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martes, 25 de septiembre de 2018

El yin y el yang del camino constituyente


El yin y el yang del camino constituyente / Por Profesor José F. González Curiel / Universidad de Sancti Spíritus / Intranet UNISS / Blog El Ágora del Yayabo
La oportunidad que tenemos los cubanos en la actualidad, de ser pueblo constituyente en un amplio ejercicio democrático, es la más pura demostración de la teoría oriental sobre el equilibrio. Si bien la mayoría de los cubanos la ha asumido como una posibilidad de expresar sus ideas y necesidades, válida para juntos construir un cuerpo legislativo acorde a las actuales condiciones del país, por otro lado la forma de cerrar el proceso tiene una serie de peligros que pueden poner en riesgo el interés nacional.
La amplia discusión tendrá como uno de los pasos finales del proceso un referéndum en el que el ciudadano concreto votará de forma excluyente: SÍ o NO; todo o nada. La experiencia vivida en las últimas horas hacen pensar que en el texto del proyecto y en el proceso mismo hay estilos, ideas, definiciones, artículos y palabras que pueden hacer votar  por el NO a muchos, si no se explica hasta la saciedad y se rehace el diseño.
Lo primero que necesita más difusión y esclarecimiento es qué se plasma y qué no se plasma en una Constitución. Estamos discutiendo un proyecto que es ley de leyes y por tanto, fundamento esencial y supremo de la jurídica del país. Toda idea del deber ser no va al texto constitucional y la mayoría de las intervenciones escuchadas a viva voz, o reflejadas por los medios de difusión masiva, se concentran en asuntos complementarios que bien pueden estar en la leyes de nuestra normativa futura.
Por otro lado, el proyecto tiene un desequilibrio en la conceptualización de conceptos, lo cual no es responsabilidad constitucional. Así, por ejemplo, se llega hasta la definición de qué tipo de matrimonio reconocerá el Estado y no se define qué entender por “vida próspera” o “concentración de la riqueza”. Definir el tipo de matrimonio implica el riesgo de que muchas personas poseídas de una cultura típicamente machista y cristiana voten NO por todo el texto. Muy bien pudiera dejarse abierto el reconocimiento del matrimonio y que luego el Código de la Familia se ocupe de las especificidades. Igualmente pasa con otros muchos conceptos como los mencionados anteriormente.
Peligrosa también es la concepción de mantener los cargos ejecutivos y administrativos todos por designación y sin consulta popular. La práctica internacional y cubana ha demostrado que mejor deben ser los electores los que digan quién los debe gobernar, en lugar de ser nombrados por las instancias superiores.
La futura ley electoral tendrá que resolver dos cosas más: el exceso de oportunidades de las Comisiones Electorales, a todos los niveles, de proponer candidatos de corte administrativo, que no son delegados de base, para cargos electivos, con lo cual se limita la contrapartida en las Asambleas y en el Consejo de Estado.
La práctica nacional de las últimas décadas tiene por tradición la ilimitada posibilidad de los cuadros de permanecer en sus funciones, pero la tendencia universal que no se ajusta a meros caprichos, así como los resultados en el desenvolvimiento del modelo económico cubano, han demostrado la necesidad de que los cuadros sean renovados periódicamente y con límites de edad. No es tampoco este un capricho en el que le máxima dirección de la Revolución ha insistido en los últimos años. Y no porque se proponga un límite de tiempo y edad para el ejercicio de las funciones de los cuadros principales hay que votar por el NO.
Preocupación de muchos ha sido que en el texto de la Constitución muchas ideas se dejan abiertas, según establezca la ley, y que esa ley aún no se sabe qué dirá. Cierto es que resulta complicado de una vez formular y aprobar todas las leyes complementarias, pero para la psicología de las personas esa laguna puede influir negativamente en el apoyo del texto que se someterá a votación.
Sobran las razones para pedir por todas las vías posibles, y en el tiempo que queda hasta noviembre, que se necesita más preparación para concentrarnos en las esencias de qué es una Constitución, cuáles son los fundamentos de la Nación que necesitamos y por qué, así como para reformular el texto para someterlo a una votación que será o todo o nada, lo que entraña riesgos contrarios a lo que necesita el país.
La realidad es que estamos ante un proceso necesario que va por buen camino. Estamos ante un proyecto que en sus fundamentos es viable y correcto. No puede ser que “los árboles no nos dejen ver el bosque” y que por un término, un artículo o una definición, el resultado de la votación no se corresponda con el estado deseado o con lo que necesita nuestro futuro. Es peligroso, incluso, que aunque sea aprobado, los porcientos sean bajos.
El yin y el yang de este camino: lo bueno y lo malo, lo vasto y lo raquítico, lo bello y lo feo, lo cierto y lo incierto, la verdad y el error…se equilibran solo con preparación y esclarecimiento de un pueblo que, a pesar de su cultura política alta, no está ajeno a los equívocos y a los peligros que un camino tan complejo presupone. Recuérdese también que Cuba no reforma totalmente su Constitución desde mediados de los años setenta, cuando la mayoría de los que hoy tenemos conciencia jurídica éramos niños o no habían nacido.
Solo las explicaciones detalladas y la preparación del ciudadano concreto llevarán a feliz término la consulta popular de nuestra futura Carta Magna. “Ser cultos es la mejor manera de ser libres”, entendida la libertad no como hacer lo que se quiera, sino como obrar bien a partir del conocimiento de las leyes del mundo en que vivimos.

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