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sábado, 8 de noviembre de 2014

En Cuba: Economía y +

En Cuba nunca se realizó un examen a fondo, científico, crítico y autocrítico de las causas y consecuencias del fin del socialismo en la Unión Soviética. Por esa razón las reformas (actualización) que aluden a un modelo homólogo al colapsado, se emprendieron sin que hubiera un inventario de lo que había fracasado allá y, por consiguiente era necesarios cambiar acá.

La omisión explica la falta de integralidad del proceso de ajuste (limitado a la economía) y el reiterado empeño por salvar estructuras que tal vez deberían ser abandonadas y la reticencia a aplicar la directiva de: “Cambiar todo lo que deba ser cambiado”.

Además de los factores externos asociados al anticomunismo y a la agresividad imperialista, que ejercieron enorme influencia en el desempeño de la Unión Soviética y los países de Europa Oriental, el socialismo sucumbió allí por razones básicamente internas asociadas a:

1- Malformaciones congénitas. Capítulo que incluyó no sólo preceptos teóricos errados, sino también un abrumador cúmulo de interpretaciones equivocadas y decisiones locales derivadas de necesidades coyunturales y que por efectos del autoritarismo y del dogmatismo, entronizados en el entorno soviéticos, fueron convertidas en “principios” o en preceptos “científicos” incuestionables.
2- Por razones históricas conocidas, entre ellas las agresiones, el acoso y las enormes tensiones a que fue sometido el primer estado socialista y por equívocos (el estalinismo entre ellos), el socialismo llamado real se desarrolló con déficit de democracia, libertades, limitaciones y otros fenómenos negativos que nunca fueron corregidos y que, con más o menos intensidad, se expresaron en los países donde se aplicó el modelo soviético.
3- Errores conceptuales y de gestión como los excesos de centralismo, verticalismo, burocratización, autoritarismo, incorrecta definición de prioridades, culto a la personalidad, falta de idoneidad de las instituciones, incluyendo el partido, el Estado y la sociedad civil. Todo ello, en gran medida, derivado de la mala práctica de sacralizar, copiar, generalizar y aplicar a todos los países socialistas las consignas y las decisiones soviéticas.

Para ser integral y eficaz, la reforma en Cuba no puede limitarse a una “actualización” sino que debe emprender un conjunto de cambios esenciales derivados de una mirada crítica, integral y abarcadora sobre el conjunto formado por el modelo económico, político, social y cultural, de lo cual se deriva la reforma de las estructuras y las prácticas políticas.

Ello se refiere además no sólo a la economía sino también a la superestructura jurídica y política, entre otras esferas: el derecho constitucional, los procesos electorales, la actividad parlamentaria, la administración de justicia y el papel de las instituciones políticas, estatales, sociales, profesionales y de masas, sin excluir ni sacralizar a ninguna de ellas.

Es cierto que tales reformas requieren tiempo, meditación y cautela y que al aplicarlas se corren riesgos, pero también lo es que tales peligros disminuyen en la medida en que el mecanismo de toma de decisiones es más democrático y abierto, las instituciones son más eficaces y decisiva la participación de factores sociales interesados en perfeccionar el socialismo.

Cuando no ocurre así, falta transparencia y se operan las reformas con arreglo a métodos de gobierno y dirección de la sociedad, cuya ineficacia ha sido probada, los riesgos son mayores. Rectificar no es retroceder a etapas superadas, sino innovar.

El socialismo puede ser productivamente eficaz y políticamente democrático. Para lograrlo es preciso innovar y no defender o reiterar viejas fórmulas.
Por: Jorge Gómez Barata

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