Por GraziellaPogolotti / Juventud Rebelde
Suelen confundirse los significados de las palabras humanitarismo y humanismo. La primera alude a actitudes y comportamientos
solidarios, dirigidos a atender, escuchar y socorrer a los desamparados, a los
sectores vulnerables de la sociedad, a las víctimas de catástrofes naturales, a
la huérfana de nueve meses sobreviviente en la isla de Lampedusa de una familia
de emigrantes.
Humanismo, en cambio, se
remite a una concepción del mundo que coloca al ser humano como eje central del
pensar y del actuar. De esa manera, se manifestó en el renacimiento europeo.
Frente a los dogmas establecidos, exaltó al hombre, considerado de manera integral,
hecho de carne y de espíritu. Para dotarlo de prestigio y de antecedentes
históricos válidos, se rescató entonces el legado clásico de los antiguos
griegos y romanos. Lo más importante, sin embargo, se derivó de la convergencia
de saberes científicos, filosóficos, literarios y artísticos. El Sol pasó
definitivamente a ocupar el centro del sistema planetario. Se abordó
desprejuiciadamente el estudio de la anatomía. Se sentaron las bases de la
ciencia política. Entre el David y el Moisés, el escultor Miguel
Ángel recorrió las edades de la vida.
Las contribuciones de las distintas áreas del conocimiento
dejaron de subsistir aisladas en compartimentos estancos. Inventor, artista,
diseñador de propuestas tecnológicas que cristalizarían siglos más tarde, Leonardo
da Vinci es un paradigma de aquella revolución en el pensar. El gran
empeño transformador tuvo sus mártires que, fieles a su ideario, murieron en la
hoguera.
Tanto ha crecido la ciencia que sus especificidades son
inabarcables, y sus alcances, imprevisibles. Por eso, se vuelve indispensable
procurar vínculos interdisciplinarios y transdisciplinarios con inclusión en
las ciencias sociales y las humanidades en el diseño de proyectos y en la
formulación de políticas, porque las prioridades deben tener en cuenta, ante
todo, el desarrollo humano. Por eso también se plantea con fuerza la necesidad
de definir límites éticos a la posible manipulación irresponsable de la
naturaleza y de la genética humana. El aprendiz de brujo corre el riesgo de
contribuir al exterminio de la especie o a dramáticas situaciones
irreversibles. El cambio climático es señal evidente de los peligros que nos
amenazan.
El punto de convergencia de los saberes contemporáneos se
encuentra en la salvaguarda de la especie, en el modo de abordar el acceso de
todos y cada uno al bienestar material y espiritual, a restañar la brecha que
se agiganta entre los poderosos y la vulnerabilidad de los desposeídos. Es una
batalla que compromete a las ciencias duras, a la tecnología y a la cultura. La
contribución de todos tributará a los modelos de formación en el terreno de la
enseñanza.
Una mirada oblicua al mundo que nos rodea permite
interconectar pistas de mucho interés. Entre las apresuradas medidas de los
golpistas brasileños estuvo la disolución del Ministerio de Cultura. La
reacción de destacados intelectuales y artistas obligó a rectificar. Más allá,
el tema de la educación genera protestas, no solo por su alto costo, sino
también por la inequidad en el acceso, así como por la inversión de valores al
sustituirse los de formación por la capacitación acelerada de fuerza de
trabajo, según la demanda de las empresas. En la cúspide de la pirámide, se
reconoce un sistema financiero trasnacionalizado sostenido por una economía
especulativa. El pensamiento neoliberal acuña, como verdades absolutas, la
incapacidad del Estado para la administración de bienes nacionales. Fue
considerado factor de equilibrio en una fase previa del desarrollo capitalista.
De no ser de este modo, el chantaje de la impagable deuda externa tendría la
posibilidad de imponer la privatización de los servicios básicos en las
políticas de ajuste.
Al invertir la pirámide, el hombre deviene una herramienta
descartable en un sistema productivo controlado por una élite refinada en lo cultural
después de transitar por prestigiosos centros de educación superior. Son los
tanques pensantes forjadores de ideologías al servicio de la economía y de la
política. Las ideas más elaboradas se convierten en recetarios para la
periferia y la vulgarización a través de los medios. Ejemplifican la crisis del
perfil del intelectual modelado por la modernidad a partir de la expansión del
humanismo. Fueron los enciclopedistas de otrora. De este lado del Atlántico
tomaron aquellas ideas para pensar y hacer la América Latina, concebida por los más preclaros como un proyecto
que sobrepasaba el mero desplazamiento de los funcionarios españoles por
criollos capacitados.
De las insuficiencias de la Revolución francesa, del auge
del capitalismo y de la Revolución industrial emergió un pensamiento
socialista, a la vez que las ciencias sociales se iban desgajando en
especialidades. En un pródigo siglo XIX cobran nuevo impulso la
economía, la historia, la sociología, la antropología, la sicología y la
pedagogía. La infancia, con sus peculiaridades, reclama desde entonces sus
derechos. En cada campo, se elaboran métodos y técnicas de investigación. De
esa manera, se avanza en profundidad. En el despiece necesario, en la
exploración anatómica no puede diluirse la fisiología, conexión funcional del
sistema sin correr el riesgo de desintegrar al ser humano en un rompecabezas
fragmentado. Urge rescatar la integralidad humana y la interdependencia entre
factores económicos, sociales, políticos y culturales.
Publicado por: David Díaz Ríos / CubaSigueLaMarcha.blogspot.com
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