Los últimos acontecimientos relacionados con las elecciones parlamentarias en Venezuela, del pasado 6 de diciembre, y el posible destino de la Revolución bolivariana siguen acaparando la atención en redes sociales, atrapando titulares y no pocas reflexiones en medios de prensa.
Los resultados —55 diputados por el Gran Polo Patriótico y 109 por la autodenominada Mesa de la Unidad Democrática, con las tres bancas de los circuitos indígenas a favor del campo opositor— arrojan más luces sobre los efectos de la estrategia bien montada por Estados Unidos y la ultraderecha nacional e internacional para borrar del mapa un proyecto social, político y cultural que se colocó a la vanguardia en la región e, incluso, más allá.
El empleo de las llamadas Tácticas Asimétricas Irregulares, Guerra de Cuarta Generación y todas las versiones de los libretos de Golpe Suave o Golpe Blando aplicados por el gobierno estadounidense en la nación sudamericana indiscutiblemente han tenido efectos.
La cruenta guerra económica interna, impulsada por la derecha venezolana —incluyó el acaparamiento de productos de la dieta básica, de artículos de primera necesidad y de medicinas—, provocó desabastecimiento, alza astronómica de los precios, colas infinitas en los mercados…¿Consecuencias? Ansiedad en la población, dudas, confusión, estados de exaltación.
El país con las mayores reservas de crudo en el mundo ha padecido, también, una guerra de precios que ha caldeado la situación interna aún más. Desde mediados del 2014 el precio del petróleo ha experimentado una caída de más de 60 por ciento, al bajar de 100 a 35 dólares por barril. No hay duda, la guerra del petróleo es otra arremetida que ha tenido que enfrentar el gobierno bolivariano, encabezado por Nicolás Maduro.
A Venezuela, sometida a un bombardeo mediático como no lo ha estado ningún país del planeta, la han convertido “en una lámina de estudio de comunicación frente a una agresión como nunca se ha visto”. Así lo denunció recientemente el periodista venezolano Earle Herrera.
En tal sentido, la analista política Eva Golinger en su artículo “EE.UU.: La emboscada contra Venezuela” ofrece datos reveladores. Durante el último año, la administración de Barack Obama gastó más de 18 millones de dólares en financiamiento público para grupos antigubernamentales en la nación sudamericana.
Desde la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés), apuntó la también reportera, casi medio millón de dólares fueron destinados para mejorar las capacidades estratégicas comunicacionales de organizaciones políticas a través de medios alternativos. Buena parte de este dinero —agregó— financia el uso de redes sociales para proyectar la visión antigubernamental en espacios influyentes a escala internacional.
Noticias falsas o convenientemente manipuladas llegan a instalarse como “verdades”. El dinero media para echar más combustible a la maquinaria mediática, sobre todo si ello determina el destino de un país con un proyecto chavista que pone en peligro los intereses imperiales.
Las guarimbas iniciadas en febrero del 2014, que dejaron como saldo más de 40 muertos y cuantiosos daños materiales, así como el asesinato de importantes dirigentes políticos, no son hechos fortuitos; responden a las maniobras de la derecha venezolana, apoyada por Estados Unidos.
Las movidas en este ajedrez están convenientemente diseñadas para que la burguesía, ahora con mayoría en la Asamblea Nacional, intente sepultar los logros conquistados por el pueblo en 16 años de Revolución Bolivariana.
Desde que en 2003 el gobierno venezolano emprendiera una cruzada contra la pobreza y la desigualdad, un conjunto de misiones cambió el panorama social de la nación. Venezuela figura como uno de los 29 países del mundo que más se han esforzado para reducir el hambre, éxito reconocidopor la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés).
Gracias a la Misión Barrio Adentro, eje central del Sistema Público Nacional de Salud en el país sudamericano, más de un millón de vidas han sido salvadas en los 12 años de creado este programa; una cifra superior a 900 000 hogares ha construido la Gran Misión Vivienda Venezuela para familias, en su mayoría, de sectores históricamente marginados. Estas y otras realidades no pueden ser ignoradas, mucho menos que la desmemoria las borre de un plumazo.
Con los dos tercios conseguidos en la Asamblea Nacional en las últimas elecciones la coalición opositora podrá aprobar leyes orgánicas, proponer reformas y enmiendas constitucionales, reemplazar a miembros del Tribunal Supremo de Justicia, el propio Consejo Nacional Electoral y demás poderes públicos, pero solamente con el visto bueno de otros órganos legales.
Los pronunciamientos de la derecha giran en torno a la anulación de las leyes orgánicas del Trabajo y de Precios Justos y avivan sus intenciones de destruir los convenios firmados por el gobierno venezolano con otros países del área, en franca anulación de todos los organismos de integración regional, entre ellos Petrocaribe, el Mercado Común del Sur, la Unión de Naciones Suramericanas y la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos.
La intención es debilitar la estabilidad de Latinoamérica y el Caribe, denunció recientemente el Presidente Nicolás Maduro.
En esta batalla por hacer que cabalguen las tantas razones de la Revolución Bolivariana,las fuerzas populares en la calle deberán seguir apostando por la unidad, por la defensa de lo ya conquistado. Habrá que permanecer, aferrarse a lo grande, y seguir, también, juntando la palabra del mundo.
http://www.escambray.cu/2015/la-revolucion-bolivariana-en-el-colimador-de-la-oposicion/
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Publicado por: David Díaz Ríos / @daviddr5129 /
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