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jueves, 23 de junio de 2016

¿Por dónde le entra el conocimiento al “coco”?




Una Universidad madura, del mundo actual, tiene que preocuparse constantemente por las maneras en que los profesionales que forma en pregrado o capacita en postgrado construyen el conocimiento.


Claro está que no se trata solo de actitudes de los estudiantes; en ello influyen diversos factores que van desde la preparación científica y metodológica de sus estructuras, pasa por la orientación del estudio, por la disponibilidad de fuentes del conocimiento y llega hasta la evaluación del aprendizaje.


La ciencia postmoderna ha logrado altos niveles de especialización y profundización y cada una de las ramas del saber que tributan a las asignaturas de los planes de estudios atraviesan un proceso contradictorio: cada día se conoce más de menos. En la medida en que el conocimiento profundiza en el conocimiento de la realidad tiene necesariamente que avanzar en la especialización, por lo que se necesita más de los vínculos interdisciplinarios para dar una interpretación coherente de una realidad que es diversa.


Desde la docencia, es necesario que se esté al tanto de los adelantos de cada rama del saber en un mundo donde las teorías cada vez más, envejecen en cortos períodos. Las clases universitarias tienen que estar al nivel de la ciencia mundial sea cual sea el plan de estudio y el programa, muchos de los cuales se ajustan a problemáticas del siglo pasado.


Los adelantos en las tecnologías de la informatización propician un amplio acceso al conocimiento en todo tipo de soporte. El pizarrón y el libro de papel le van dando paso a las PC, las plataformas interactivas, los teléfonos inteligentes…y la generación educadora debe estar al nivel de los recursos con los que contamos en el entorno.


No solo el momento presencial es importante en la construcción del conocimiento de los estudiantes; es menester propiciar un aprendizaje desarrollador donde el estudiante se autogestiones sus propios saberes y donde le preparemos en función de su futura labor profesional, desde la clase que se imparte hasta la evaluación. Siempre ha preocupado a un buen número de docentes qué mide un examen de 5 preguntas escritas donde el que lo responde no tiene acceso a nada más que a su memoria o qué mide un trabajo de diploma cuando no se prepara a un investigador de oficio.


Los desajustes en estos procederes hacen que los estudiantes acomoden sus formas de estudiar a lo que de ellos se pide en cada momento. Si le evaluamos lo que se le da en clases estudian solo por notas de clases, si le comprobamos solo lo que aprendió de memoria en lugar de sus habilidades para buscar el conocimiento solo usará su memoria a riesgo de que pronto olvide lo que fijó a duras penas y si su culminación de estudios es un trabajo de diploma se esforzará más por sus habilidades de investigador que de ingeniero, maestro, jurista o sociólogo, donde investigar es buena parte del oficio pero no el fin. 


Por ello, nuestros laboratorios se mantienen generalmente vacíos, las bibliotecas igualmente despobladas y se ve con frecuencia que el estudio se apoya en libretas o guías de estudios elaborados por los propios estudiantes. Siendo así, estaremos formando profesionales altamente calificados o serán simples reproductores memorísticos de viñetas. Nada es absoluto, pero miremos a nuestro entorno…


Lo que sucede en el mundo de la ciencia y la tecnología impone otros retos a la enseñanza: una determinación más nítida de los conocimientos que deben adquirir los estudiantes en cada nivel de enseñanza, ajustados al mundo nuevo en que ha de vivir el sujeto que se forma; una discriminación clara de las fuentes de los conocimientos que se ajusten a la verdad científica, en tanto no todo lo que se publica en las autopistas de la información es confiable y demostrado con rigor; un mejor balance entre lo presencial, lo semipresencial y la educación a distancia; una profundización del trabajo metodológico de las disciplinas y las asignaturas en función de dar una docencia actualizada y de calidad en las nuevas condiciones; el uso de métodos interactivos de aprendizaje que propicien el desarrollo del pensamiento lógico de los estudiantes y su autogestión del conocimiento; el replanteamiento de las formas de evaluación ajustadas al modelo de cada nivel y especialidad; la concepción de espacios y actividades de integración de los conocimientos que se imparten aislados por las asignaturas y el desarrollo de actos de evaluación también integradores.


Siempre recuerdo aquel proverbio que enseña: “si le das un pez a un hombre lo alimentas un día; si lo enseñas a pescar lo alimentas para toda la vida”. En el acto de preparar a los ciudadanos para ser buenos seres humanos tenemos que rectificar, como en cualquier otro proceso social, pero la necesidad de que se use mejor las tecnologías que tenemos a nuestro alcance para que los estudiantes accedan al conocimiento actualizado en el entorno de las ciencia postmoderna para aprobar y graduarse es, usando una frase campechana y muy cubana: “un boniato que tiene el lomo afuera.”


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