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lunes, 20 de julio de 2015

Cuba: la nueva Meca de inversiones que se disputan los EEUU y Europa

Cuba: la nueva Meca de inversiones que se disputan los EEUU y Europa
Publicado por David Díaz Ríos
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MARIANO BELDYK / CRONISTA.COM – Desde el deshielo anunciado en diciembre, la isla no cesa de recibir visitas de alto nivel político europeo junto a representantes de las principales firmas de cada país, mientras sus pares de los EE.UU. miran por ahora desde la platea.
Existen 105 países donde no es posible probar un Big Mac, en muchos casos, por razones estrictamente políticas. Cuba es uno de ellos. Moscú abrió el primero de sus 80 McDonald’s -son 218 en toda Rusia- con el pabellón soviético aún ondeando, el 31 de enero de 1990. China, con su socialismo de mercado, se lo permitió apenas dos años más tarde. Hoy, con más de 1.400 restaurantes, es su tercer mercado en tamaño.
Pero la isla a escasos 140 kilómetros de la tierra original de los Arcos Dorados resiste a los encantos de Ronald, por ahora.

“Coca Cola y McDonald’s son bienvenidos en Cuba, ¿por qué no? Somos vecinos y podemos producir Coca Cola aquí, podemos producir McDonald’s”. La invitación salió de boca de un Castro. No Raúl, ni Fidel, sino Álex, hijo del líder máximo de la Revolución cubana. Lo hizo en enero último, y ante la consulta de un canal chileno a propósito del repentino ímpetu de los empresarios estadounidenses por hacer pie en esa pequeña franja tanto tiempo maldita por sus propios políticos. La explicación no hay que buscarla en su presente, sino en el potencial del nuevo Dorado caribeño una vez que se levante el bloqueo y un millonario mercado turístico desembarque en el paraíso vedado.
Agenda de negocios
“Una de las cosas que le he dicho a los empresarios es que en Cuba hay un espacio (para la inversión), así que van a tener que ir a competir con los españoles, canadienses, alemanes y los chinos y todos los demás que estén haciendo negocios”, comentó Thomas Donohue, presidente de la poderosa Cámara de Comercio de los Estados Unidos (USCC), durante la última Cumbre de las Américas en Panamá. Mientras los líderes Barack Obama y Raúl Castro concentraban la atención de los flashes, la verdadera agenda de negocios se resolvía en salones contiguos y el puente lo tendía el propio Donahue con Rodrigo Malmierca, el hombre designado por Castro como interlocutor empresarial de la Revolución.
Ya en 2014, los Estados Unidos había advertido que Europa avanzaba sobre Cuba con el despunte de la nueva ley de Inversiones Extranjeras y la liberalización de zonas francas como el puerto de aguas profundas del Mariel.
Pero el deshielo anunciado por Washington y La Habana en diciembre aceleró los tiempos y, desde entonces, Cuba no cesa de recibir visitas del más alto nivel político europeo junto a representantes de las principales firmas de cada país, mientras sus pares de los Estados Unidos se desesperan desde la platea.
A sólo tres horas
El 50% de la población estadounidense podría llegar a la isla en no más de tres horas. “Los lazos históricos y la proximidad geográfica entre ambos nos coloca en clara ventaja a la hora de proveer bienes y servicios. Algunas firmas, como la constructora Caterpillar, Google y la cadena Choice Hotels ya manifestaron su fuerte interés por entrar al mercado cubano. Son líderes en sus rubros por lo que destacarán también en la isla sin importar la competencia”, explica a 3Días James Williams, cabeza de Engage Cuba. No son las únicas: también Netflix, Cargill, Mastercard y American Express se apuntan.
En los últimos meses se han multiplicado los grupos de lobby para desmontar la arquitectura legal del bloqueo comercial y financiero sobre Cuba. Engage es uno de los más influyentes, pero sólo el último de una larga lista que acciona a través de exfuncionarios demócratas y republicanos devenidos en consultores. La fina ironía es que las ataduras que impiden a los empresarios locales lanzarse a fondo por los nichos cubanos residen en La Meca del libremercado y no en la isla de la economía planificada.
