La política es la continuación de la guerra por otros medios
Por Graziella Pogolotti / De la guerra, obra de Carl von Clausewitz fue un clásico de la estrategia militar muy consultado por los estudiosos de la politología desde el siglo XIX hasta bien avanzado el XX. Por ese motivo, las ciencias políticas se apropiaron del vocabulario de los ejércitos para extender a ese campo el empleo de algunos términos, como el muy recurrente de vanguardia. Su definición de la guerra como continuación de la política se convirtió en lugar común.
En verdad, los conflictos bélicos convencionales no han cesado, aunque el armamento resulte cada vez más maléfico. Los gases tóxicos utilizados en la I Guerra Mundial produjeron víctimas a mediano plazo. El napalm y las bombas atómicas dejaron un rastro de muerte y enfermedad en quienes todavía no habían nacido. La política fue elaborando formas de preparación artillera en el plano nacional y en el internacional, a través de los medios de comunicación cada vez más sofisticados. Hearst, el gran magnate de la prensa amarilla norteamericana, demostró la efectividad de las fórmulas dirigidas a crear estados de opinión con recursos todavía algo primitivos. Contribuyó a crear las condiciones favorables para la intervención de Estados Unidos en la guerra de Cuba.
Lo que llamamos civilización avanza a pasos galopantes. La variedad de medios disponibles en la actualidad interviene más profundamente en la formación de mentalidades y valores.
La manipulación sistemática ha fracturado los cimientos de la democracia burguesa, al cabo de un brevísimo proceso histórico. El derecho universal al voto tardó decenios en imponerse a ritmo desigual, según la historia de cada país. Reservado primero a los contribuyentes de impuestos, luego a los alfabetizados, las mujeres y los negros tuvieron que librar batalla para lograr esa conquista. En el comienzo, los partidos políticos tenían identidad reconocible en su programa.
Durante la Guerra de Secesión en los Estados Unidos, los republicanos representaron al norte de Lincoln, y los demócratas, al sur esclavista. La Tercera República Francesa conoció un amplio espectro, con radical-socialistas, socialistas y comunistas.
En la actualidad, los perfiles tradicionales se han diluido. Los electores optan por mostrar su insatisfacción con el voto de castigo. En la Unión Europea, al margen de la aspiración de las mayorías, la común orientación neoliberal impone políticas de ajuste. La seducción mediante la acción sistemática de las imágenes anula los efectos de la indispensable confrontación de ideas. Desorientados, los desposeídos entregan el voto a quienes habrán de violentar sus más legítimos intereses.
Como la cultura, la política se somete a las leyes del espectáculo. Al igual que en la economía, el mundo real desaparece tras el rejuego especulativo de los valores de la bolsa. El empleo eficiente de la imagen elaborada científicamente difundida por los múltiples medios que nos circundan, anula la memoria y construye verdades ilusorias. El arte de la seducción característico de las relaciones humanas, desde el encuentro de la pareja, el trabajo pedagógico efectivo, hasta la constitución de liderazgos, se coloca al servicio de la manipulación de las masas.
La pérdida de credibilidad de los partidos políticos con nombres que enmascaran su verdadera naturaleza y las promesas electorales siempre incumplidas subvierten los fundamentos de la democracia burguesa tradicional. El ser humano, especie gregaria por necesidad, está sometida a la obligación de vivir en sociedad. Conocí hace años las vicisitudes de un matrimonio joven que intentó subsistir en un cayo solitario al modo de Robinson Crusoe. La utopía fracasó porque la civilización ha anulado muchas de nuestras habilidades y la naturaleza ya no dispone de la prodigalidad que precedió su sistemática depredación. En esas circunstancias, los problemas de orden político conciernen a todos. Nos plantea disyuntivas esenciales para la formulación de proyectos futuros y, aun más importante, para la supervivencia del ser humano en el planeta. Por ese motivo, el poder hegemónico no puede mantenerse neutral. Ha encontrado otras fórmulas con el propósito de modelar conductas, deseos y aspiraciones.
A través de las técnicas de marketing, sustituye el desarrollo del instrumental analítico con la fuerza seductora de la imagen y el manejo eficazmente dosificado de las emociones. En pleno verano tórrido, bajo un sol resplandeciente, una pareja joven, sexy, recostada a un automóvil, sostiene una botella helada de Coca-cola. El conductor maduro del noticiario, con algunas canas en las sienes, discurre como quien conversa con un interlocutor amigo. Es sereno y confiable. Los candidatos en campaña disponen de un equipo que diseña vestuario, gestualidad, contenidos, acoplado todo al destinatario del mensaje. De considerarse útil, se le somete a dieta para contrarrestar el efecto negativo de un exceso de obesidad. Todos los detalles se han previsto de antemano.
La apertura de la Embajada de Estados Unidos en La Habana respondió a una dramaturgia delineada hasta el más mínimo detalle.
La imagen conciliatoria fue proyectada hacia el pueblo cubano, porque a nivel de las cancillerías las verdades son bien conocidas.
De ahora en adelante, porque mucho falta por andar, nos tocará descifrar otros códigos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario