Ciberseguridad, criptografía y los años dorados de la vigilancia
Por Amy Goodman y Denis Moynihan
Internet, el sistema nervioso electrónico del planeta, ha cambiado la sociedad humana. Ha transformado profundamente la manera en que vivimos nuestras vidas y ha sido un importante nivelador al permitir que la gente se conecte, publique y comparta a escala mundial. Se puede escribir, comprar y efectuar transacciones bancarias por Internet o también se puede organizar una manifestación que podría derrocar una dictadura.
Sin embargo, Internet inaugura una era de intensa vigilancia al exponer nuestras comunicaciones más personales y privadas al ojo fisgón de compañías y gobiernos espías, sin mencionar a los criminales. Una forma de protegernos es mediante la criptografía, que brinda seguridad a nuestros datos y nos permite enviar y almacenar información digital en forma segura, básicamente a través de la codificación de la información. A fin de poder decodificarla, se necesita una clave o contraseña. El hecho de que la gente común pueda acceder a herramientas de criptografía de manera relativamente sencilla ha provocado que el gobierno estadounidense y el británico se propongan tener un acceso especial a todas las comunicaciones. Pretenden tener una llave maestra a la vida digital de todos.
James Comey, director del FBI, compareció ante una comisión del Senado el miércoles 8 de julio junto a la vicefiscal general de Estados Unidos, Sally Quillian Yates. Mientras se desarrollaba la reunión, la fragilidad de nuestras redes quedaba a la vista del mundo entero. La Bolsa de Nueva York permaneció cerrada durante medio día, supuestamente debido a un “problema” informático, United Airlines canceló el despegue de vuelos tras perder acceso a sus sistemas informáticos y el sitio web del periódico The Wall Street Journal estuvo fuera de servicio debido a “dificultades técnicas”. La comisión del Senado recibió el nombre de “Going Dark: Criptografía, tecnología y el equilibrio entre seguridad pública y privacidad”. “Going Dark”, que significa algo así como volverse invisible, es un término utilizado para hacer referencia al cifrado de las comunicaciones. Una declaración conjunta emitida por Yates reconoce que “los ciudadanos tienen derecho a comunicarse entre ellos en privado sin vigilancia no autorizada por parte del gobierno, no solamente porque la Constitución lo exige, sino porque el libre flujo de la información resulta esencial para el florecimiento de la democracia.”
A pesar de la noble afirmación, el director del FBI y otros funcionarios pertenecientes a la llamada comunidad de inteligencia pretenden tener acceso ilimitado a todas las comunicaciones, todo el tiempo. Desean lo que los especialistas en seguridad informática llaman “mecanismos de acceso extraordinario”. Esto significa que todas las herramientas de criptografía deberán tener una “puerta trasera” por la que el FBI, la CIA o quienquiera que posea la autoridad requerida sea capaz de acceder y leer la comunicación, se trate de un correo electrónico, un mensaje de texto, un chat de video o cualquier otro formato. ¿Por qué desean tener ese acceso ilimitado? Según dijeron Comey y Yates, “cuando los cambios tecnológicos limitan la capacidad de los organismos policiales de hacer uso de herramientas investigativas y dar seguimiento a pistas cruciales, puede que no seamos capaces de identificar y detener a terroristas que hacen uso de las redes sociales para reclutar, planear y ejecutar un ataque en nuestro país”.
Un conjunto de los más destacados especialistas en computación y seguridad en Internetemitieron esta semana un documento que trata sobre la magnitud del error presente en la solicitud de Comey. Quince especialistas efectuaron aportes al documento publicado por el MIT y titulado “Llaves ocultas debajo de la alfombra de la entrada: Requerir que el gobierno tenga acceso a todos los datos y las comunicaciones significa decretar la inseguridad”.
Bruce Schneier, uno de los autores del documento, es un destacado técnico en seguridad electrónica y autor de “Data y Goliat: Las batallas ocultas para recopilar tus datos y controlar tu mundo”. Schneier dijo en el noticiero “Democracy Now!”: “Es extraño que gobiernos de países libres exijan que se debilite la seguridad porque el gobierno podría querer tener acceso a toda la información”.
El director del FBI, Comey, pretende incorporar la presencia de una puerta trasera, un punto débil en la seguridad. Schneier continuó: “Lo que pretende Comey es una criptografía que pueda quebrantarse con una orden judicial. Pero, como tecnólogo, no puedo diseñar una computadora que funcione diferente ante la presencia de un pedazo de papel. Si creo un sistema que pueda quebrantarse, podrá ser quebrantado por cualquiera, no solamente por el FBI. Es por eso que su solicitud de acceso brinda acceso a los criminales. Necesitamos la criptografía por seguridad, por muchas más razones que por las que él pretende quebrantarla”.
El senador demócrata de Oregon Ron Wyden ha sido uno de los principales críticos del espionaje desarrollado por el gobierno. Wyden cuestionó un artículo publicado en un blog por el director del FBI, Comey: “Tratar de restringir el uso de la criptografía podría generar sospechas en torno a quienes procuran legítimamente comunicaciones seguras, como los periodistas, informantes, abogados y activistas por los derechos humanos. Es hora de dejar de atacar a la tecnología y de empezar a concentrarse en soluciones reales para las amenazas reales que enfrenta nuestro país”, escribió Wyden.
Bruce Schneier resumió: “Nos preocupa la seguridad de nuestros datos y la criptografía es una herramienta valiosa. Debilitarla deliberadamente por orden del FBI o del gobierno británico es en mi opinión un sacrificio de locos. No nos hace más seguros, nos hace correr más riesgos”. En definitiva, es la democracia la que está en riesgo. La libertad de comunicarnos sin que el gobierno nos espíe resulta esencial para el funcionamiento de una sociedad libre y abierta.
(Tomado de Democracy Now)
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