“¿Cuánto dinero estarían dispuestos a colocar en Cuba en los próximos diez años?”, les consultó el inversor Faquiry Díaz Cala a los 240 empresarios reunidos en abril en la sede del Nasdaq por el Council of the Americas y la Escuela de Negocios Wharton. El convite era a escuchar consejos de altos funcionarios y especialistas sobre cómo hacer negocios en Cuba. “Hasta u$s 12.000 millones”, le respondieron, el equivalente al 15,5% isleño. Cifra interesante si las hay.
Viejos socios, nuevos negocios
Hace un lustro, Cuba iniciaba una serie de transformaciones de la mano de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución. Pero no fue hasta la sanción de la nueva Ley de Inversiones Extranjeras, en junio del año pasado, que los empresarios se convencieron de los alcances del nuevo rumbo económico. Desde entonces, La Habana reconoce y alienta el arribo de empresas privadas extranjeras “para que nuestro socialismo sea próspero y sustentable”, conjugó Malmierca.
Del top five de socios europeos según intercambio comercial, los cuatro primeros -España, Países Bajos, Italia y Francia- ya han enviado en el último año a sus principales empresas a Cuba a reforzar lazos y conquistar nuevos proyectos. España, con amplia ventaja en el turismo, anunció ya la reactivación de la ruta de Iberia, mientras que el grupo Meliá inauguró en enero su mayor resort a nivel mundial, con 1.176 habitaciones y el ampuloso rótulo Jardines del Rey. No está solo: el presidente de Globalia, Juan José Hidalgo, anticipó la construcción de un complejo hotelero con campo de golf cerca de la capital cubana y tanto la cadena Barceló como Iberostar buscan potenciar sus servicios.
En este rubro, otros dos proyectos inmobiliarios vacacionales están comprometidos, uno con la china Beijing Enterprises Holdings Limited y otro en manos de la británica Esencia Hotels and Resorts. Para disputarle a China su hegemonía asiática, Japón envió en mayo a su canciller Fumio Kishido junto a directivos de Toyota, Sony Solutions, Marubeni Co, Sumitomo Co y Komatsu. Según describió luego el Ministerio de Relaciones Exteriores nipón, su interés fuerte se extiende también hacia las comunicaciones y las energías renovables.
Por su parte, de la mano de Lord Hutton of Furness, presidente de Cuban Initiative, Londres fue parte en abril de un seminario en el Hotel Cohiba para 30 empresarios británicos organizado por ambas cámaras de Comercio. La gira culminó con una excursión a la zona del Mariel, donde radican hoy 25 de los 246 proyectos extranjeros aprobados.
Un mes después, aterrizó en Cuba una misión gala encabezada por el presidente Francois Hollande -el político europeo de más alto rango que visita la isla desde el español Felipe González en los ’90- acompañado por directivos de Pernod-Ricard (Rhum Havana Club), Accor y Air France. Los intereses franceses también incluyen a Bouygues, Total, Alstom y Alcatel-Lucent por lo que el Eliseo se muestra confiado en superar el cuarto lugar en las preferencias comerciales de la isla. Como Italia, que hace meses prepara su propia misión empresarial, mientras los EE.UU. contempla absorto la prosperidad ajena.
Tras remover a Cuba de la lista de estados patrocinadores del terrorismo, liberar remesas, licencias para ferries y anunciar la reapertura de su embajada en La Habana desde el 20 de julio (el lunes próximo), la Casa Blanca hizo todo lo que tenía a su alcance para favorecer el desbloqueo a la isla. Ahora, la decisión descansa en un Congreso indispuesto a remover los cerrojos de la Ley Torricelli (1992) y Helms-Burton (1996) con su actual ADN. Por eso, la apuesta de Engage Cuba y otros grupos de lobby descansa en diseñar una nueva mayoría bicolor, a partir de las legislativas de 2016.
“Cargamos con 50 años de una política fallida y debemos a ambos pueblos un cambio en su statu quo. Estamos confiados en educar a nuestros representantes para lograr cambios”, augura James Williams. Entre ronda y ronda del diálogo bilateral lanzado en diciembre pasado, no sorprendió que legisladores de ambos partidos viajaran a la isla. Uno de ellos, la senadora demócrata Amy Klobucher, incluso, presentó un proyecto para levantar el embargo, pero fue boicoteado por demócratas y republicanos anticastristas.

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