Blog_CubaSigueLaMarcha

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lunes, 1 de junio de 2015

Poder atreverse

Poder atreverse

 En un mundo cada vez más desigual, donde 85 individuos concentran más riqueza que los 3.500 millones de habitantes más pobres en el planeta, es decir, la mitad de la población mundial, las oportunidades también son cada vez más desiguales.

El acceso a la educación es una de ellas.
 Sapere aude, atrévete a saber. La locución latina que escribió Horacio en el siglo I se completa así: “quien comenzó ya hizo la mitad”. Atreverse a saber no es fácil. Pero más difícil es no poder atreverse
En torno a un 16 por ciento de la población global es analfabeto. 780 millones de personas en edad adulta no saben leer ni escribir. Según el Atlas de la Alfabetización del Instituto de Estadística de la UNESCO (UIS), de ellas, el 64 por ciento son mujeres. Por otro lado, del total de adultos analfabetos, 126 millones son jóvenes de entre 15 y 24 años y de ellos cerca de 70 millones son mujeres.
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La educación es un derecho humano fundamental y la base para garantizar el cumplimiento de otros derechos. La calidad universal de la educación es una condición esencial para hacer frente a la inequidad, erradicar la pobreza y crear sociedades más inclusivas. El desarrollo sostenible de una sociedad más igualitaria comienza por allí. Educación es sinónimo de libertad.  ¿Será por esto que tantos gobiernos temen a que el pueblo esté educado?
Paulo Freire escribe que “enseñar exige seguridad, capacidad profesional y generosidad”. Sobre todo, generosidad. La docencia es de las tareas más nobles. Compartir los saberes, para democratizar el conocimiento. Además hay quienes lo hacen ante la adversidad. Docentes rurales que se trasladan todos los días hasta las zonas más inhóspitas para compartir  conocimiento con quienes tienen menos posibilidad de acceso. Numerosas escuelas que funcionan en sectores urbanos marginales con condiciones socio económicas complejas; en contexto de encierro como cárceles y manicomios;  en países donde hay conflictos bélicos o catástrofes naturales. Otro caso paradigmático donde la educación supera cualquier barrera, es el programa de alfabetización cubano “yo sí puedo”.
El proyecto surgió en el año 2001 por sugerencia del presidente cubano Fidel Castro con el objetivo de erradicar el analfabetismo, y fue coordinado por Leonela Relys Díaz,  Doctora en Ciencias Pedagógicas. Se elaboró una cartilla que combina números y letras para enseñar a leer y a escribir a personas adultas, mediante la utilización de recursos audiovisuales como la televisión y reproductoras de video. Este programa se desarrolla a través de un método de enseñanza compuesto, en el que se utilizan los números para facilitar el proceso de aprendizaje de la lecto-escritura; se asocian los números con  letras y se parte de lo conocido para alcanzar lo desconocido. De acuerdo con el contexto en el que se desarrolle puede aplicarse en español, portugués, inglés, quechua, aymara, creole, tetún, swahili o guaraní.  Tiene como objetivo fundamental, además de lograr la alfabetización, la inserción activa de los participantes en el quehacer social, económico y político de la comunidad del país donde viven. Además de recursos audiovisuales, se utiliza un “facilitador” quien se encarga de trasmitir los conocimientos y es el vínculo entre la clase audiovisual y el participante.
Gracias a la solidaridad de Cuba, y su intención de compartir el programa educativo a los países que lo necesitan, “Yo sí puedo” fue aplicado con éxito en Argentina, Venezuela, México, Ecuador, Bolivia, Guatemala, Nicaragua, Haití y Colombia  y ha hecho posible alfabetizar a millones de personas. Además, ha sido llevado a varios países africanos como Guinea-Bissau, Mozambique y Sudáfrica, así como en Nueva Zelanda, Oceanía. También La ciudad española de Sevilla, que fue la primera experiencia del programa en Europa.
Con la aplicación de este sistema de enseñanza se podría alfabetizar a una persona en 7 semanas y así se lograría erradicar el analfabetismo con solo la tercera parte del fondo de la UNESCO para estos fines. Terminar con el analfabetismo no es una cuestión de recursos económicos. Depende de la voluntad política de los gobiernos de brindar a los ciudadanos la posibilidad de estar educadas. La posibilidad de ser libres.
Clara Presman / Periodista

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