La Guerra No Convencional de EE.UU. contra Cuba (I)
En 1963, Allan Dulles,¹ jefe de la CIA en la época de Girón, escribió un libro titulado El Arte de la Inteligencia , que dedicó uno de sus capítulos a la estrategia de subversión contra la URSS, en el que apuntó:
“Sembrando el caos en la Unión Soviética sustituiremos sus valores, sin que sea percibido, por otros falsos, y les obligaremos a creer en ellos.
Encontraremos a nuestros aliados y correligionarios en la propia Rusia. Episodio tras episodio se va a representar por sus proporciones una grandiosa tragedia, la de la muerte del más irreductible pueblo en la tierra, la tragedia de la definitiva e irreversible extinción de su autoconciencia.
[…]
La honradez y la honestidad serán ridiculizadas y presentadas como innecesarias, y convertidas en un vestigio del pasado. El descaro, la insolencia, el engaño y la mentira, el alcoholismo y la drogadicción, el miedo irracional entre semejantes, la traición, el nacionalismo, la enemistad entre los pueblos y, ante todo, el odio al pueblo ruso. Todo esto es lo que vamos a cultivar hábilmente hasta que reviente como el capullo de una flor”.
Fue precisamente Dulles quien refiriéndose a la triunfante Revolución Cubana el 12 de febrero de 1959 señaló: “Cual niños ellos serían capaces de hacer casi cualquier cosa”. Con su estilo prepotente, nos juzgaba como a niños descarriados que merecían castigo, pero advertía que había que hacerlo con habilidad, mañosamente.²
El triunfo de la Revolución Cubana el 1o de enero de 1959, marcó el inicio de una etapa aún más difícil de la historia patria, en cumplimiento de un presagio de Fidel en su discurso al pueblo reunido en el campamento militar de Columbia, sólo siete días después.
La primera razón de esa dificultad la definió el propio Comandante en Jefe en los días previos a Girón: “No nos perdonarían jamás haber hecho una Revolución Socialista a 90 millas de sus costas, desmontando, con empeño nacionalizador y soberano, una dominación neocolonial que sumía a la Isla en la miseria y la injusticia, mientras los magnates se agenciaban millonarias ganancias y los gobiernos recibían órdenes de la embajada de EE.UU.”
El castigo solicitado por Dulles a causa de nuestra rebeldía, comenzó desde el triunfo mismo, y así iniciaron las conspiraciones y agresiones. Uno de los pilares de la estrategia de EE.UU. y la proyección de su agresividad contra la Isla fue el empleo de la contrarrevolución, tanto interna como externa, y la subversión política e ideológica, que halló cuerpo en la propaganda enemiga y el agrupamiento contrarrevolucionario.
Fue interés nacional de EE.UU. subordinar las actividades de la contrarrevolución a los lineamientos de la política de Washington.³ Todo ello formó parte de la prioridad de seguridad nacional que para la Casa Blanca constituía en ese entonces la lucha contra los Movimientos de Liberación Nacional; el socialismo y la URSS.
El método elegido queda claro al analizar el discurso de los líderes de la época. En un encuentro realizado con especialistas de la comunidad de inteligencia, John F. Kennedy expuso lo siguiente: “En la medida en que los medios militares se tornan más mortíferos, que una creciente cantidad de países tienen acceso a ellos, la guerra de subversión, la guerra de guerrillas y otras formas de lucha adquieren mayor significación. En la medida en que las armas termonucleares sean más poderosas, y existan menos posibilidades para su empleo, las operaciones subversivas desempeñan un papel cada vez más relevante”.⁴
La propia invasión a Playa Girón constituyó una de las formas de aplicación práctica de esta doctrina. El empleo de una fuerza mercenaria, sustituta de las propias fuerzas estadounidenses, entrenada y asesorada por esa nación, cuya pretensión era iniciar en Cuba una resistencia que pudiera recibir el apoyo directo de EE.UU. y de esa forma derrocar al Gobierno Revolucionario.
El fracaso de Girón hizo al propio Kennedy indicar: “[…] examinar de cerca todas nuestras prácticas, y programas en las áreas de las actividades militares y paramilitares, insurgencia y contrainsurgencia que no sean de guerra abierta. Pienso que necesitamos reforzar nuestro trabajo en este campo”.⁵
La solicitud de Kennedy fue cumplida, y como resultado de las experiencias analizadas, nuevas formas de guerra encubierta y agresión subversiva se desataron contra Cuba. La Operación Mangosta y el periodo que se recoge en nuestra historia como la Lucha Contra Bandidos, fueron la ejecución práctica de la intención del gobierno de EE.UU., de destruir a la Revolución Cubana sin necesidad de una agresión militar directa contra la Isla o como preludio de esta.
