el esfuerzo de todos, aprovechar las capacidades con que contamos, que no son pocas y ponerlas todas al servicio  de sacar adelante nuestra economía. Se necesita un nuevo modelo, con un concepto de sistema. 

Porque el sentido de sistema que tuvo nuestra economía durante el periodo 1975-1985, no ha vuelto aun a recuperarlo. Y no me estoy refiriendo a volver al viejo sistema de dirección de la economía de esos años, sino al sentido de sistema  que debe tenerse  dentro de la búsqueda del nuevo modelo. Y siendo ese un problema, yo me pregunto ¿No sería bueno asesorarse de esos compañeros, que en su mayoría generaron y trabajaron dentro del SDPE? Los que  dirigen la economía actualmente, no participaron en esa experiencia y algunos ejercieron dentro de una economía que no se parece a la real.

Yo me pregunto. ¿Porque compañeros como,  Humberto Pérez, José Luis Rodríguez, Gilberto Díaz, Felino Quesada,  Miguel Figueras y otros, que acumularon tanta experiencia en la práctica económica de  nuestro país, dentro de un periodo tan importante, no son llamados a asesorar o  se les consulta sobre la posible solución de determinados  problemas. Creo que se trata de algo que no tiene una explicación lógica. Al menos yo no la encuentro. Pues todos son compañeros  revolucionarios, experimentados y  dispuestos a trabajar. Deseosos de que la economía de nuestro país salga adelante.

No creo que la culpa de las dificultades que ahora  estamos atravesando  sea de ninguno de los mencionados, ni siquiera de los actuales especuladores  e intermediarios y corruptos. Sino de una conducción económica,  que repite medidas e instituciones que no dieron resultados, como la empresa de Acopio, cuya ineficiencia provocó no pocas veces la pérdida de cosechas por no ser recogidas a tiempo. 

Sobran ideas y gente capaces para tratar de solucionar los problemas, lo que hay es que utilizarlos y darles participación. Y  acercar más  la dirección económica, al espacio donde están los problemas.

Se  quiere que los campesinos estén motivados a producir para ello hay que pagarles precios justos y oportunos por sus productos, sin incurrir en morosidad o impagos por parte de las empresas estatales;  permitirle la compra de equipos como tractores y de camiones, para llevar sus mercancías al mercado.

¿Qué es lo que queremos, un sistema económico y una sociedad perfecta? Eso no existe, lo que hay es que tratar de mejorar lo que tenemos, pero sin extremismos. En realidad, los cubanos, como  dice  la gente en la calle,  “de a pie”,  no aspiramos a una sociedad  perfecta,  sino a una en la que podamos vivir decentemente. Que quiere decir,  recibir un salario adecuado, que alcance para vivir,  calzar, vestir y comer bien.

La Habana, Febrero 16  del 2015.



Publicado por:  David Díaz Ríos / @daviddr5129 

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