Una Universidad madura, del
mundo actual, tiene que preocuparse constantemente por las maneras en que los
profesionales que forma en pregrado o capacita en postgrado construyen el
conocimiento.
Claro está que no se trata solo de actitudes de los estudiantes; en ello
influyen diversos factores que van desde la preparación científica y
metodológica de sus estructuras, pasa por la orientación del estudio, por la
disponibilidad de fuentes del conocimiento y llega hasta la evaluación del
aprendizaje.
La ciencia postmoderna ha logrado altos niveles de especialización y
profundización y cada una de las ramas del saber que tributan a las asignaturas
de los planes de estudios atraviesan un proceso contradictorio: cada día se
conoce más de menos. En la medida en que el conocimiento profundiza en el
conocimiento de la realidad tiene necesariamente que avanzar en la
especialización, por lo que se necesita más de los vínculos interdisciplinarios
para dar una interpretación coherente de una realidad que es diversa.
Desde la docencia, es necesario que se esté al tanto de los adelantos de
cada rama del saber en un mundo donde las teorías cada vez más, envejecen en
cortos períodos. Las clases universitarias tienen que estar al nivel de la
ciencia mundial sea cual sea el plan de estudio y el programa, muchos de los
cuales se ajustan a problemáticas del siglo pasado.
Los adelantos en las tecnologías de la informatización propician un amplio
acceso al conocimiento en todo tipo de soporte. El pizarrón y el libro de papel
le van dando paso a las PC, las plataformas interactivas, los teléfonos
inteligentes…y la generación educadora debe estar al nivel de los recursos con
los que contamos en el entorno.
No solo el momento presencial es importante en la construcción del conocimiento
de los estudiantes; es menester propiciar un aprendizaje desarrollador donde el
estudiante se autogestiones sus propios saberes y donde le preparemos en
función de su futura labor profesional, desde la clase que se imparte hasta la
evaluación. Siempre ha preocupado a un buen número de docentes qué mide un
examen de 5 preguntas escritas donde el que lo responde no tiene acceso a nada
más que a su memoria o qué mide un trabajo de diploma cuando no se prepara a un
investigador de oficio.
Los desajustes en estos procederes hacen que los estudiantes acomoden sus
formas de estudiar a lo que de ellos se pide en cada momento. Si le evaluamos
lo que se le da en clases estudian solo por notas de clases, si le comprobamos
solo lo que aprendió de memoria en lugar de sus habilidades para buscar el
conocimiento solo usará su memoria a riesgo de que pronto olvide lo que fijó a
duras penas y si su culminación de estudios es un trabajo de diploma se
esforzará más por sus habilidades de investigador que de ingeniero, maestro,
jurista o sociólogo, donde investigar es buena parte del oficio pero no el fin.
Por ello, nuestros laboratorios se mantienen generalmente vacíos, las
bibliotecas igualmente despobladas y se ve con frecuencia que el estudio se
apoya en libretas o guías de estudios elaborados por los propios estudiantes.
Siendo así, estaremos formando profesionales altamente calificados o serán
simples reproductores memorísticos de viñetas. Nada es absoluto, pero miremos a
nuestro entorno…
Lo que sucede en el mundo de la ciencia y la tecnología impone otros retos
a la enseñanza: una determinación más nítida de los conocimientos que deben
adquirir los estudiantes en cada nivel de enseñanza, ajustados al mundo nuevo
en que ha de vivir el sujeto que se forma; una discriminación clara de las
fuentes de los conocimientos que se ajusten a la verdad científica, en tanto no
todo lo que se publica en las autopistas de la información es confiable y
demostrado con rigor; un mejor balance entre lo presencial, lo semipresencial y
la educación a distancia; una profundización del trabajo metodológico de las
disciplinas y las asignaturas en función de dar una docencia actualizada y de
calidad en las nuevas condiciones; el uso de métodos interactivos de
aprendizaje que propicien el desarrollo del pensamiento lógico de los
estudiantes y su autogestión del conocimiento; el replanteamiento de las formas
de evaluación ajustadas al modelo de cada nivel y especialidad; la concepción
de espacios y actividades de integración de los conocimientos que se imparten
aislados por las asignaturas y el desarrollo de actos de evaluación también
integradores.
Siempre recuerdo aquel proverbio que enseña: “si le das un pez a un hombre lo alimentas un día; si lo enseñas a
pescar lo alimentas para toda la vida”. En el acto de preparar a los
ciudadanos para ser buenos seres humanos tenemos que rectificar, como en
cualquier otro proceso social, pero la necesidad de que se use mejor las
tecnologías que tenemos a nuestro alcance para que los estudiantes accedan al
conocimiento actualizado en el entorno de las ciencia postmoderna para aprobar
y graduarse es, usando una frase campechana y muy cubana: “un boniato que tiene el lomo afuera.”
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Publicado por: David Díaz Ríos / CubaSigueLaMarcha.blogspot.com
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