Pentágono: ¿mecenas de las Ciencias Sociales?
Tras las revelaciones del excontratista estadounidense Edward Snowden acerca del espionaje realizado por agencias federales norteamericanas, incluso sobre ciudadanos comunes, ha sido frecuente la aparición de noticias sobre otros proyectos vinculados a este entramado de vigilancia y subversión.
Entre los proyectos revelados está el conocido Minerva, que tuvo como objetivo estudiar las dinámicas de los movimientos sociales en eventos como la Primavera Árabe. Otro que salió a la luz pública recientemente, tiene que ver con Facebook y el financiamiento de un estudio donde se evaluó el comportamiento de los usuarios según los mensajes que recibían.
Entre los proyectos revelados está el conocido Minerva, que tuvo como objetivo estudiar las dinámicas de los movimientos sociales en eventos como la Primavera Árabe. Otro que salió a la luz pública recientemente, tiene que ver con Facebook y el financiamiento de un estudio donde se evaluó el comportamiento de los usuarios según los mensajes que recibían.
Todos estos planes obtuvieron fondos del Pentágono y perseguían —y aún persiguen— los mismos fines en tiempos cuando la subversión y desestabilización de gobiernos, por métodos no convencionales, están a la orden del día.
El más reciente de los proyectos que ha aflorado en los medios de comunicación, es uno desarrollado por el Laboratorio de Investigaciones de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Según ha publicado el portal Ars Technica, dedicado a temas relacionados con nuevas tecnologías y avances científico-técnicos, el proyecto “está destinado a desarrollar un modelo experimental para conocer la dinámica de la movilización y la propagación de un movimiento social”.
Añade la fuente que “los mensajes y conversaciones a través de Twitter serán analizados para identificar quiénes son los individuos movilizados en un contagio social y en qué momento se movilizaron”.
Como vemos, ya no es Facebook solamente, también los propios uniformados del Pentágono, directa y abiertamente, reconocen que “estudian” estos movimientos sociales para extraer experiencias que bien sabemos dónde serán aplicadas.
Warren Dixon, principal investigador de este proyecto y director del grupo de investigaciones robóticas de la universidad de Florida, en declaraciones publicadas por el mencionado portal, dijo que “uno de los problemas menos investigados, es que una vez identificada la red, ¿cómo haces para manipularla hacia un fin?”
¿Serán acaso esos “fines” países como Venezuela, Siria, Ucrania, donde las redes sociales han jugado un rol principal en la Guerra No Convencional que se les ha venido haciendo?
“La investigación demuestra”, según Dixon, “que los mismos principios matemáticos utilizados para el control de robots autónomos, pueden aplicarse a las redes sociales para manipular la conducta humana”.
La influencia en las opiniones de las redes sociales hacia un conjunto de “conductas deseadas”, bien podrían clasificar como armas cibernéticas de la Agencia de Seguridad Nacional y el propio Cibercomando estadounidense.
Un artículo de la revista Special Warfare, editada por la Escuela y Centro de Guerra Especial del Ejército de EE.UU. John F. Kennedy, en Fort Bragg, Carolina del Norte, (edición julio-septiembre de 2013), reseña que “en Siria se emplearon las redes sociales por las Fuerzas de Operaciones Especiales para la planificación del apoyo a los insurgentes”. Para hacerlo, “usaron una herramienta conocida como Análisis Dinámico de la Red Twitter (DTNA, por sus siglas en inglés) para crear una Anatomía de la Red Siria”.
La “Anatomía” es un gráfico conocido como sociograma donde se muestran todos los usuarios vinculados a los diferentes grupos insurgentes. “Esa distribución y visualización permitió identificar a quién verdaderamente debía ser entregada la ayuda” señala el artículo.
Claro, una vez más erraron en sus análisis y cálculos. Así lo confirmó la propia exsecretaria de Estado Hillary Clinton en una entrevista concedida a la revistaThe Atlantic. En opinión de la exfuncionaria, “si Washington hubiera financiado y armado antes y mejor a los insurgentes sirios cuando empezaron las protestas contra Al Assad, el Estado Islámico no estaría avanzando en el Medio Oriente”.
Investigaciones como las desarrolladas por la Fuerza Aérea se enmarcan dentro de las Operaciones Militares de Apoyo a la Información, antes conocidas como Operaciones Sicológicas.
