Los escritores cubanos se preocupan por el “paquete”
Caricatura: Adán Iglesias Toledo / Cubahora.
Por Marilyn Bobes
Los escritores cubanos andan muy preocupados por la competencia con el llamado “paquete semanal” (una memoria flash que contiene audiovisuales fundamentalmente norteamericanos y que circula en toda la Isla de manera oficiosa).
En un país donde leer era una ocupación casi mayoritaria, hoy, como está ocurriendo en todas partes del mundo, se pierde cada día más ese hábito.
Con el objetivo de buscar alternativas a un consumo que, especialmente entre los jóvenes, tiene muchísimos seguidores, el Centro de Promoción Literaria Dulce María Loynaz convocó recientemente a un debate en el que algunos defendieron los contenidos que circulan en las memorias y aceptaron, casi pasivamente, esa opción como una fuente de entretenimiento que la televisión cubana está muy lejos de satisfacer.
Otros, por el contrario, ofrecieron alternativas como la difusión, a través del correo electrónico, de las novedades editoriales internacionales que los cubanos no pueden encontrar en las librerías, sobre todo por cuestiones relacionadas con el pago de los derechos de autor, un lujo que, por el momento, el país no se puede permitir.
La falta de acceso a Internet impide también la actualización a través de esa vía.
Ilustrativa e interesante resultó la intervención del joven graduado de periodismo José Raúl Concepción, quien expuso un resumen de una tesis de 400 páginas con la que obtuvo su licenciatura y que aborda la repercusión de las nuevas tecnologías en las más recientes generaciones. La muestra seleccionada para su investigación comprende a 50 individuos entre 16 y 30 años de los municipios capitalinos de San Miguel del Padrón y Plaza de la Revolución.
El 45% de estos jóvenes -de diferentes estratos y escolaridades- consume diariamente el denominado paquete, mientras el 22% lo hace entre cinco o seis días a la semana. De esta manera, ese producto se convierte en la principal ocupación a la que dedican sus ratos de ocio.
Según Concepción, una de las causas fundamentales de este fenómeno es la insatisfacción con las ofertas institucionales para el esparcimiento, además de la creciente insatisfacción con lo que trasmite la televisión nacional, que es apenas vista por la mayoría de ellos.
El 56% manifestó que lo consume para “divertirse” o “relajar” y solo el 4% para informarse.
Imagen tomada del blog Mundo mundial
Las preferencias de contenido son fundamentalmente las series y las películas norteamericanas aunque, según manifestaron algunos de los defensores de la alternativa presentes en el Centro Loynaz, el paquete contiene materiales audiovisuales de diferentes partes del mundo, muchos de una altísima calidad.
El expositor Concepción señaló también que las memorias flash se han convertido para los jóvenes en una manera de compartir y socializar y que la muestra arroja otro resultado: los que lo consumen prefieren dedicar su tiempo libre a “divertirse y enajenarse” antes que a instruirse.
El joven periodista recomienda entonces a las instituciones cubanas aprovechar medios como los videojuegos, el cine y la música para despertar el interés perdido por la literatura y cita casos como el del personaje animado cubano de Juan Padrón, Elpidio Valdés, paradigma que consiguió y todavía consigue despertar el entusiasmo por la historia entre los niños y los jóvenes cubanos.
El prestigioso investigador y crítico Desiderio Navarro manifestó, por su parte, que la juventud no es un producto del esencialismo sino un resultado social y que la pregunta sería por qué esos jóvenes no se interesan en el estudio ni en el aprendizaje.
Criticó la imagen que de ese sector de la población presentan los medios masivos cubanos, los que, en su opinión, “banalizan sus actividades y dan poca visibilidad a los intelectuales”.
“Ofrecemos –dijo- estilos de vida erróneos”.
Otros expositores se refirieron a los intentos que individualmente han realizado algunos escritores, tanto de provincias como de la capital, por hacer llegar libros atractivos a la población en la web y en la intranet, pero parece indiscutible que el poco desarrollo de la informática en la sociedad cubana da al traste con esos quijotescos empeños de hacer leer a un grupo etáreo que, internacionalmente, ha desechado ya los medios tradicionales como los libros impresos.
Es indiscutible que la influencia del “paquete” en la sociedad cubana cobra cada día más fuerza y yo diría que no solo entre los jóvenes sino también en otros sectores de la población, incluyendo a un porcentaje no poco despreciable de la intelectualidad. Muchas personas manifiestan que prefieren “escoger” por sí mismas lo que quieren ver, aun cuando el paquete es también el resultado de la elección de quienes lo confeccionan.
Por cierto que en su distribución están involucrados desde trabajadores que utilizan la Internet de banda ancha -a la que tienen acceso en sus centros laborales-, hasta choferes de ómnibus del transporte estatal involucrados también en el negocio.
Como dijeron algunos de los presentes en el Centro Loynaz, el dolor de cabeza que significa para las instituciones cubanas la existencia del famoso “paquete semanal” solo acabará cuando cese el bloqueo y haya que pagar los derechos de todos esos audiovisuales, de lo que, paradójicamente, aún están libres los cubanos en virtud de ese mismo acorralamiento económico y la inexistencia de regulaciones y convenios de intercambio.
Hasta entonces, a no ser que se tome la para mí bastante improbable decisión de prohibirlo, los escritores cubanos tendremos que conformarnos con la falta de lectores, a no ser que algún director de cine convierta nuestras obras en series televisivas o películas lo suficientemente atractivas para conquistar a un público que quiere y necesita más calidad y más variedad para satisfacer sus heterogéneas necesidades.
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