El núcleo central de esta etapa fue el empleo de la contrarrevolución interna y las bandas armadas, como fuerzas sustitutas o auxiliares, mientras el escenario de subversión era reforzado con todo tipo de acciones de guerra económica, sabotaje y operaciones de inteligencia de la CIA, entre otras.
El núcleo central de esta etapa fue el empleo de la contrarrevolución interna y las bandas armadas, como fuerzas sustitutas o auxiliares, mientras el escenario de subversión era reforzado con todo tipo de acciones de guerra económica, sabotaje y operaciones de inteligencia de la CIA, entre otras.
Un memorando del Departamento de Defensa, de fecha 25 de julio de 1962, resume estas intenciones. Al hacer una revisión de la Operación Mangosta, en el punto referido a sus objetivos señala: “[…] EE.UU. ha emprendido esfuerzos especiales con el objetivo de ayudar a Cuba a derrocar a un régimen comunista”, para ello, eran necesarias, entre otras, “acciones encubiertas, políticas y económicas, para inspirar una revuelta en Cuba o desarrollar la necesidad de una intervención de EEUU”.⁶
El fracaso de estos y otros planes no significó la renuncia a este tipo de procedimientos para intentar derrocar al Gobierno Revolucionario y restaurar el capitalismo en Cuba. De una forma u otra, tal proceder ha sido una constante en el conflicto histórico entre ambas naciones, que ha entrado, a partir del 17 de diciembre último en una etapa singular y novedosa.
En aquellos momentos de nuestra historia tiene su génesis la utilización de la Guerra No Convencional como forma de agresión de EE.UU. contra Cuba. Es necesario saber si en los nuevos escenarios se renunciará a las acciones subversivas y encubiertas, a fin de lograr el ansiado objetivo para el cual han declarado ineficaz una política de más de 50 años. A ese empeño dedicaremos nuestros análisis en esta serie de trabajos.
Referencias:
1. Allen era el hermano menor de John Foster Dulles, Secretario de Estado de Eisenhower y asesor de política exterior de la mayor confianza. Los dos hermanos estaban en constante y fácil comunicación; a menudo, después de un día de trabajo, Allen pasaba por casa de Foster para repasar asuntos pendientes. Nunca un Secretario de Estado y un Director de la CIA disfrutaron de una relación tan cerrada. Esto molestó a algunas personas: “Es una relación que sería mejor no tuviera que existir”, comentó el presidente de un comité nombrado por Eisenhower para investigar la agencia. Eisenhower no estuvo de acuerdo: “Parte del trabajo de la CIA es extensión del trabajo del Departamento de Estado”. Tomado de: Guerras Encubiertas, Piero Gleijeses, Cubadebate, 25 de enero 2015.
2. Alarcón de Quesada, Ricardo: Medio siglo de Revolución. Cincuenta momentos históricos, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 2008, pp. 5-9.
3. Valdés-Dapena Vivanco, Francisco: Operación Mangosta. Preludio de la invasión directa a Cuba, Editorial Capitán San Luis, p. 8.
4. Ibídem.
5. Ibídem.
6. Office of the Secretary of Defense. Memorandum for the Special Group (Augmented) 25 julio 1962.
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Por José Ramón Rodríguez Ruiz
La Guerra No Convencional de EE.UU. contra Cuba (II)
Como expresamos en la primera parte de este trabajo,¹ los errores que condujeron al fracaso de la invasión mercenaria de Playa Girón fueron minuciosamente analizados por la administración Kennedy. A raíz del fracaso, Kennedy confió al general Maxwell Taylor la misión de describir, explicar y establecer conclusiones sobre las causas que determinaron la debacle de la Operación Pluto.²
La designación de un general para esta tarea no se considera por los historiadores una casualidad. Era indiscutible que el Departamento de Defensa de EE.UU. tendría una importante presencia en los nuevos planes subversivos contra Cuba, oponiéndose a criterios existentes en la época entre jefes del Ejército de EE.UU., de que la Guerra No Convencional no merecía consideraciones serias o esfuerzos de los militares.³
No obstante, como ya expresamos, el esfuerzo desplegado en la subsiguiente Operación Mangosta fue exhaustivo y contundente. Las agencias y el Departamento de Defensa de EE.UU., concibieron en conjunto una operación que aglutinó esfuerzos en casi todos los ámbitos de la vida nacional de Cuba. Planes de desestabilización que preveían el desarrollo de huelgas; demostraciones contra la Revolución; atentados contra principales dirigentes; sabotajes y rebelión abierta, etc.