Que la Fuerza Aérea se sume a las investigaciones perfiladas en la Guerra No Convencional demuestra, como ya hemos explicado en otras ocasiones, que esta no es privativa del ejército norteamericano. Refuerza, además, las necesidades que aún tiene el Pentágono por unificar los esfuerzos de todos sus servicios armados en esta guerra de nuevo tipo.
Cuál si fuera un mecenas de las Ciencias Sociales, el Pentágono intenta maquillar sus verdaderos propósitos subversivos en proyectos enfocados supuestamente al estudio de comportamientos y relaciones sociales. De seguro seguirán emergiendo a la superficie nuevos planes e “investigaciones”. Seguiremos informando.
El más reciente de los proyectos que ha aflorado en los medios de comunicación, es uno desarrollado por el Laboratorio de Investigaciones de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Según ha publicado el portal Ars Technica, dedicado a temas relacionados con nuevas tecnologías y avances científico-técnicos, el proyecto “está destinado a desarrollar un modelo experimental para conocer la dinámica de la movilización y la propagación de un movimiento social”.
Añade la fuente que “los mensajes y conversaciones a través de Twitter serán analizados para identificar quiénes son los individuos movilizados en un contagio social y en qué momento se movilizaron”.
Como vemos, ya no es Facebook solamente, también los propios uniformados del Pentágono, directa y abiertamente, reconocen que “estudian” estos movimientos sociales para extraer experiencias que bien sabemos dónde serán aplicadas.
Warren Dixon, principal investigador de este proyecto y director del grupo de investigaciones robóticas de la universidad de Florida, en declaraciones publicadas por el mencionado portal, dijo que “uno de los problemas menos investigados, es que una vez identificada la red, ¿cómo haces para manipularla hacia un fin?”
¿Serán acaso esos “fines” países como Venezuela, Siria, Ucrania, donde las redes sociales han jugado un rol principal en la Guerra No Convencional que se les ha venido haciendo?
“La investigación demuestra”, según Dixon, “que los mismos principios matemáticos utilizados para el control de robots autónomos, pueden aplicarse a las redes sociales para manipular la conducta humana”.
La influencia en las opiniones de las redes sociales hacia un conjunto de “conductas deseadas”, bien podrían clasificar como armas cibernéticas de la Agencia de Seguridad Nacional y el propio Cibercomando estadounidense.
Un artículo de la revista Special Warfare, editada por la Escuela y Centro de Guerra Especial del Ejército de EE.UU. John F. Kennedy, en Fort Bragg, Carolina del Norte, (edición julio-septiembre de 2013), reseña que “en Siria se emplearon las redes sociales por las Fuerzas de Operaciones Especiales para la planificación del apoyo a los insurgentes”. Para hacerlo, “usaron una herramienta conocida como Análisis Dinámico de la Red Twitter (DTNA, por sus siglas en inglés) para crear una Anatomía de la Red Siria”.
La “Anatomía” es un gráfico conocido como sociograma donde se muestran todos los usuarios vinculados a los diferentes grupos insurgentes. “Esa distribución y visualización permitió identificar a quién verdaderamente debía ser entregada la ayuda” señala el artículo.
Claro, una vez más erraron en sus análisis y cálculos. Así lo confirmó la propia exsecretaria de Estado Hillary Clinton en una entrevista concedida a la revistaThe Atlantic. En opinión de la exfuncionaria, “si Washington hubiera financiado y armado antes y mejor a los insurgentes sirios cuando empezaron las protestas contra Al Assad, el Estado Islámico no estaría avanzando en el Medio Oriente”.
Investigaciones como las desarrolladas por la Fuerza Aérea se enmarcan dentro de las Operaciones Militares de Apoyo a la Información, antes conocidas como Operaciones Sicológicas.
Que la Fuerza Aérea se sume a las investigaciones perfiladas en la Guerra No Convencional demuestra, como ya hemos explicado en otras ocasiones, que esta no es privativa del ejército norteamericano. Refuerza, además, las necesidades que aún tiene el Pentágono por unificar los esfuerzos de todos sus servicios armados en esta guerra de nuevo tipo.
Cuál si fuera un mecenas de las Ciencias Sociales, el Pentágono intenta maquillar sus verdaderos propósitos subversivos en proyectos enfocados supuestamente al estudio de comportamientos y relaciones sociales. De seguro seguirán emergiendo a la superficie nuevos planes e “investigaciones”. Seguiremos informando.
Por David Ignacio Martí / 21-08-2014
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