Disfraces del anexionismo
By Yadira Escobar / Lo se, lo se, al parecer nada indica que Estados Unidos quiere anexarse a Cuba, pero eso no quiere decir que no exista el pensamiento anexionista entre los que se oponen al gobierno cubano y quien sabe si secretamente en más de una cabeza dentro de las estructuras del estado cubano.
Camuflados bajo un aparente centrismo intelectual y aparentando una neutralidad que “supera” las ideologías, atacan todo lo nacional. Al mismo tiempo escuchan atentamente cualquier consejo que venga del norte “exitoso”. Ya no son anexionistas ortodoxos, y por lo tanto de vez en cuanto también miran hacia Europa. Cuando toman esa ruta nos vienen a hablar del maravilloso socialismo escandinavo, pero continúan ya sea desde la derecha o la izquierda despreciando lo nacional y lo popular.
Desde hace unos días se repiten ataques contra el cardenal cubano Jaime Ortega que intentan quitarle credibilidad por una entrevista que le hicieron en la Cadena Ser, por motivos de la próxima visita del Papa a Cuba. El Cardenal en dicha entrevista valoró como positivo el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba, y restó importancia a una disidencia dividida y distanciada del pueblo cubano.
La Iglesia cubana es parte de la sociedad civil, no es un partido político que se balancea entre el estado y la ciudadanía. El Cardenal en este momento histórico se situá del lado del pueblo al buscar dentro del orden social un mejoramiento material para las mayorías, pero la derecha anti-cubana anda enojada porque el Obispo no acaba de ver a terroristas y delincuentes encarcelados como presos políticos. En otras palabras; no le perdonan su natural inclinación al sentido común porque saben que legitima el acercamiento y tira por tierra muchos mitos que justifican el negocio de la contrarrevolución.
No es la primera vez que la Iglesia cubana asume posiciones al lado de la nación más allá de las ideologías. En plena ocupación militar norteamericana la Universidad de Harvard invitó a casi la mitad de los maestros primarios de la isla (1,273 personas) a unos cursos académicos de seis semanas con todos los gastos pagos, y la Iglesia cubana junto a los nacionalistas expresó sus reparos a un programa que potencialmente exponía a la mitad de los educadores de Cuba a las “perniciosas” influencias del protestantismo anglosajón. Aparentemente la Iglesia se preocupaba por la influencia protestante. Al mismo tiempo otras voces patriotas como Manuel Sanguily en una conferencia a los maestros habaneros sobre José de la Luz y Caballero trataba de que los educadores no olvidasen los valores de una traducción de cubanía en la que encarnaban “nuestra lengua, nuestras glorias y nuestra nacionalidad” al enfrentarse a las posibles influencias foráneas.
Las opiniones del Cardenal acerca del embargo, las sanciones económicas, y sobre el humanista sistema de salud en la isla puede que enojen a los que les gustaría una Iglesia subversiva y alejada del espíritu nacional, pero hacen mucho bien a la nación, que es lo que cuenta.
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