La libertad y la soberanía no son una partida de póker
Por Arthur González/El Heraldo Cubano / Para quienes cambian de principios y hasta de ciudadanía con la misma simpleza de un cambio de ropas, es lógico que interpreten que un puñal colocado en el cuello de toda una nación, con la pretensión de matar a su pueblo por hambre y enfermedades, sea similar a una partida de póquer.
Así se pronunció en días pasados en la CNN Arturo López-Levy, profesor adjunto en el Centro de Estudios Globales de la Universidad de Nueva York, emigrado cubano radicado en Estados Unidos.
En su defensa a la actual política que lleva a cabo la administración de Barack Obama, se proyectó con criterios que al final coinciden con la extrema derecha de Miami, al considerar que los líderes históricos de la Revolución cubana que lucharon en la Sierra Maestra y en Bahía de Cochinos, están dejando la política por haber llegado a la tercera edad, mientras sus nietos piensan que la Revolución no es el comunismo, sino los negocios.
López-Levy asegura que “el sistema político comunista ha limitado el desarrollo económico del pueblo cubano y reprimido sus libertades políticas”, y agrega… “un final súbito del embargo expondría a la sociedad cubana y sus élites a una influencia directa de Estados Unidos, a través de los intercambios comerciales, académicos, educativos, culturales y el turismo”.
En su artículo se contradice, y tiene razón al asegurar que “ninguna cantidad de turistas estadounidenses borrará de la memoria la humillante injerencia de Washington en los asuntos cubanos. Los nacionalistas cubanos tienen razones para ser celosos defensores de su soberanía. Hay una larga lista de agravios históricos; desde la imposición del contrato de arrendamiento de la base naval en Guantánamo y la Enmienda Platt, hasta la Ley Helms-Burton en 1996”.
Pero lo que oculta el profesor adjunto de la Universidad de Nueva York son los objetivos que pretenden alcanzar con el denominado “embargo”, cuando informes desclasificados de la CIA exponen a la luz pública la criminal política estadounidense para ahogar el proceso revolucionario cubano y frustrar las posibilidades de que su modelo económico e influencia política pudieran ser un ejemplo para América Latina.
El 12/12/1963 un extenso memorando desclasificado de la CIA sobre la situación interna de Cuba, expone:
“La actual política de los Estados Unidos respecto a Cuba tiene por objetivo aislarla del hemisferio occidental y del resto del mundo libre, y ejercer la mayor presión posible….para evitar la consolidación y estabilización del régimen Castro-Comunista. […] “El programa de acciones encubiertas de la CIA ha sido diseñado para apoyar otras medidas gubernamentales con el fin de incrementar e intensificar las presiones contra Castro y estimular a los elementos disidentes, especialmente en el ejército, para llevar a cabo un golpe de Estado y eliminar a Castro…”
Más adelante el citado memorando afirma:
“El principal objetivo de los programas encubiertos contra Castro es completar el aislamiento económico, político y psicológico de Cuba respecto a América Latina y el mundo libre…. estas medidas han sido en buena parte responsables de las actuales dificultades económicas de Castro, pero pudieran adoptarse nuevas y eficaces medidas de Guerra Económica”.
Esto demuestra que los problemas de la Revolución cubana han sido provocados por el gobierno yanqui y no son producto del sistema socialista como quieren hacerle creer al mundo.
Si los Estados Unidos hubiesen permitido que Cuba desarrollara sus programas sociales, económicos y culturales, sin imponerle una despiadada guerra sucia acompañada de planes de terrorismo de Estado ejecutados por la CIA, otro sería el panorama.
No existe un país en el mundo moderno que haya resistido tantas presiones y acciones criminales contra su pueblo y a pesar de ello sus ciudadanos mantengan aun su apoyo al sistema político escogido, algo incompresible para los que desde lejos califican su perseverancia y unidad como una sencilla partida de póquer, al no querer reconocer que realmente se trata de algo mucho más profundo como es la defensa de su libertad y soberanía nacional, para no regresar al capitalismo incapaz de solucionar la pobreza, el analfabetismo, la falta de un sistema de salud y la incultura en que vivieron hasta 1959.
Razón tenía José Martí cuando dijo:
“Cimientos a la vez que trincheras deben ser las palabras ahora…”
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