En sus orientaciones la Operación Mangosta establecía: Cuando el movimiento popular ocupe un territorio importante de Cuba, debiera formar un gobierno provisional. Esto permitirá la ayuda abierta de América Latina y EE.UU. si se pide y es necesaria. Una situación de gobierno militar existirá para el periodo inicial y tenemos que insistir en el realismo de este periodo de transición que precede al control civil razonable .⁴
Pero ¿por qué fracasaron tan abarcadores propósitos contra Cuba, a pesar de la minuciosa planificación y los millonarios expendios?
Recientemente, al referirnos en las páginas de Cubadefensa a la publicación del documento doctrinal más actualizado de EE.UU. sobre la Guerra No Convencional, la Publicación de Técnicas del Ejército 3-05.1 (ATP 3-05.1),⁵ alertábamos que en su interior podía hallarse el caso de Cuba, como “Ejemplo selecto de actividades de Guerra No Convencional patrocinadas por EE.UU.”. Sus aseveraciones, aunque referidas a la invasión mercenaria de abril de 1961, contribuyen a contestar la interrogante anterior.
La CIA cometió […] errores en su campaña de Guerra No Convencional contra Cuba. Aunque existían algunos esfuerzos razonablemente exitosos en el desarrollo de una clandestinidad, no estaban lo suficientemente diseminados o coordinados para organizar una campaña de resistencia popular sostenida .⁶
La información de Inteligencia sobre las condiciones en Cuba era insuficiente y engañosa .
Según los expertos estadounidenses, los esfuerzos de Guerra No Convencional contra Cuba en estos primeros años carecieron de mecanismos de apoyo e infraestructura encubiertos, así como de una adecuada preparación y organización política popular y clandestina, incluida la guerra de guerrillas .⁷
La autocrítica abarca incluso el área de las operaciones psicológicas, la propaganda y la subversión, que según afirman: deben ser adecuadas antes de tomarse la decisión de una acción armada .
En esencia, no existían condiciones en la Isla para el avance del esfuerzo no convencional. Entre esas condiciones, se hallan las que ya conocemos como de factibilidad y conveniencia: no había en Cuba un gobierno debilitado; una población segmentada, ni una oposición fuerte y capaz de resistir. En cambio, todos los recursos se emplearon para intentar quebrar la voluntad del pueblo mediante las carencias, las dificultades sociales y la subversión política.
En los años subsiguientes, los esfuerzos de Guerra No Convencional contra Cuba pretendieron corregir los “errores” de Girón y los que Mangosta tampoco pudo resolver. Las bandas armadas en regiones como el Escambray, cuya génesis se sitúa en los delincuentes, prófugos de la justicia y antiguos miembros de los cuerpos represivos de la tiranía, fueron indiscutiblemente estimuladas por EE.UU.
Quizás sea en este punto de nuestra historia, a mediados de los 60, donde las actividades de EE.UU. contra Cuba se aproximaron más al objetivo esencial de la definición de Guerra No Convencional: el empleo de una fuerza de resistencia, auxiliar y clandestina, en un área denegada, para derrocar a un gobierno adversario,⁸ lo que requirió el apoyo y suministro a esta por parte de las Fuerzas Armadas de EE.UU., incluidas las infiltraciones de sus unidades especiales.
EE.UU. había aprendido que los exiliados por largos períodos –aunque sean nativos del país objetivo– no son sustitutos para insurgentes activos operando dentro de la población⁹ y por ello, el bandidismo contrarrevolucionario subsistió hasta 1965, siendo incapaz de articular una resistencia efectiva contra el Gobierno revolucionario, pero dejando una estela de muerte, asesinatos, secuestros, violaciones y desmanes, cuyos ecos de dolor resuenan aún en nuestros días.
El fracaso de Girón, de la Operación Mangosta y la derrota de las bandas armadas, no significaron el fin de la violencia contrarrevolucionaria, ni de la aplicación de la Guerra No Convencional contra Cuba. Seguiremos su curso en una próxima entrega.
Referencias.
1. Ver La Guerra no Convencional de EE.UU. contra Cuba (I), publicado enhttp://www.cubadefensa.cu/?cu=node/3132
2. Valdés-Dapena Vivanco, Francisco. Operación Mangosta. Preludio de la invasión directa a Cuba. Editorial Capitán San Luis, p 9.
3. “Understanding Unconventional Warfare and U.S. Army Special Forces”, Teniente Coronel Grdovic, Mark, Revista Special Warfare septiembre-octubre 2006, pp. 14-24.
4. Valdés-Dapena Vivanco, Francisco. Operación Mangosta. Preludio de la invasión directa a Cuba. Editorial Capitán San Luis, p 38.
5, 6, 7, 8, 9. http://www.cubadefensa.cu/?q=documentos-doctrinales-eeuu
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Por José Ramón Rodríguez Ruiz
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